Rubén y yo volvimos con los chicos. A la media hora apareció una luz que nos cegó a todos. Eran los guardacostas que venían a recogernos. Todos los barcos que se alquilaban tenían localizador y así fue como nos encontraron. Cuando volvimos cada uno a su casa no encontramos con los padres muy preocupados por lo que nos había pasado. Pero simplemente nos perdimos. Era otra aventura más que añadir al diario.
Los últimos días de verano estuvimos finalizando unos cuantos deseos: pescar un pez con la mano, aprender a surfear, bañarse desnudo (en la piscina de la casa de Antonio una noche que nos invito a dormir) y por fin se hico el tatuaje de la tortuga. Otro día de verano en la playa como otro cualquiera un niño se ahogo y gracias a los cursillos de boca-boca que hico Rubén, lo salvo. Ese fue el último deseo que cumplimos en verano.
El otoño llego rápido y los vestidos y pantalones cortos fueron guardados. Las hojas empezaron a caer dejando una manta rojiza por el suelo de las calles. Apenas quedaban ya diez deseo para cumplir y el 12 de diciembre se iba acercando cada vez más y más. Aunque solo quedaban tres cortos meses Rubén intento no darle importancia y disfrutar al máximo la vida que le quedaba.
Era el 2 de Octubre y los chicos y yo habíamos quedado para ir al campo de golf. Alquilamos unos de esos cochecitos que tanto deseaba conducir uno Rubén.
Después de terminar la partida fuimos a un restaurante nuevo, especialmente de bichos que pusieron en el centro. Comer algún insecto era otro de los deseos de Rubén. Nada más abrir la carta, vi el primer plato: Arroz con grillos ¡Qué asco! Echaba pequeños vistazos a la carta pero me daban arcadas enseguida, asique les dejamos a los chicos disfrutar de la cena y Sara, Isabel, Diego y yo nos fuimos a dar un paseo. Íbamos andando por el centro cuando escuchamos unos gritos de una chica que nos llamo la atención. Nos acercamos a la calle donde venían esos gritos, y vimos un hombre abusando de una chica. Le estaba pegando y la pobre estaba en el suelo encogida, sangrando y llorando.
Diego defendiendo a la chica tuvo una pelea con el gilipollas que la estaba pegando. No pudimos impedirlo y buscamos ayuda llamando a emergencias.
Cuando llego la ambulancia el gilipollas, ya se había ido e Isa y Sara intentaban reanimar a la chica, mientras que yo hacía lo mismo con Diego, que lo había dejado inconsciente. Estaba llorando muy preocupada. Le daba en la cara pequeños golpes pero Diego no respondía. Le puse los dedos en el cuello intentando cogerme pulso pero no podía. Le habían pegado muy fuerte.
En cambio la chica estaba consiente pero estaba sangrando mucho de una herida del pie. Sus gritos de dolor me mataban por dentro. Los médicos se lo llevaron en la ambulancia. Tanto a la chica como a Diego.
Cuando la ambulancia se fue nos abrazamos las tres llorando, y deseando que no les hubiera pasado nada.
-Chicas... he... he...intentado... cogerle... el...el pulso...ha Diego- me costana respirar después de haber presenciado aquella escena-y... creo que ha...ha muerto...
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40 deseos que cumplir contigo
RomanceUna chica llamada Cristina tiene un accidente patinando. En el hospital de reposo conoce a su compañero de habitación. Cristina descubre que el chico tiene un año de vida por causa del cáncer. En una pequeña aventura con el chico cumplen 40 deseos a...