83 - Cumpleaños

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El cumpleaños de mi mejor amigo es el veinticinco de diciembre, el día de la Navidad, un día genial para todos. Ese día las familias pasan juntos la noche buena, cenan en una gran mesa y se entregan muchos regalos. De pequeño me encantaba la navidad, como a todos los niños, porque amaba las sonrisas de los que me rodeaban y también los regalos que me entregaban. Era mi día favorito, pero la Navidad opacaba el cumpleaños de mi mejor amigo Max.

Un trece de diciembre mi mejor amigo Max llegó a mi casa con una gran sonrisa. El me pidió que lo acompañase a su casa para mostrarme una abarrotada pila de regalos que se encontraban sobre su cama. No me hice de rogar, así que me acerqué a sus tesoros envueltos con papeles de colores.

— Regalos —dije sorprendido—. Quién te los dio, Max.

—Es porque hoy es mi cumpleaños— dijo de lo más feliz.

Sus palabras me confundieron mucho. El día no era el correcto, además, no me había enterado con anticipación de la nueva fecha de cumpleaños que mi mejor amigo se había inventado. Fue una brusca decisión de Max.

—Les dije a todos que hoy es mi cumpleaños y se lo creyeron. Hoy vinieron unas chicas y me trajeron regalos— dijo al notar mi sorpresa.

Supuse que debió ser fácil engañar a muchos, porque recientemente habíamos terminado el primero de secundaria en nuestro nuevo colegio. Por el cambio de colegio, eran pocos los chicos que conocíamos de la primaria y más el número de nuevos compañeros de la secundaria. Muy aparte de sus nuevos amigos, nuestros viejos compañeros de la primera hicieron caso a la nueva fecha y al capricho de Max, a pesar de saber su verdadero cumpleaños.

—No me lo comentaste— me acongojé abriendo uno de los regalos.

—Es que no te quise mentir porque ya sabes que cumplo el veinticinco de diciembre.

—Pero por qué. Hoy no es veinticinco, hoy no es tu cumpleaños.

Max cogió uno de los regalos y lo empezó a abrir sin mucho cuidado.

—El veinticinco no solo es mi cumpleaños, también es Navidad. Ese día mis regalos de cumpleaños parecen regalos de Navidad porque todos están tan pendientes de dar regalos de Navidad a todo el mundo, por eso me cambié de fecha para tener un día que sea solo mío. Me encantan los regalos de cumpleaños y que todos me saluden, ya sabes: ¡Feliz cumpleaños, Max! Y luego que me den regalos. Quiero ser el rey del trece de diciembre y no compartirlo con nadie más.

—Pero siempre te dan regalos aunque no es tu cumpleaños, y todo porque que eres un príncipe para ellas —dije abriendo una caja de chocolates para tratar de no darle importancia —. Recuerda que hace poco una niña te regaló una bufanda que prácticamente gritaba haberlo hecho ella sola, luego otra chica te dio una bonita pulsera con tu nombre y después...

—Esos no son regalos de cumpleaños, esos son regalos de querer ligar conmigo. Esos regalos no me interesan para nada, además, ya sabes que no los acepto a menos que sean geniales —dijo riéndose—. Los regalos geniales son los de cumpleaños.

—...Igual, casi todos estos regalos son de niñas que quieren estar contigo —susurré comiéndome uno de sus chocolates.

—Lo sé, pero qué importa, de todas maneras son regalos de cumpleaños.

Ambos empezamos a abrir los regalos sin nada de cuidado. No todos eran de niñas, porque encontré muchas tarjetas con nombres de sus amigos. La situación empezó a hacerme sentir al margen, ya que fui el único en no darle nada en su primer cumpleaños inventado.

—Yo debería darte algo, Max. Si me hubieras dicho...

—El trece acompáñame a abrir estos y el veinticinco te estaré esperando con un gran regalo para que compenses el que no me diste el trece, así que ya sabes, Caramel —dijo bromeando.

—La Navidad es mi día favorito, Max, porque es tu cumpleaños. Ese día el cielo se ilumina de colores para ti. La Navidad es un día hermoso.

—Sabes que las luces no son para mí, Caramel —Max me jaló uno de los mechones de mi cabello sin lastimarme.

—Para mí sí —dije firmemente.

—Entonces, si hablamos de días favoritos, el mío es el trece de noviembre.

—Ese día...

—Sí, porque Caramel nació ese día y porque me hace muy feliz que caramel este vivo para mí. Además, por eso escogí el trece, porqué es mi número favorito.

—Pero siento que el trece de diciembre es una mentira —dije incómodo.

—No lo compliques. Es una mentira para los demás, pero no para Caramel, porque me sentiré el más desgraciado si Caramel no me saluda en Navidad por mi cumpleaños.

—Como siempre a las doce del mediodía —le sonreí feliz.

—Como siempre, Caramel.

—Y con un regalo grande, porque ahora sé que te gustan los regalos.

—Amo los regalos de Caramel, pero más te amo a ti.

—Max...

—Es broma, no tienes que darme un súper regalo, eso es lo de menos. Con tu sonrisa me basta y sobra hasta mi próximo cumpleaños.

Las siguientes horas nos quedamos curioseando los regalos que las niñas y sus amigos le había dado en ese primer cumpleaños inventado. Mientras nos quedamos conversando sobre regalos, me puse a pensar qué le podía regalar a mi mejor amigo en su cumpleaños.

El veinticinco de diciembre, después de su primer cumpleaños inventado, Max y su mamá pasaron la Navidad con mi familia. Me sentí muy aliviado, porque evitó mi plan de escaparme de casa y también un posible regaño de papá. Es que quise sorprender a mi mejor amigo con el regalo que le tenía preparado.

Mis padres se encontraban en la sala con algunos amigos y también con la mamá de Max, mientras los dos nos encontrábamos afuera mirando las primeras luces en el cielo. No quise que mis luces de colores fueran opacadas, por eso apilé todas los fuegos artificiales que había comprado y los fui prendiendo consecutivamente para que pintaran el cielo de hermosos colores.

—Feliz cumpleaños, Max —le dije mientras el cielo empezó a brillar sobre nuestras cabezas—. Todas mis luces son para ti en esta noche buena.

Max me miró con sus brillantes ojos azules que reflejaban el cielo de luces coloridas.

—Gracias, Caramel —me dijo con una bonita sonrisa—, por eso haces que cada día te quiera más.

AUN SIEMPRE SERAS TÚ |1RA PARTE|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora