81 - ...Pero te quiero.

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Mis amigos más cercanos solían venir a mi casa para compartir momentos juntos el día de mi cumpleaños. Tenía la costumbre de mirar películas, cenar la comida que mi mamá preparaba y al final todos me sorprendían con bonitos regalos adornados con tarjetas donde me deseaban un maravilloso feliz cumpleaños. Ellos realmente me alegraban el día.

Mamá siempre se preocupó por realizar cumpleaños con globos y piñatas desde mis primeros años, pero en mis siguientes cumpleaños fui reduciendo la presencia de los invitados, dejando entre ellos a mis amigos más cercanos.

Muchos rostros fueron cambiando en mis cumpleaños, pero el único que siempre estuvo a mi lado desde el primer cumpleaños que mamá me celebró, era el de mi mejor amigo Max, el extrovertido adolescente de ojos azules que tenía locas a las chicas por ser apuesto.

Max me alborotó en uno de mis cumpleaños al confesarme sus sentimientos inesperadamente cuando estábamos a solas en mi habitación. Traté de evitarlo, ya que antes de acorralarme con las palabras que cualquier chica deseaba escuchar de él para ella, supe que sus bromas dejarían de serlo y que su mirada traviesa no me dejaría ir a pesar de saber que estaba mal.

Los dos compartíamos un lazo muy importante de amistad, y no solo eso, ya que nosotros éramos como hermanos. Nuestros padres siempre nos vieron de esa manera. Nunca deseé un hermano porque su compañía siempre llenó ese vacío cada día, y fue por él que dejé las envidias cuando veía a otros niños con sus hermanos.

Max quebró ese lazo tan importante que traté de fortalecer entre los dos. A pesar del puro amor fraternal que sentía por mi mejor amigo, amaba sus atenciones y la preferencia que me demostraba a propósito para que supiera que me anteponía frente a cualquiera de sus chicas. En el fondo me encantaban sus demostraciones de fidelidad, porque me dolía mucho cuando se apegaba a una chica más de la cuenta y se demoraba en preferirme. Siempre hacía falta que Max me engriera para evitar que sintiera miedo de perder la amistad que tanto amaba de él.

Max, mi mejor amigo, dijo que me amaba... y yo no supe que hacer. Cuando bajamos a la sala, me puse a pensar en el valor de aquella declaración, porque yo tenía a Cristal, mi amiga del colegio y mi enamorada. Ella era genial, muy alegre y fuerte. No llevábamos saliendo mucho, pero era mi primera. No era justo que Max me confundiera para motivar decisiones imposibles que podrían afectar la relación que tenía con ella.

Durante la cena me esforzaba por sonreír con las ocurrencias de Clara, una de mis amigas cercanas que había venido a mi cumpleaños. Todos reían y conversaban tan naturalmente a diferencia de mis fingidas expresiones, ya que mi mente me hacía recordar lo vivido en mi habitación, además, la persistente mirada de Max no me ayudaba en nada.

Qué pasaría, me puse a pensar cuando empezamos la ronda de karaoke, qué pasaría con cada uno de las respuestas, porque tenía que dar una. Mientras Max cantaba "Todo Estaba Bien" de RIO, me convencía a cada minuto que no podía ser posible. Él tenía las manos de un chico, su figura esbelta, sus facciones tan bonitas y su voz armoniosa eran las de un adolescente, un hombre. Nuestro futuro sería el de dos hombres viviendo rebeldemente frente la sociedad y también frente a la naturaleza. Lo quería mucho, pero me asustaba todo lo que estaría en contra de ambos si los dos...

Qué pasaría, me puse a pensar cuando vi a Cristal ayudando a mamá con la torta de cumpleaños. Ella, a diferencia de Max, era una chica, por eso podía salir con un hombre, casarse y tener hijos. Nada estaría en contra de su felicidad frente a la sociedad y frente a la naturaleza. Por eso no existían excusas para terminar lo que teníamos.

Qué pasaría, me puse a pensar cuando miré a mis padres, quienes nos acompañaban mientras mis amigos me cantaban el "Feliz Cumpleaños". Era su único hijo. Seguro no se imaginaban que mis pensamientos me torturaban con la respuesta que tenía que darle a mi mejor amigo. Definitivamente mi decisión se fortaleció al verlos como un matrimonio perfecto. No quería destruirles la felicidad de seguir teniendo una familia bonita.

Pero...que iba a pasar con nosotros.

Mi más grande temor era perderlo, pero sabía que ya lo había perdido frente a mi respuesta.

Todos se despidieron al finalizar la reunión. También quise que Max se fuera, pero supe que no lo iba a hacer porque él siempre se quedaba cuando todos se iban. Decidí acompañar a Cristal a su casa para darme más tiempo. "Voy a esperarte en tu habitación", me dijo cuándo salí junto a Cristal. Supe que lo haría. Por primera vez, mientras regresaba, mantuve la esperanza de no encontrarlo en casa.

Cuando regresé...lo encontré. Un escalofrío recorrió mi cuerpo.

"Deja de jugar a los novios con Cristal", me dijo acercándose a mi cuando apenas había cerrado la puerta de mi habitación. "No es divertido, así que mejor termina con ella ahora, porque no pienso compartirte ni un día más. Ahora eres mío, Caramel ¿Quieres que se lo diga?"

Nada estaba bien...

"No, Max, no voy a terminar con ella", le dije sin mirarlo, "Te quiero mucho, pero no podemos, no estaría bien, además, Cristal no merece que la lastime, por eso no voy a terminar con ella".

AUN SIEMPRE SERAS TÚ |1RA PARTE|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora