Manada | KookV

~ 27 ~

Cómo ya le era costumbre, Jungkook despertó antes de que el sol si quiera asomara sus primeros rayos por el horizonte. Al ser consciente de nuevo el sonido del agua corriendo a su lado y las copas de los árboles en movimiento suave orquestaron la mejor de las canciones de cuna, sin embargo, no lograron atrapar de nuevo a Jungkook en el sueño cuando se percató del peso a su lado.

No fue una sorpresa cuando su mirada se dirigió hacia el lugar y se encontró con el espectro de cabello dorado sobre su pecho, podía sentir los brazos del contrario rodeándole la cintura y una de sus piernas entre las suyas. Su presencia era tan cálida como el aliento que escapaba de su boca con un ronquido apenas perceptible.

Jungkook no pudo evitar mover la mano que le quedaba libre para mover un poco del cabello de Taehyung y descubrir parte de su rostro. En la oscuridad parecía apenas unas sombras, pero la mente de Jungkook hizo el trabajo restante reconstruyendo el rostro contrario hasta que lo pudo ver con claridad, con las pestañas largas extendiéndose sobre la piel de sus pómulos y los labios ligeramente fruncidos en un puchero, un poco más abajo las piedras del collar que llevaba puesto brillan incluso con la escasa luz de la luna.

Sin duda era una vista en la que Jungkook se tomó su tiempo en contemplar.

Por un segundo aguantando sus ganas de reír. En ese momento debería estar despertando al contrario, se suponía que ese era el turno de guardia de Taehyung pero a juzgar por lo profundamente dormido que se encontraba ya había pasado un tiempo desde que había caído en el sueño dejándolos completamente expuestos. Sin embargo, se sentía completamente incapaz de siquiera mover un músculo que trajera a Taehyung de vuelta del mundo de los sueños, se veía que descansaba tan plácidamente que si quiera el pensamiento de despertarlo le parecía inhumano.

Podía dejarlo pasar, después de todo no había pasado nada y Taehyung necesitaba de más descanso. En lo que llegaba el amanecer él podía encargarse de la tarea.

De nuevo las ganas de reír escalaron por su estómago, pero se negó a dejar salir cualquier sonido. Estaba perdido ¿desde cuando siquiera consideraba dejar pasar una falta tan grande? Desde que le otorgaron el nombre de general a los 18 años no dejaba pasar siquiera el más pequeño de los errores, sabía que muchos de los guerreros bajo sus órdenes se quejaban de lo estricto que era pensando que él jamás se enteraría.

Para cualquiera de ellos les sería casi fantástico ver a Jungkook dejar pasar algo como eso, les sería extraño de por si ver a Jungkook dormir mientras alguien más lo abrazaba. Para él mismo de hace unos meses atrás le parecía ya lo suficientemente increíble hasta el punto en que sabía que se habría burlado de cualquiera que se lo haya dicho.

Gastaba su tiempo mientras miraba a Taehyung, pensando en la cantidad de cosas que habían cambiado desde que se dio a la tarea de conocer un poco mejor al rubio. Incluso el día anterior y al anterior a ese le seguían pareciendo irreales mientras estaba junto a él.

Pronto el cielo comenzó a iluminarse en diferentes colores y los rincones oscuros del bosque que les rodeaba se volvían visibles. El día por fin había llegado. Otro día que Jungkook iniciaba con el cuerpo del omega aferrado al suyo, si era sincero no tenía razón para quejarse de ello más allá de tener que despertar a Taehyung.

Pero un indeterminado largo camino los esperaba y no podían perder mucho más tiempo.

—Tae —comenzó diciendo con tranquilidad en lo que parecía tantear el terreno, al no conseguir respuesta alguna de parte del rubio por fin decidió moverse un poco —Taehyung —añadió agitando suavemente su hombro, escucho un pequeño quejido y sintió como se acomodaba sobre su pecho con claras intenciones de no volver a realidad por su propia cuenta.