Nos quedamos allí una semana entera. Esa semana fue increíble, y llena de pasión. Cada noche lo pasábamos uno acariciando al otro después de ver una peli en el proyector. A las mañanas cocinábamos siempre tortitas hasta que un día nos salieron bien. A las tardes íbamos a andar al monte, nos sacábamos fotos de recuerdo... y a las noche otra vez lo mismo. Volvimos a casa el 3 de diciembre. Era trece de diciembre y se iría el 12 de diciembre. 3...12...3...12...3...12. Apenas quedaba nada. Mire atrás, pensando en todo lo que hemos vivido juntos y no parecía que eso hubiera pasado en un año.
El cinco de diciembre estaba comiendo en casa de los padres de Rubén. Su madre había preparado sopa de pescado y ternera. Estaba muy rico. Aunque esto no fue importante en la comida. Lo importante fue que ese mismo día mientras que comíamos el postre, Rubén se desmayo. Su corazón paro cinco segundos y volvió a latir. Todos estábamos muy asustados. Pensábamos que Rubén se había adelantado una semana pero nos equivocamos simplemente fue un desmayo. Lo llevamos al hospital y allí nos quedamos. Preparándonos para su hora. Rubén empeoro radicalmente. De estar feliz pasó a estar triste. De ser libre pasó a estar atado por cables. De estar moreno pasó a estar blanco. De estar fuerte pasó a estar débil. Los efectos del cáncer aparecieron y le empezaron a comer el cerebro hasta el doce que le comería totalmente. Diego, los padres de Rubén y yo fuimos los que más estuvimos a su lado. Esa última semana. Ninguno se alejaba más de diez metros de Rubén. Los familiares más lejanos, e incluso los amigos más viejos aparecían todos los días para despedirse de Rubén. Todo era tan triste. Yo todavía no quería decirle nada. Prefería hablar con Rubén a solas. El mismo 12 de diciembre. El 7 de diciembre vinieron unos periodistas a hacerle unas preguntas. A mí no me hico ni pizca de gracia. Solamente le quedaban 4 días y lo tenía que malgastar respondiendo a preguntas que eran evidentes. Por ejemplo "¿cómo se siente?" pues chico, como quieres que se sienta si tiene la muerte a cuatro pasos de él. O también "¿cómo te has sentido todos estos años sabiendo que día vas a morir?" pues asustado. Como quieres que se sienta sino. Me pusieron de mal humor.
Esa semana estuve pensando en porque le toco ese cáncer a Rubén. Porque no le toco a una mala persona y así nos harían un gran favor. Porque la muerte siempre elige a las mejores personas. Es injusto que siempre se vayan los buenos y se queden los malos. Seguro que sabréis alguien que se fue de vuestra vida y apuesto lo que queráis que esa persona fue una buena persona.
...
Fue la peor semana de todas. Rubén solía tener desmayos. Estaba muy débil. Echaba de menos su sonrisa. Que me mirara directamente a los ojos y que me dijera te quiero. Pero ni siquiera hablaba. Asentía, negaba y sufría. Nada más. Ni siquiera un beso. Además estar esperando que muriera no era lo más agradable del mundo, ni ver como se moría de dolor.
El once de diciembre me quise despedir de él. Decirle amor por última vez, mirarle a los ojos y besarle por última vez, estar juntos por última vez, y dirigirle las últimas palabras. Por eso me quede a solas en la habitación del hospital con Rubén.
-Por fin a solas- dije con una voz suave.
Rubén estaba cansado y solamente movió la cabeza para asentir o negar.
-¿Qué tal te encuentras?
-Mejor ahora que estamos tú - le mande una sonrisa humilde.
-¿Cuáles serán nuestras últimas palabras?-pregunte tristemente
-No se- apenas tenía fuerzas para pensar.
-Ya nos lo hemos dicho todo-dije
-Lo sé- me empezaron a caer lagrimas
-Lo siento, no quería llorar cuando estuvieras presente- me seque las lagrimas que resbalaban pro mis mejillas.
-No pasa nada-dijo mientras cogía la mano con el que me estaba secando las lágrimas.
-Te echare mucho de menos- sonreí aún con las lagrimas en los ojos.
-Mañana ya no estaré y sé que lo pasaras mal. Pero no quiero que sufras, ni tú ni Diego ni Isa, ni Antonio ni Sara. No quiero que sufráis porque entonces yo me sentiré culpable de ello-agache la cabeza tristemente. Con su mano me quito las lagrimas de la cara- no quiero que llores porque he muerto si no que seas feliz porque he vivido.
Nos besamos por última vez.
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40 deseos que cumplir contigo
RomanceUna chica llamada Cristina tiene un accidente patinando. En el hospital de reposo conoce a su compañero de habitación. Cristina descubre que el chico tiene un año de vida por causa del cáncer. En una pequeña aventura con el chico cumplen 40 deseos a...