Manada | KookV

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Durante las próximas horas Taehyung sentía su cuerpo despertar cada vez más y con ello el dolor en su costado fue inevitable. Había intentado sentarse por voluntad propia al sentir su cuerpo demasiado entumecido, pero al hacer el esfuerzo un quejido de dolor terminó por alertar a Jungkook quien no se retuvo en regañarle y sermonearle por el estado de su cuerpo. Sungjae había sido el encargado designado en explicarle a Taehyung en donde se encontraban y con quienes, por supuesto obviaba ciertos detalles de lo sucedido aquella noche ya que se encontraban rodeados de gente, pero Taehyung no necesitaba escucharlo de alguien.

Sabía perfectamente que había pasado y el por qué.

La caravana no se detuvo en el resto del día. Había pasado tiempo jugando con unos niños betas que se encontraban sobre la carreta para entretenerse después de que Jungkook lo ayudará a tomar un asiento más reducido. Los pequeños le estaban enseñando juegos de los cuales él jamás había escuchado, se preguntaba si era porque aquello juegos no se jugaban en la zona alta o solo era que jamás había salido a jugar durante su niñez, de cualquier forma, podía sentir una emoción particular junto con los pequeños cada que comenzaban un nuevo juego a pesar de ser pésimo en ello.

No era secreto el hecho de que había llamado a Jungkook un par de veces para que lo ayudara ya que el alfa seguía con su continua custodia a la carreta, cuando los niños jugaban a las espadas con pequeños palos y se unían para vencer al gigante Taehyung solo hacía falta unas cortas palabras para llamar al gigante más gigante de cabello negro y que los pequeños caballeros abandonaran su misión corriendo y brincando, intentando huir del alfa.

Para el resto de los betas heridos aquello solo era un show del cual podían reír.

Los niños no tardaron en cansarse y buscar a su familia que iba en algún punto de la columna que viajaba lentamente, la carreta volvía a caer en la tranquilidad y Jungkook se acercaba un poco más para comprobar que Taehyung se encontrara bien, intercambiaron un par de palabras, pero pronto el nombre del alfa fue llamado desde la parte superior de la columna y ambos sabían lo que significaba.

—Le diré a Sungjae que venga a hacerte compañía —le dijo el mayor cuando se vio obligado a seguir al alfa desconocido pues ambos harían una ronda de vigilancia alrededor de la columna —volveré en cuanto pueda ¿sí?

Taehyung miró a Jungkook con cierta preocupación, no le gustaba la idea de que el alfa se alejara pero Sungjae le había explicado los términos que Jungkook había tenido que aceptar para asegurar un lugar en el grupo de refugiados y lo que menos quería era poner la situación aún más difícil para él.

—Está bien —contestó intentando mostrar una sonrisa convincente a pesar de las intenciones de su omega por pedirle que se quedara —ten cuidado

El alfa sonrió ladino ante la preocupación de Taehyung y como única respuesta se acercó un poco más al omega para depositar un rápido beso sobre los mechones dorados que le caían por la frente, Taehyung cerró los ojos por instinto apreciando la efímera calidez que el gesto le regalo y para cuando abrió los ojos de nuevo Jungkook ya se encontraba caminando en dirección al otro alfa que los esperaba.

En cuanto se encontró solo un sentimiento extraño lo sobrecogió. Miraba a su alrededor en donde los otros betas heridos se encontraban en su propio mundo tomando una siesta o mirando el camino sin prestarle el más mínimo de atención y fue entonces que se dió cuenta de que era lo iba mal. Estaba realmente solo.

Había pasado ya un tiempo desde que no tenía un momento en donde no sentía una presencia conocida a su lado y la sensación amarga pero también familiar de la soledad regresó a su pecho como un fantasma. Antes había pasado días enteros sin ver a nadie, se habría parado como la presencia invisible que era normalmente en los banquetes o presentaciones sin ningún tipo de queja, no importaba cuantos alfas tuviera su escolta porque él siempre se encontraba solo.