16 Capitulo

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No sé qué paso en aquella fiesta, pero todos nos llevamos genial. De ahí en adelante creamos un grupo de amigos formado por Rubén, Isa, Antonio, Sara, Diego (el mejor amigo de Rubén) y yo. Llego el verano y cada día íbamos a la playa. Allí pudimos cumplir muchos deseos más de Rubén, como por ejemplo enterrarse entero en la arena menos la cara, ponerse muy moreno, hacer ejercicio para ganar musculo...También consiguió estar un minuto bajo el agua sin respirar. Otro de sus deseos era alquilar una barca, asique así lo hicimos. Alquilamos una barca bastante moderna y grande que incluía un pequeño trampolín en un costado de la barca. No parábamos de saltar al agua. La verdad es que todos nos atrevimos a tirarnos a pesar de la altura y la inestabilidad que tenia. Todos, menos Rubén. Nos empezamos a reír de él en bromas y a Rubén le molesto bastante.

-¡Venga salta! que no es tan difícil- dijo Diego

-Gallina- dijo Antonio entre estornudos falsos-gallina

Parece que los cacareos le picaron a Rubén y de repente salto de golpe, dando una vuelta hacia atrás que nos dejo alucinados a todos. Y les cerró la boca a Antonio y Diego que tanto le estaba picando. Otro deseo más que quitar de la lista. Cada vez quedaban menos deseos de Rubén. Era increíble pensar que ya casi los habíamos cumplido todos. Algunos cuantos eran bastante difíciles como salir en el periódico, encontrar tu propio gemelo en el mundo, la firma de algún famoso, adiestrar a un conejo... aunque parezca una estupidez nos costó lo suyo ¡no es nada fácil!

Después de estar tanto tiempo en el agua, nos dimos cuenta de que estaba anocheciendo y que era hora de volver. Aunque en eso tuvimos un "pequeño problema". Nos habíamos perdido y no había más que mar alrededor nuestro. Intentamos pedir ayuda pero no teníamos cobertura en los móviles, y se estaba haciendo de noche. Lo único que pudimos hacer era sentarnos y rezar a que alguien apareciera. Cuando se hizo de noche encendimos el foco que alumbraba la proa, sacamos algo de comer de la pequeña nevera que había y nos sentamos a cenar.

Estábamos sentados en un círculo hablando y comiendo cuando Rubén se levanto.

-Me voy a la popa a coger un poco el aire- le notaba triste y desganado.

-¿Estás bien?- pregunto Sara preocupada.

- Sí, estoy bien, no pasa nada- dijo con una sonrisa muy falsa.

Al instante Rubén se fue y yo me preocupe mucho por él. Los otros siguieron hablando como si nada, pero yo no paraba de pensar en él preguntándome que le pasaba.

-Cristina ¿Qué te parece?- me pregunto Isabel.

-Bien, bien- dije sin idea a lo que se estaba refiriendo- creo que voy a ir donde Rubén- silenciosos afirmaron con la cabeza. Me acerque al frigo, mire lo que había y cogí unas fresas para dárselas a Rubén ya que no había cenado. Me iba donde Rubén cuando Diego me interrumpió.

-¡Cris!- pare y me di la vuelta para mirarle- un consejo, no te creas eso que dice Rubén de que no le importa morir, es mentira- le sonreí de agradecimiento y finalmente me fui con Rubén.

Rubén estaba tumbado en el suelo mirando la luna llena. Me acerque a donde el sin decir nada y me tumbe colocando mi cabeza en su tripa. Hubo un pequeño instante de silencio y al ver que el no iba a ser el que lo rompiera, arranque.

-¡Dime qué te pasa! Y no vale decir nada- dije intuyendo su respuesta.

- He estado pensando cuando vosotros estabais comiendo...- hizo una pequeña pausa- cuando yo me muera, vosotros seguiréis siendo amigo, celebrareis fiestas, os contareis secretos, os enfadareis, os reconciliareis, algunos se casaran, trabajareis, vais a ir a la universidad, probareis cosas nuevas... y yo no estaré allí en esos momentos- hubo otro pequeño silencio- lo que quiero decir es que me habría gustado vivir más, para poder ver como avanzáis en la vida.

- A un ciego le habría gustado ver por segunda vez su película favorita, a un cojo le habría gustado correr un maratón acompañado de su familia, a un sordo le gustaría escuchar la voz de su cantante preferido... pero todo no se puede tener en la vida

-Tú lo tienes todo- me senté y le mire a los ojos

-No... no te tendré a ti- él se sentó al igual que yo y me dio un tierno beso.

-Prométeme que nunca cambiaras, a pesar de que yo no esté- otro beso se perdieron entre mis labios.

-Te lo prometo- nos sonreímos el uno al otro mirándonos fijamente a los ojos. Veía la luna llena reflejada en sus preciosos ojos-¿Nos vamos con los chicos?- dije mientras que me levantaba.

-Vamos

40 deseos que cumplir contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora