Capítulo 20

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Narra Miriam

Ana se señala cómo si no supiera que le estoy hablando a ella.

—  Sí, Ana, a ti ¿Que coño te pasa? —  digo desafiante parada frente a ella.

— Nada.  —  suelta tranquila la canaria.

— ¡¿Cómo que nada?! — grito empezando a desesperarme.

— Miriam, cálmate. — me  dice Mimi en un tono sueva a la vez que dejas caricias en mí brazo —¿Ana, vienes un segundo a hablar con nosotras? — le  propone con una sonrisa.

— Vale. — acepta indecisa la canaria.

Soy yo quien lidera el paso, seguida por Mimi y Ana.

Camino por el pasillo sin mirar a ninguno de nuestros compañeros, los cuales tienen sus ojos clavados en las tres mirándonos atónitos, sin entender lo que pasa.

Lo más gracioso es que ni yo sé que es lo que pasa exactamente.

Una vez llego a a la cama de Mimi me siento en esta y la granadina decide pasar por delante mía para sentarse a mí lado, quedándose del lado de la pared yAna, que es la última en llegar, se sienta enfrente nuestra.

— ¿Por qué pones caras al vernos juntas? — pregunto directa mirando a los ojos de la morena.

— ¿Qué? yo no hago eso. — niega Ana a la vez que se remueve en la cama.

— Sí que lo haces, pero solo cuando nos ves  a nosotras. Cuando están juntos Amaia y Alfred no lo hacés, pero cuando nos ves a nosotras sí. ¿Por qué? — vuelvo a preguntar intentando mantener la calma.

— Que no lo hago. — vuelve a negar Ana para luego mirarse las manos.

—Ana, carallo ¡deja de negar lo innegable! Que ambas te vimos y notamos rara. A mí no me gusta un pelo tu actitud y necesito una explicación. No sé qué te pasa, cuando estamos solas eres la Ana de siempre pero cuando me ves con Mimi te pones tensa y haces algún gesto extraño. — digo mirando el rostro de la morena, que se queda unos largos segundos en silencio con la mirada perdida.

Los segundos pasan, el silencio sigue y mi enojo crece.

— ¡Me gustas! — suelta Ana sin verlo venir justo cuando estoy por volver a hablar.

Al escucharla me sorprendo, era algo que no me esperaba y no no contaba como posibilidad.

La otra persona que también escuchó la confección  de la canaria, está mas sorprendida que yo. Pero el rostro de Mimi rápidamente cambia a un semblante serio.

Nunca la había visto tan seria y con la mandíbula tan tensa.

— ¿Q-qué? — digo  intenso procesar lo que oí.

— Eso, lo que escuchaste. Me atraes, Miriam. — dice Ana mirándome  los ojos, cosa que antes no había hecho.

— Joder ¿No te podrías haber comportado como una persona adulta  en vez de comportarte como una niñata? ¡Que no tienes diecisiete años, hostia! — suelta enfada Mimi, haciendo que el ambiente entre todavía más en tensión.

—No me comporte como una niñata— afirma seria Ana, cosa que hace que Mimi suelte una risa irónica.

— Claro que sí, ¿Comportarte como te compraste no es de niñata?— ahora soy yo quien acaricia el brazo a Mimi, intentando calmarla — Porque decidiste callarte y jugar a el juego de miradas y gestos raros, tía. Y lo peor es que antes, cuando te pregunté, me lo negaste. — suelta Mimi, y tras unos segundos de silencio Ana se va, sin decir nada.

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