capítulo veinticuatro.

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Mateo.

Después de estar cinco eternos minutos esperando mi turno para el kiosco, finalmente logré comprarme un alfajor Guaymallén de chocolate y una chocolatada Cindor chiquita, si sabía lo caro que me saldrían esas dos boludeces desayunaba en mi casa.

Iba a buscar a Sol, en toda la mañana estuvo hablándome cortante y apenas sonó el timbre del recreo se fue con las amigas. Caminé algunos metros hacia adelante mientras trataba de abrir mi paquete de alfajor pero me frené en el camino cuando vi a Makeyra apoyada en la pared y concentrada en su celular.

—¿Qué onda con tu novio?¿Ya cogieron que te dejó solita? —pregunté haciéndole burla, ella levantó su vista para mirarme con el ceño fruncido.

—¿Qué onda con tu novia?¿Se dió cuenta lo pito corto que sos que te dejó solito? —preguntó de la misma manera que yo, con una sonrisa sarcástica a boca cerrada.

—¿Querés comprobar si tengo el pito corto? —alcé mis cejas para mirarla pícaro, se puso nerviosa en seguida.

—Imbécil, sos un asco. —rodó los ojos enojada, me encanta ponerla en ese estado, se ve el doble de tierna de lo que es normalmente.

—Te lo perdés bombón. —guiñé mi ojo canchero, al instante vi la presencia de la rubia pasar por los pasillos frente a mis ojos así que a pasos acelerados me acerqué a ella dejando sola a Makeyra.

—¡Sol! —grité a mi compañera, cada vez caminaba más rápido dándome a entender que estaba escapando de mí aunque aún no lograba entender la causa. Se metió en el baño de mujeres y la seguí hasta la puerta, al darme cuenta que nos se encontraba ninguna mujer además de ella y al chequear que ningún directivo me estaba observando, me metí.

—¿Qué te pasa boluda? —interrogué cerrando la puerta y apoyando mi espalda para bloquearla. Ella estaba acomodándose el pelo en el espejo, apenas me escuchó me miró a través del reflejo con su peor cara.

—¿Qué me va a pasar? —preguntó seca, fruncí el ceño sin entender aquél trato.

—No sé, decime vos. —alcé mis hombros desentendido— ¿Por qué me esquivas? —pregunté esta vez acercándome a ella, me paré firme de brazos cruzados y fruncí el ceño para escuchar atento su respuesta.

—Estás todo el día atrás de la virgen esa boludo. —largó con bronca, no pude evitar reírme ante aquélla absurda escena de celos— ¿De qué mierda te reís?

—¿Qué tiene que esté todo el día atrás de Makeyra? Es para joderla nada más. —expliqué mordiendo mi labio para contener las ganas de seguir riendo por la situación, si lo hacia iba a pensar que la estoy tomando de boluda y me va a dar romper la boca pero de una piña. Ella bien sabe que lo nuestro no es nada serio, por eso me causa tanta gracia que venga a celarme como si estuviéramos casados.

—¿Para joderla? —repitió en un tono irónico, yo asentí con mi cabeza en modo de respuesta— Ayer le dijiste amor, hoy en clase estuviste toda la mañana con la mirada fija en lo que ella hacía con Luciano y ahora te encuentro haciéndote el lindo en el recreo con ella. —reprochó enumerando con sus dedos, rodé los ojos ya harto al ver que de verdad estaba enojándose— Decime la verdad, si te gusta andate con ella y listo boludo, dejá de buscarme.

—¿Qué flasheas? Con tremendo bombón al frente mirá si voy a necesitar a otra mina. —hablé acercándome un poco más a su cuerpo, enredé mis brazos sobre su cintura y acerqué mis labios hacia los suyos con la intensión de besarla para que se le pase el enojo, bufé cuando ésta me dió vuelta la cara para esquivarme— No me gusta cuando te hacés la difícil. —fruncí el ceño ofendido, para tener una piba que me haga escena de celos y se haga la ofendida me consigo una novia.

objetivo; truenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora