Narra Cristina:
Tenía muchas ganas de ir al hotel a dormir. Me estaba muriendo de sueño. Tanto reírme con Rubén cuando el chino le empezó a ganar, me dejo agotada. Cuando llegue me quite la ropa y sin ponerme el pijama me metí a la cama y me dormí. No tarde más de una hora aproximadamente en volverme a despertar, dado que alguien estaba tocando la puerta. Era Rubén suplicándome para poder entrar.
-¿Qué quieres?-dije un poco enfadada por haberme despertado. Metí la cabeza debajo de la almohada para que la luz de la habitación no me molestara.
-Ya se cual es la respuesta de la adivinanza- no me podía creer que me había despertado solamente por decirme la respuesta del enigma. Pero así era él, y me tocaba acostumbrarme a tener un amigo así-ya sé que no quieres escucharme ahora pero yo te lo voy a decir de todas-todas."¿Cuál es la puerta que diría tu compañero que es la correcta?" ya que la respuesta siempre seria falsa, elegiría justo la contraria- quite la cabeza de la almohada y le mire impresionada. La que le había dicho era muy difícil y no me esperaba para nada que lo acertara.
-¿Cómo has llegado a esa conclusión?-dije confusa.
-Lo he mirado en internet- cogí un cojín y se lo tire por tramposo-era broma- rio un poco- me he pasado toda la noche pensándolo, no te creas que yo me rindo tan fácil. Además ese era otro deseo y lo tenía que cumplir sí o sí- un incomodo silencio se guardaba en aquella habitación. Los dos estábamos mirándonos fijamente a los ojos hasta que el reacciono- bueno, supongo que te voy a dejar dormir- dijo andando hacia atrás para buscar la puerta y salir. Me dijo un último adiós y se fue.
Antes de seguir durmiendo estuve pensando en Rubén. En el momento que estuvimos callados un momento, nos lo dijimos todo. Por un momento pude pensar que el sentiría algo por mí. Pero eran falsas ilusione, ya que seguramente con el que le gustaría estar en esos momentos seria con sus amigos y no con una simple amiga quien acaba de conocer en el hospital. Además, si mal no recuerdo se le notaba mucho a Rubén que le gustaba Sara. Muchas veces cuando estaba con el cumpliendo algún deseo o simplemente cuando quedábamos, le llamaba mucho Sara y se pasaban media hora hablando. Ese tiempo cada vez se iba aumentando más, y yo cada vez tenía menos esperanzas. Aunque eso no me quitaba el amor que sentía por Rubén.
Tanto pensar al final me dio sueño y me dormí. El siguiente día me desperté muy pronto, otra vez gracias a Rubén que entraba en mi habitación como si fuera su casa. No recordaba que teníamos que ir con Connor a hacer puenting, asique me prepare rápidamente para salir.
-Rubén gírate, que me tengo que quitarme el pijama para ponerme la ropa e irnos-el obedeció como un perro o como Colorines mi conejo, y se giró. Yo me estaba quitando la camiseta cuando Rubén me interrumpió.
- No sabía que tenias un tatuaje- me había mirado. Lo cierto es que me hice un tatuaje a los quince años en la nuca sin permiso de mi madre, a si que siempre he estado ocultándolo y muchas veces incluso se me olvidaba que tenia uno.
-¡Te había dicho que no mirases!- dije furiosa. No me gustaba que la gente viera mi cuerpo ya que mi cuerpo no es perfecto.
-Lo siento- dijo volviendo a darse la vuelta-¿Qué ponía en el tatuaje?- claramente no le iba a decir después de haberme mirado.
-Nada- dije un poco borde, dado que me enfado un poco que me hubiera mirado. Pero él se rio, seguramente por la manera en que me enfade. Isa también solía reírse cuando me enfadaba con ella. Según ella es porque ponía una cara muy graciosa y porque subía mucho las cejas.
Al final conseguí vestirme y nos fuimos con Connor. Seguramente os preguntareis porque me hice el tatuaje o que ponía. La respuesta es simple. Cuando empecé el patinaje sobre hielo aproximadamente con 8 años, digamos que no era la mejor. Siempre llegaba a casa llorando porque era muy difícil y no me gustaba nada. Un día mi abuela se sentó a hablar con migo y me dijo. "Hija no te preocupes porque no te salgan las cosas, porque allí donde está tu abuelo, no hay nadie que escriba lo que mañana puedes hacer tu. Porque eso está en tus mano y lo puedes cambiar cuando quieras. Por eso quiero que mañana cuando vuelvas a entrenar escribas en un papel mejoraré y te lo guardes en el bolsillo". Siempre hacia lo que mi abuela decía, y así fui mejorando poco a poco gracias a lo que ella me dijo. Más tarde empecé las competiciones y con quince años conseguí mi primera copa. Por eso decidí tatuarme la palabra mejoraré dedicada a mi abuela que murió un año antes.
La mañana se me paso volando. Para cuando me di cuenta ya me estaba poniendo el arnés para saltar. Estaba en un puente con bastante caída, y en esos momentos empecé a arrepentirme. Porque habría decidido cumplir este deseo con él. Seguramente fue el impulso que me hico saltar para poder impresionarle o para que supiera que yo estoy con él en todo momento. Primero fue mi turno y un monitor me explico las instrucciones. Tenía miedo ya que no le entendí nada de lo que me dijo y no sabía qué hacer, pero me solté, deje que el viento me llevara y salté. Por un segundo tuve la sensación de volar, y en otro pequeño segundo ya estaba quitándome el arnés para el turno de Rubén. El monitor le preparo a Rubén como lo hizo conmigo asegurando que todo estaba bien. Rubén no se lo pensó dos veces y salto. Pero algo raro había pasado. Después de parar debía de haber hecho un gesto de que estaba bien. Pero no izo nada, simplemente se quedo colgando. Nosotros le llamábamos pero él no contestaba, algo no había salido bien y me estaba preocupando. Por un momento pensé que se había muerto...
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40 deseos que cumplir contigo
RomantizmUna chica llamada Cristina tiene un accidente patinando. En el hospital de reposo conoce a su compañero de habitación. Cristina descubre que el chico tiene un año de vida por causa del cáncer. En una pequeña aventura con el chico cumplen 40 deseos a...