Mi mejor amigo Max era muy apuesto, por eso gracias al consejo de su compañera de salón, Lore, decidió enlistarse en una agencia de modelos. Al principio, cuando me lo contó, me dio mucha gracia. No podía imaginarme a mi amigo haciendo poses extrañas delante de las cámaras fotográficas para alguna sesión.
— ¿En serio te inscribirás? —le pregunté dudando.
—Sí, además, esto del modelaje debe ser fácil —me dijo entre risas mirando la página web de la agencia.
Le pedían la autorización de los padres si era menor, lo cual la tenía, ya que su mamá decía que era bueno que su hijo Max fuera familiarizándose con las relaciones personales en el ambiente laboral. El otro requisito era mandar sus fotos en primer plano y uno entero.
Al día siguiente lo llamaron para hacerle una sesión de fotos, con los cuales armarían su portafolio. Su madre no dudó en acompañarlo, aunque Max quiso ir solo, pero fue lo mejor.
Max me dio la noticia de manera oficial cuando regresó. Ya era parte de esa agencia de modelos. Poco después fue seleccionado para una sesión oficial donde modelaría ropa adolescente para una marca reconocida.
Su nueva etapa de modelo fue explosiva, ya que logró que su popularidad volara por los aires en el colegio. Cuando nuestras compañeras lo vieron en un catálogo de ropas, no dudaron en agarrarse varios ejemplares del mostrador donde se estaba exhibiendo. Ellas los repartieron en clase como si fueran periódicos. Aquel día fue uno muy alborotado.
—Ahora sales en catálogos de ropa, entonces, ¿vas a tener que ir a clases de modelaje para aprender a caminar en las pasarelas? —le dije mientras miraba sus fotos en uno de los catálogos que logré conseguir de las chicas. Estábamos en la hora del recreo.
—No tomaré clases, pero me seleccionaron para un desfile.
—Seguro no te vas a negar.
—Me van a pagar bien, además, no creo que sea difícil.
—Aceptarás para que puedas pagar las salidas con tus novias, ¿verdad?
—Te ves adorable cuando te pones celoso —dijo mirándome fijamente de manera que lograba que desviara mi mirada de él.
Su nueva faceta como modelo le quitaba tiempo, ya que solía tener sesiones que demandaban viajes largos y agotadores, pero eso era lo de menos. Max se veía a gusto. Era el trabajo perfecto para él.
Hasta entonces Max había sido un apuesto chico con amigos de barrio, pero desde que empezó a frecuentar la agencia de modelos, a su lista de amigos se le fueron sumando jóvenes de agraciadas características físicas, aquellos que salían junto a él en los catálogos de ropa. Todos ellos estaban fuera de nuestro mundo de barrio, porque no era común ver a chicos con esas características en el colegio nacional donde estudiábamos, ni en la cuadra donde vivíamos. La única excepción era Max, porque él tenía unos hermosos ojos azules y además porque se veía muy bien al lado de esos chicos de catálogos.
—Todas estas personas, ¿existen? —le pregunté cerrando el catálogo sin mirarlo.
—No lo sé, pero —Max agarró el catálogo y me mostró la foto de una chica, la chica que me impulsó a hacerle esa pregunta — ella sí.
La foto era de una chica de largos cabellos rubios, de características faciales muy bonitas y con unos claros ojos pardos muy impactantes. Era imposible creer que realmente existía una chica tan bonita. Esa chica no era una chica de barrio. Mi amiga Clara era muy hermosa, no tenía nada que envidiarle a esa chica de catálogo, pero los chicos se morían por las pituquitas gringuitas de cabellos rubios y ojos de color.
—En persona es mucho más bonita —dijo sorprendiéndome.
—Debe ser y seguro ya son buenos amigos...
Max me quitó el catálogo y me dio un leve golpe en la cabeza luego de enrollarlo. Yo me sorprendí un poco por lo que había hecho, pero supuse que lo hizo para regresarme a la realidad, ya que mi mente había divagado al ver a tantos jóvenes agraciados. Era otro mundo, uno que mi amigo empezaba a vivir.
—Tranquilo —me dijo sentándose a mi lado—. Yo solo tengo ojos para ti, porque nadie es más importante que Caramel.
—Debemos regresar —le dije cuando escuché el timbre que anunciaba el término del recreo.
Cuando regresé a mi salón de clases, aún conservaba la revista. Lo guardé en mi mochila sin que ninguna chica se diese cuenta, ya que era posible que me lo quitasen si lo veían en mis manos, por eso fui muy cuidadoso para que no me quitasen el nuevo mundo de Max donde quería pertenecer junto a él.
Max era libre. Al pasar los años, a pesar de ser su mejor amigo, de cierta manera iba perdiendo derechos sobre él. Lo sabía, no podía hacer nada. Mis privilegios fueron disminuyendo desde que empezó a salir con su primera novia, desde que comenzó a trabajar y desde que comenzó a frecuentar a sus nuevos amigos, quienes vivían en un mundo de belleza, dietas y sesiones de fotos para catálogos.
Tenía mucho miedo de que todas esas nuevas personas que lo rodeaban lo alejasen de mí y lo hicieran cambiar. Yo solo era un chico normal al lado de un chico poco normal, quien jugueteaba con mis cabellos y me sonreía tan sinceramente cuando nos encontrábamos para hacer la tarea o salir a divertirnos.
Su nuevo mundo no nos alejó, porque permaneció a mi lado a pesar de sus tan sofisticadas nuevas amistades, a quienes escuchaba preguntar por mí cuando Max me llamaba durante sus sesiones de fotos para contarme como lo estaba pasando. Siempre estaba atento a las llamadas de mi mejor amigo, ya que era los que nos unía cuando él estaba en su nuevo mundo y yo en el mundo que ambos teníamos juntos.
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AUN SIEMPRE SERAS TÚ |1RA PARTE|
Teen FictionCaramel es un joven un que recuerda momentos peculiares de las diferentes etapas de su vida. Esos recuerdos se encuentran marcados por su mejor amigo Max, un joven de ojos azules y de sorprendente belleza el cual atrae a muchas chicas. Max siempre...