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El sol apenas salía, pero el día ya había comenzado hace un par de horas en la manada Norte. Las personas atendían sus responsabilidades diarias yendo de un lado a otro, saludándose con cortesía entre ellos. Los betas se dirigían a sus respectivos trabajos esparcidos por toda la manada, los omegas regresaban de acompañar a sus cachorros a la academia y haciendo listas mentales de lo que tenían que arreglar en sus hogares, unos cuantos alfas patrullaban las calles verificando que todo se encontrará en orden mientras que otros se dirigían al ruedo a entrenar.

Y más allá, en la entrada de la ciudad principal de su manada, en donde ondeaba de forma orgullosa el estandarte de una montaña nevada característica de su manada, enormes bestias se acercaban a gran velocidad, sus patas moviéndose ligeras entre trampas naturales que el bosque ofrecía y tan sigilosos como si en acecho se encontrasen. Unos enormes y fieros guardianes de la manada, los alfas de sangre pura, quienes incluso antes de que el más madrugador de los betas se despertase ellos ya se encontraban en el bosque haciendo reconocimientos de posibles peligros.

Entre ellos un lobo grande de pelaje azabache que brillaba contra los primeros rayos matinales iba al frente del resto con mirada calculadora. Sus compañeros se esforzaban por seguirle el paso después de su larga expedición en los límites de su territorio, pero parecía que el lobo negro apenas y había calentado.

Jungkook sin duda era un prodigio incluso entre los alfas de sangre pura.

Cuando llegaron a la entrada y redujeron su velocidad ya había un par de habitantes saludándolos con ánimo. Ellos en su propia forma de lobo eran casi tan altos como lo de un beta promedio e igual de intimidante que un lobo salvaje, pero los habitantes los veían más con admiración que con cualquier temor. Ellos eran sus guardianes después de todo.

Recorrieron el camino de esa forma en dirección a la gran construcción que se encontraba justo a la mitad de la ciudad principal. Las miradas de los habitantes los seguían formando líneas alrededor del pequeño grupo de apenas 4 alfas, pero aun así guardaban espacio para no detener su marcha de forma respetuosa.

«¿Les ha ido bien?»

«¿Están muy cansados?»

«Pueden pasar a mi hogar a comer más tarde si les apetece»

Las ofertas y preocupaciones nunca faltaban durante su recorrido hacia "La Gran Casa" hogar de los líderes de la manada. Muchos betas, pero en su mayoría se trataba de omegas quienes buscaban llamar la atención de alguno de los jóvenes alfas de sangre pura. Ellos ya podrían estar acostumbrados a recibir tales tratos pues eran pocas las ocasiones en las que unos alfas tan jóvenes tomaban puestos de tanta importancia. Pero algunos lo tomaban mejor que otros y Jimin, por su parte, se lo tomaba mejor que cualquiera, por esto el lobo de pelaje color miel brillante fue el primero en perder su forma volviendo a ser un joven apuesto y perfectamente peinado.

— Hey preciosuras — dijo el alfa sin parar de caminar detrás de sus compañeros, pero prestando más atención a los omegas quienes chillaban emocionados — Estoy un poco cansado, pero vale la pena de solo pensar que estarán a salvo — expresa en tono coqueto que hace a más de un omega suspirar.

La gente comenzó a moverse hacia la parte de atrás del grupo de alfas en donde Jimin intercambiaban un par de palabras con todos lo que se cruzaran en su camino. Él no hacía distinciones entre alfas, betas y omegas a la hora de pasar un buen rato, aunque esto significara sólo una charla de temas triviales.

Por otro lado, los tres alfas restantes ni siquiera giraron a esperar a su compañero pues siguieron su paso hacia su destino. Un lobo gris fue el único en lanzar un gruñido en desacuerdo el cual no pasó desapercibido para Jungkook quien aún con el alboroto de su alrededor lo escucho de forma perfecta, su oído nunca podría fallarle.

Manada  |  KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora