capítulo cuarenta y ocho.

6K 189 54
                                    

Mateo.

Me estiré en la cama con total libertad e hice mi mayor esfuerzo para abrir mis ojos, aunque dormimos probablemente más de ocho horas mis ganas de seguir durmiendo siguen intactas.

Miré hacia mi costado y Key ya no se encontraba conmigo, largué un fuerte bostezo y estiré mi brazo para alcanzar mi celular y así revisar la hora; doce y media.

Refregué mis ojos para tratar de despabilarme un poco y mientras esperaba a que Makeyra vuelva, me senté en el respaldo de la cama para revisar Instagram y así matar el tiempo.

Con el paso de los minutos mi panza comenzaba a quejarse y la castaña aún no aparecía, ya estaba pensando seriamente en levantarme e ir a buscarla, pero al ratito oí sus pasos entrando a la habitación en ropa interior y con su pelo húmedo, probablemente acababa de salir de bañarse.

Entró sigilosamente y tratando de cerrar la puerta sin hacer ruido, no había visto que ya estaba despierto así que cuando se dió la vuelta, se llevó un pequeño susto que me hizo reír.

—Pensé que dormías. —dijo mordiendo su labio inferior con una sonrisa mientras se acercaba a la cama para saludarme. Yo proveché tenerla cerquita de mi cuerpo para estirar su brazo logrando que su cuerpo caiga sobre el mío.

—Qué hermosa estás. —murmuré cerca de sus labios con mi voz ronca. Probablemente le causé quince ataques.

Ella con su vista fija en mis labios relamía los suyos con deseo de besarme, estábamos a centímetros de nuestros rostros y yo estaba igual que ella al tenerla semidesnuda encima de mí. Atacó mis labios en un suave y deseado beso, es una hermosa manera de despertarme.

Subí ambas manos hacia su culo y allí apreté mientras también jugaba con las tiras de su tanga, se me hacia inevitable no hacerlo con lo loco que me vuelve su cuerpo.

—Me tengo que cambiar. —murmuró levantando su torso y quedando sentada arriba mío, más precisamente un poquito más abajo de mi cintura.

—Quedate así. —pedí nuevamente atrayéndola de un tirón de brazo para besarla, aunque ella no se resistía en lo absoluto, todo lo contrario...

Separó apenas nuestras lenguas para luego dejar algunos besos sobre mi cuello y parte de mi clavícula, también pasaba su lengua y dejaba algunas mordidas sin fuerza. Rogaba mantener la calma para no obtener una erección justo ahora que la tengo encima mío, voy a parecer un pajero de mierda y ella lo sentiría al instante en la zona donde se encuentra sentada.

—No me puedo quedar así, solamente te quería comer a besos un ratito. —murmuró separando su boca de mi piel por pocos segundos para luego volver a atacar aquélla zona y dejar un chupón. Al fin los hace sin mordida.

—Te encanta dejarme con las ganas a vos. —largué mordiendo mi labio inferior, ella largó una pequeña risita y nuevamente levantó su torso para quedar sentada con su espalda firme— Pero la próxima que te agarre te voy a dejar en cama una semana, Makeyra. —advertí señalándola con mi dedo índice, ella largó una fuerte carcajada que desde el ángulo en el que la veía, era hermosa.

—Guarda no vayas a ser muy depredador sexual vos. —bromeó mordiendo su labio y haciendo montoncito con la mano.

—Tengo un forro en el bolsillo ¿Estás segura que querés subestimarme? —pregunté alzando una de mis cejas, ella al instante negó con su cabeza y se bajó de mi cuerpo mientras reía. No es ninguna boluda, sabe que a mí no me tiene que retar a nada con ese tema porque siempre voy a terminar ganando.

—Cambiate amor, está mamá abajo. —pidió levantándose de la cama para esperarme mientras se acercaba a su espejo, bufé cansado y me di la vuelta para abrazar a la almohada con la intensión de no levantarme jamás.

objetivo; truenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora