Un día me desperté de cama como siempre, pero no era un día común, era uno especial, era la última fecha de diciembre. El año nuevo estaba a menos de veinticuatro horas, y tenía planeado recibirlo encendiendo fuegos artificiales en el parque, junto con mis amigos.
Desayuné con mi familia, y al finalizar papá me dio dinero para comprar muchos fuegos artificiales. Mamá levantó la mesa muy apresurada porque ese día era unos de sus favoritos. A ella le encantaban los detalles, por eso preparaba muchos dulces para sorprendernos con una bonita y original cena cada año.
Fui a la casa de mi mejor amigo Max para ir juntos a la casa de nuestros otros amigos, pero nadie respondió su puerta a pesar de mis reiteradas tocadas. Me pareció muy extraño porque había quedado en ir a su casa, pero él no respondió a mis tocadas. Su mamá nunca iba a atenderme, pues ella salía a su trabajo, así que el único tenía que ser Max.
Al poco rato, mi celular empezó a vibrar. Era un número desconocido, lo cual me extrañó, porque todos mis amigos y compañeros del colegio sabían mi número y yo de ellos.
— ¿Quién es? —respondí muy inseguro.
— ¿Es el joven Caramel? —escuché preguntar a una extraña voz.
Me quedé callado por un breve momento pensando que realmente a Max se le escuchaba muy gracioso tratando de imitar una voz seria. Dejé escapar una pequeña risa mientras Max continuaba fingiendo una voz de oficinista, aunque él ya sabía que me había dado cuenta.
—Max, en dónde estás. Desde hace rato te estoy esperando para que me abras la puerta, además, por qué no me llamas con tú número.
—El de siempre lo dejé en casa y este lo tengo conmigo. Es mi nuevo número.
— ¿Así?, entonces no estás en casa, ¿verdad?
—Aja —respondió despacio y divertido.
—Entonces tengo que ir de compras, solo con los chicos, sin ti.
— Exacto —continuó con su particular tono de voz.
— ¿Y ya no prenderás fuegos artificiales con nosotros?
— ¡Acertaste!
Respiré hondo. Max se escuchaba muy tranquilo mientras hablábamos, así que decidí seguirle el juego, además, no había sido la primera vez que me jugaba ese tipo de bromas.
—Está bien —dije resignado—, entonces iré con los chicos.
—Te llamaré, Caramel.
Me alejé de la casa de Max para continuar mi camino hacia la casa de mis otros amigos, quienes se encontraban entusiasmados por la compra.
Mis amigos y yo nos fuimos a una feria donde vendían todo tipo de luces artificiales. La feria era genial, pero no pude disfrutarlo porque Max no estaba con nosotros. Yo pensé que se iba a reunir con nosotros, por eso no dejaba de mirar por todos lados para verlo aparecer con su rostro sonriente. Esa esperanza se fue desapareciendo al transcurrir las horas.
Max no apareció.
Durante el regreso a casa me puse a ver mi celular reiteradamente, pero no tenía ni una llamada perdida y ni un mensaje de texto. Intenté llamarlo, pero la operadora de la empresa me decía que el número no existía. Mis amigos se reían animados, mientras que yo no me encontraba disfrutando la alegría de todos, más bien, toda mi atención se encontraba en mi celular. No estaba bien que los ignorase, por eso guardé mi celular para unirme a la alegría de mis amigos.
Max no apareció en todo el día y ya no faltaba mucho tiempo para el año nuevo. Mis amigos notaron la ausencia de Max, pero no se preocuparon mucho porque se había comunicado conmigo, y también porque todos pensaban que Max iba a pasar por primera vez el año nuevo con una chica.
La moche nueva estaba a pocos minutos, por eso la gente empezó a embellecer el cielo con brillantes luces de colores. En ese momento mis amigos también estaban encendiendo las luces que habían comprado, pero para mí era imposible hacerlo porque Max no estaba. Preferí quedarme en casa junto con mis padres y ver con ellos las luces del cielo sin pensar en nada. Pero era imposible no pensar en Max, porque esas luces me hacían recordar la Navidad, el día que mi amigo cumplía años. Respiré hondo para que mi vista no se nublara delante de mis padres. Afortunadamente mi celular sonó, así que rápidamente lo saqué de mi bolsillo para contestar.
—Max, en dónde estás, te he estado esperando todo el día —reclamé indignado.
—Feliz año nuevo, Caramel. Ahora debe ser año nuevo en Perú.
Las explosiones de las luces eran intensas. El cielo colorido le estaba dando la bienvenida al año nuevo y Max no estaba conmigo, estaba lejos. Su voz lejana me afligió mucho.
—Por qué no me dijiste que te ibas a ir a Inglaterra.
—No estoy en Inglaterra —dijo alegremente.
—Por qué no me dijiste que te ibas de viaje —reclamé resentido.
—No te dije porque es parte del plan.
—Por qué no me dijiste...
—Pensé que sería divertido aprender alemán, por eso hice el viaje. Tengo que apresurarme con este idioma porque terminaré la secundaría en Alemania. Mamá está feliz y mis abuelos también. No será difícil comunicarme con ellos, ya sabes, ellos hablan inglés.
No supe qué decir y él se dio cuenta. Quise colgar el teléfono y esperar su regreso a Perú, porque Max no podía decirme que no iba a terminar el año escolar conmigo. Se suponía que terminaríamos la secundaria y luego seguiríamos nuestros caminos separados, pero no antes.
—Quiero que Caramel me extrañe mucho y que sufra sin mí, pero también quiero que seas feliz a tu manera. Los has preferido a ellos y no a mí, por eso me fui, para que puedas cumplir las expectativas de todos. Sacrifica tu felicidad por ellos ¡Ánimos!
—Cuándo vas a regresar, Max —pregunté ignorando sus palabras, porque no era posible que Max se fuera.
—Terminaré la secundaría aquí y también la universidad, saldré con una linda chica, me casaré con ella y tendremos muchos hijos. También tendremos un gato y un perro. Así que no creo que regresé a Perú para quedarme, pero iré para visitarte, lo prometo.
Enmudecí...
—No ahora, Max, tenía que ser después de la sec...
—No hay diferencias, Caramel. Si me quedó junto a ti no podré tener un amor normal como deseas. Estoy enamorado, recuérdalo, por eso quedarme contigo te complicaría la vida, y no quiero que...
—Si me quisieras no te hubieras ido sin decirme nada —interrumpí—. Estuve en tu casa desde muy temprano, y a pesar de que me llamaste, no me dijiste que estabas en Alemania. Soy tu mejor amigo, no sabes lo preocupado que estuve. No te puedes quedar en Alemania, porque...
Estaba actuando como un niño caprichoso...
Era lo mejor para los dos, Max estaba haciendo lo mejor. Su lejanía iba a salvar nuestra amistad de ese amor que no podía corresponder. Aunque mi voz temblaba de frustración, tenía que apoyar la decisión de Max. Era lo mejor.
—No te demores en visitarme —dije despacio.
Los hermosos fuegos artificiales que alegraban a las personas en el año nuevo no pudieron mejorar mi ánimo. Deseé que se detuvieran porque me recordaban a Max... y él no estaba conmigo. A pesar de todo, iba a dar lo mejor de mí para no sentirme afligido por su ausencia, porque Max y yo habíamos sido inseparables desde pequeños. Aunque la separación fue brusca, yo le iba a sonreír en las video llamadas para apoyarlo y para mentirme de que todo estaba bien.
ESTÁS LEYENDO
AUN SIEMPRE SERAS TÚ |1RA PARTE|
Teen FictionCaramel es un joven un que recuerda momentos peculiares de las diferentes etapas de su vida. Esos recuerdos se encuentran marcados por su mejor amigo Max, un joven de ojos azules y de sorprendente belleza el cual atrae a muchas chicas. Max siempre...