capítulo cuarenta y seis.

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Mateo.

Llegamos al colegio con la castaña y, al visualizar a nuestros amigos a pocos metros esperando para entrar al salón, nos acercamos a ellos. Fruncí el ceño confuso al ver la mirada de Sashen, parecía que me estaba tirando veneno a través de los ojos, estaba seria y callada pero su mirada me transmitía todo el odio que sentía. Tuve miedo, tenía miedo de acercarme ¿Qué podría hacerle yo a la rubia para que me desprecie de esa manera? Siendo las siete de la mañana, no tenía ganas de que me ataque cual perro rabioso.

-¿Qué le pasa? -murmuré a Key mientras nos acercábamos con lentitud hacia ellos, ella alzó sus hombros visualizando a su mejor amiga confusa, con el ceño fruncido de la misma forma que yo.

Suspiré hondo y finalmente caminamos los últimos pasos que nos quedaban hasta quedar frente a ellos, nunca tuve tanto miedo de hacer contacto visual con una mujer, precisamente con ella.

-Buen día. -saludó la castaña con amabilidad, dejando un beso en la mejilla de ambos. Su mejor amiga le correspondió el saludo con una sonrisa, mientras que Valentín fingía que nada pasaba, aunque su mirada fija en su novia con algo de preocupación no le permitía mentir.

Saludé a mi amigo con un choque de puños y finalmente saludé a su novia, quién al saludarla ni siquiera hizo una mínima mueca, fue un simple choque de mejillas, súper incómodo.

-¿Todo bien? -pregunté inseguro, mirando a Valentín ya que ni siquiera me animaba a chocar miradas con la rubia. Este asintió con su cabeza y agarró de la mano a su novia para finalmente entrar juntos al salón, parecía querer esquivar que Sashen esté en contacto conmigo, realmente era raro todo.

-¿Hiciste algo? -preguntó mi compañera con sus ojos tristes, fruncí el ceño seguro y negué con mi cabeza- ¿Y yo?¿Hice algo? -preguntó de la misma forma, me posicioné frente a ella y acuné su cara con mis manos.

-No hiciste nada amor. -aclaré para calmarla, ella asintió con su cabeza algo insegura y dejé un pequeño beso en su nariz- No te quemes el bocho, el tema es conmigo, no es con vos. -dije mientras que con muestras manos entrelazadas entrábamos al salón. Ella entendía menos la situación, estábamos iguales.

Llegamos a nuestra mesa y como siempre, dejé lugar a que se sentara del lado de la pared para luego sentarme a su lado.

-Entonces algo hiciste. -asumió con ambas cejas alzadas, suspiré cansado y nuevamente negué con mi cabeza.

-Yo no le hice nada, no sé cuál flashea. -dije algo ofendido, me parece cualquiera que se haga la mala mirándome sobradora sin ni siquiera venir de frente y hablar conmigo de lo que le pasa.

-Siento que pasa algo feo, me hacen sentir mal. -largó preocupada, sus ojos estaban un poquito vidriosos y llevaba ambas manos a su panza, como si allí estuviera la señal que le hace pensar eso. ¿Por qué está todo tan raro?

-No pasa nada amor, no te pongas mal al pedo. -la calmé acariciando su mejilla, ella largó un suspiro pesado y asintió con su cabeza- Para mi también 'ta todo raro, pero deben ser boludeces, después hablo bien con ella. -dije esta vez dejando un pequeño beso en su mejilla, logré calmarla un poco.

Dejamos de hablar cuando vimos la presencia de la profesora de Historia entrando al salón cargada de libros y acompañada de un vaso térmico probablemente con café.

Cuando la clase comenzó a Key se la veía bastante concentrada, o puede ser que sus ojos tildados en el pizarrón signifiquen que se colgó entrando en un extraño trance, es más probable la segunda opción. Para mí las horas que pasaban eran eternas, cinco horas en esta cárcel y encima teniendo a mi lado a la castaña en un estado de ánimo bastante caído, eso me ponía peor porque ni siquiera podía darle un mínimo gesto de amor sin que nos anden llamando la atención para que no nos desconcentremos en la clase, solo me quedaba acariciar su muslo por debajo de la mesa y dibujarle corazones en su hoja para tratar de sacarle una sonrisa.

objetivo; truenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora