capítulo treinta.

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Mateo.

Mientras caminábamos hacia la escuela a pasos lentos con la compañía de Valentín y Sashen, mi mente se encontraba completamente perdida en la imagen de la castaña. Nuevamente volví a tratarla mal y pensar en lo sensible que es, me siento la peor persona del mundo.

—¿Y a vos que te pasa? —preguntó la rubia sacándome de mis pensamientos, luego de calmarse de un ataque de risa que mi mejor amigo había provocado con algún comentario que no llegué a prestar atención.

—La traté mal a Key y ahora me siento un gil. —conté mientras refregaba mi cara con ambas manos en modo de frustración. Escuché un pesado suspiro salir de su boca.

—Boludo todos los días lo mismo con vos, todo bien con que te arrepientas pero cuando actuás en caliente te vas a la mierda con ella. —habló Sashen esta vez un poco más enojada, fruncí el ceño ofendido al escuchar el tono con el que me retaba.

—¿Qué querés que haga boluda? Me hace calentar y reacciono así, que se yo. —me defendí con ambos hombros alzados, Valentín se guardaba todo tipo de comentarios porque ya debe estar harto de todas mis cagadas con la castaña.

—Pero no es así Mateo, ella no va a estar toda la vida atrás de tu culo eh, va a llegar un día en el que se va a cansar de tus caprichitos de mierda y te vas a tener que ir olvidando de ella. —largó en un tono firme, no sé si se comió el papel de madre o si estar con Valentín le pega lo insoportable pero luego de escuchar aquéllas palabras decidí quedarme callado con tal de no pelearme también con ella, aunque mi humor se había vuelto el peor de todos y mis ganas de mandar a cagar a alguien se hacían cada vez más presente.

Me puse la capucha y mientras mis amigos seguían caminando de la mano, yo metí mis manos en los bolsillos y adelanté el paso con tal de llegar antes que ellos.

Luego de caminar unas cinco cortas cuadras, finalmente habíamos llegado al colegio, suspiré aliviado al ver que era relativamente temprano y tenía oportunidad de hablar con la castaña para pedirle perdón por la situación vivida ayer.

A pasos acelerados y sin ni siquiera saludar a los directivos que se encontraban vigilando en la puerta, entré a la escuela. Me alegré al ver en un rincón a Makeyra, aunque al instante se me fue la alegría cuando la vi acompañada de su novio. Aún así me acerqué.

—Hola Key ¿Podemos hablar? —pedí ignorando por completo la presencia del castaño, aunque éste al verme llegar me dedicó su peor cara.

—¿Qué querés? —preguntó fría, no voy a negar que aquél tono me intimidaba bastante, nunca suele ser así conmigo pero me lo merezco, lo reconozco.

—Te quiero explicar un par de cosas ¿Podemos hablar solos? —repetí esta vez mirando a su compañero para echarlo, un suspiro pesado salió de la boca de la castaña.

—Anda al salón Lu, ahora voy. —dijo ella mientras dejaba un beso en los labios de su novio, fruncí la nariz con desagrado al ver aquélla escena.

Su compañero algo inseguro decidió obedecerle, aunque estuvo unos cuantos segundos firme frente a mí pensando si realmente debería irse.

—¿Qué querés? Dale. —preguntó impaciente Makeyra mientras se cruzaba de brazos, pocas veces llegué a sentirla tan fría, para no decir nunca.

—Flasheé Key, no te quise tratar así, perdoname. —pedí arrepentido pero tratando de hacerla rápido creyendo que la castaña me perdonaría enseguida, fruncí el ceño al ver su reacción.

—¿Ahora venís? —consultó largando una fuerte carcajada sarcástica, no logro entender esa actitud— Tarde Mateito, me cansé de tus actitudes de mierda, dejame en paz. —pidió en forma de despedida mientras sonreía irónica. Iba a dirigirse hacia el salón para terminar la conversación, pero la frené agarrándola del brazo.

objetivo; truenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora