41 - Sal Conmigo

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Los profesores de clases siempre nos pedían que trabajáramas en grupos para cualquier actividad. Ellos consideraban que de esa manera podíamos interactuar entre nosotros y conocernos más. Yo siempre formaba grupo con Cristal, Clara y Fabián cuando se trataba de cuatro integrantes. Para nuestra mala suerte no todos los profesores aceptaban los grupos por afinidad, ya que ellos preferían hacer sorteos para separar a los chicos que solían juntarse siempre, como en mi caso y el de mis amigos. "Tienen que conocerse más entre ustedes", solían decirnos.

Desafortunadamente, en un sorteo para grupos, me había tocado estar con dos compañeros que no eran de los que cumplían con sus tareas, sino más bien eran de los que dejaban todo a la última hora. Ellos se llamaban Violeta y Rodri. Yo respiré hondo por mi mala suerte, pero me tranquilicé cuando la profesora mencionó al cuarto integrante: Caro. Él no era descuidado, él hacía sus tareas, por eso sentí un poco de tranquilidad.

Caro era un chico alto, serio, de pocas palabras, alguien con quien no solía hablar mucho. A pesar de que era parco, Caro siempre se explayaba muy bien con sus amigos, con quienes se le veía reír abiertamente. A parte de ellos, parecía que a Caro no le importaba comunicarse con nadie más, pero eso no me preocupaba porque él era cumplido con sus tareas y tambien era muy bueno exponiendo. Eso era lo más importante para mí.

—Seremos los únicos —me dijo mientas me hizo pasar a su casa.

—Qué pasó, por qué.

—Los chicos me llamaron para decirme que se les presentó un problema.

—Me lo imagino, es común en ellos, no me sorprende —dije.

Los dos nos pusimos a armar el índice de nuestro tema en la sala de su casa para poder buscar la información necesaria. Caro tenía interesantes propuestas. Me agradó estar solo con él porque Violeta y Rodri solo nos iban a entorpecer la reunión. Ya había trabajado con ellos anteriormente, por eso sabía los distraídos que eran.

—Y qué se sintió el beso de Max —me preguntó sin tartamudear.

— ¿Qué? —su pregunta realmente me sorprendió mucho.

—El beso, ese que te dio en la obra de teatro.

Estábamos en medio de nuestro trabajo, y él había sacado el tema de la nada. No hubo motivo para iniciar un tema que no venía al caso, ya que estabamos en medio de nuestra tarea. Ese beso con mi mejor amigo Max había sucedido a fines de tercero en una obra de teatro de clausura del año escolar. Hasta entonces habían pasado más de tres meses de vacaciones sin que nadie lo volviera a mencionar.

—Sé que te refieres al de la obra, pero porqué me preguntas algo como eso.

—Solo quiero saber si te gustó, nada más.

—No tiene sentido —dije muy cortante—. Nadie me preguntó por eso como lo haces tú. No lo veo apropiado responder.

Di por terminada ese tema porque no tenía sentido. Miré mi portátil, aunque el continuó mirándome fijamente. Su mirada me estaba incomodando.

—Caramel, me gustas —dijo seriamente sin desviar su mirada.

El me heló. Su mirada fija era perturbadora.

Lo había escuchado muy claro, pero fingí. No despegué mi mirada de la pantalla de mi portátil, y empecé a escribir temas referentes a nuestro índice. Trataba de pensar en la tarea, aunque mi temperatura iba subiendo de lo nervioso que Caro me había puesto con esas tres palabras. "No escuché nada", me decía.

—Me gustas —volvió a repetir.

—No puede ser, cállate, me desconcentras —continúe leyendo la pantalla de mi portátil muy incómodo.

—Quiero salir contigo, Caramel.

—Deja de bromear —le reproché sin poder evitar mirarlo, tratando de mantener mi compostura y tranquilidad—. Los hombres no pueden salir con otros hombres. Eso es tan...

—Si pueden salir, créeme, salgamos y veras.

—No, no pueden, nunca podrán.

—Sal conmigo.

—No.

—Por qué no ¿Te gusta Max? No me sorprendería si te gusta. A muchos de mis amigos les gusta ese tal Max.

—No hables de Max, él no es como tus amigos...

—No te molestes, solo estoy especulando, nada más.

Nunca esperé estar conversando con Caro sobre temas que no tenían nada que ver con la reunión de grupo. Traté de volver a la tarea, pero apenas podía ver las letras de mi portátil, ya que estaba fuera de mí, alterado, molesto. Quise irme de su casa en ese instante y dejar a un lado la tarea, pero no pude.

—Debes sentirte tan mal de que le gustes a un hombre.

—No. Lo siento, es solo que...me tomaste por sorpresa. Entiéndeme, pero es que yo no...

—Lo sé, Caramel, no te disculpes, yo soy el del problema, discúlpame. Ya sabía que no ibas a querer nada conmigo, pero quería intentarlo.

—Tampoco te disculpes, solo hagamos las tarea por favor.

Cuando me fui de su casa me sentí muy perturbado por lo que había pasado. Nunca creí que en esa reunión de grupo un chico me iba a decir que yo le gustaba como si nada. El nunca antes había mostrado algo especial por mí en el colegio. Lo tenía muy en cuenta.

Afortunadamente Caro continuó siendo el mismo chico de siempre en la clase, quien solo interactuaba con sus amigos. Aunque sí hubo un pequeño cambio, ya que él empezó a saludarme cada vez que nos cruzábamos en el colegio. Consideré que lo hacía para recordarme ese secreto que compartía conmigo.

AUN SIEMPRE SERAS TÚ |1RA PARTE|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora