capítulo tres.

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Makeyra.

—¡Boluda, Mateo te quiere caer! —gritó mi amiga apenas entramos a mi casa. Por suerte mi mamá todavía no llegó de trabajar así que no esta en casa para escuchar lo que acababa de largar Sashen.
Desde que salimos del colegio estuve contándole lo sucedido con Mateo en la puerta de dirección, y ella ya está emocionada pensando que el morocho podría tener algún interés en mí.

—No digas boludeces, Shai. —bufé tirando mi mochila en el sillón, la rubia hizo lo mismo— Seguramente se quizo hacer el galán porque estaba al pedo en la clase y no sabía qué hacer. —expliqué sacando mi celular del bolsillo de mi campera y sentándome en el sillón, mi amiga realizó la misma acción.

—Te dijo que sos hermosa, te dedicó un papelito re tierno ¡Y encima casi te come la boca! —enumeró con sus dedos emocionada— Key dejá de pensar que ningún pibe puede fijarse en vos, sos hermosa boluda, cualquier pibe se te tiraría. —acotó al ver como yo rodaba mis ojos ante las cosas que me estaba diciendo. Lo que mi amiga no entiende es que un pibe como Palacios se fija en las mujeres con lindo cuerpo y más atrevidas o sueltas, es todo lo contrario a lo que soy yo.

—Cambiemos de tema, no quiero hablar más de esto. —finalicé la conversación levantándome del sillón. Mi amiga bufó ante mi necedad. —¿Qué querés comer? —pregunté dirigiéndome a la cocina, ella me siguió por detrás y comenzó a revisar la alacena buscando algún paquete de cualquier cosa que sea comestible, con el hambre que tenemos pensamos comer lo primero que se nos cruce por delante de nuestros ojos.
Con el nivel de confianza que tenemos con Sashen mi casa ya es como la de ella, mi familia la tiene como una integrante más y creo que hasta la quieren más que a mí —¿Te van unos patys? —pregunté una vez que abrí la heladera y vi una caja de cuatro patys dentro.

—Si, yo encontré fideos tirabuzón. —respondió con una sonrisa en su rostro. Somos dos adictas a los fideos tirabuzón, siempre que venimos a comer a casa nos hacemos un paquete de esos con manteca y mucho queso cremoso; una delicia.

Puse a hervir agua en una olla de acero mientas mi amiga revisaba su celular que recientemente había estado vibrando. Me acerqué a la heladera con la intención de buscar algo para picar mientras esperaba que la comida se cocine y lo único que encontré fue un queso para rallar; aceptable.
Lo saqué de la heladera y agarré un cuchillo del cajón de los cubiertos, acto seguido me corté un pedazo bastante grande de éste pero lo guardé rápidamente en la heladera para no tentarme; si como queso de más no voy al baño por diez días mínimo, la triste historia de mi vida.

—Valen nos invita a una joda. —sonrió la rubia sin sacar su vista de su celular. Parece olvidarse con quien está hablando; la nerd del curso que nunca en su vida piso esos lugares raros y llenos de adolescentes descontrolados.

—¿Vas a ir? —interrogué girando la perilla del horno para que se caliente y luego de eso metí cuatro patys dentro.

—VAMOS a ir. —recalcó la primer palabra en plural, alzando sus cejas para mirarme pícara. Entendía perfectamente ese gestito.

—Soy Makeyra, Sashen. ¿Te olvidaste que nunca en mi puta vida salí de joda?

—Siempre hay una primera vez para todo. —guiñó su ojo y volvió su vista a la pantalla de su celular para comenzar a escribir.

Estoy casi segura que ya le estaba confirmando nuestra asistencia al ojiazul a aquélla joda porque sonreía como boba a la pantalla y mordía su labio inferior; Valentín la tiene hasta las manos.

—No quiero ir boluda, además no sé si mi mamá me va a dejar. —me excusé, en realidad seguramente a mi mamá no le va a molestar que yo salga, al contrario. Ella siempre me dice que deje un poco los libros de lado y que salga a disfrutar y aprovechar de los fines de semana como una adolescente normal.

objetivo; truenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora