capítulo treinta y seis.

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Mateo.

Aprovechamos que la madre de Key no volvería del trabajo hasta la noche para juntarnos en su casa con los chicos, aunque sería una simple juntada aburrida ya que de lo cansados que estamos después de seis horas de clase, nos tiramos todos a descansar. Yo me tiré la mochila al piso para utilizarla de almohada mientras que Key estaba acostada en el sillón grande, dejando a los enamorados en un silloncito individual aunque no se quejan si viven todo el día pegados.

—Hoy Lucas va a hacer una joda. —contó el ojiazul con su celular en mano, mientras que con otra abrazaba a la rubia quién estaba casi dormida en su pecho— ¿Vamos? Va a estar re piola, el pibe se lleva con todos los cursos así que van a haber un montón de gente.

—Va a estar todo el colegio, no quiero. —respondió la castaña sentándose bien en su lugar, si seguia así de cómoda iba a terminar quedándose dormida.

—Dale Key, vas a estar con nosotros ¿Qué tiene? —preguntó perdido él, no se da cuenta que la única razón por la cual ella no quiere asistir a aquélla joda es porque seguramente iría Luciano.

—Te vas a vestir perrísima para matar a todos los pibes y en la que te venga a joder el pelotudito de Luciano somos tres para patotearlo. —respondió su mejor amiga con el ceño fruncido, comentario que hizo reír a la castaña.

—Falta mucho para la noche. —respondió indecisa, aunque probablemente todos terminemos en aquélla joda como siempre. Dado por terminado el tema ella se levantó del sillón para sentarse a mi lado, auque yo esté acostado contra la pared cual perro.

—¿Estás bien? —murmuró la castaña al ver que no emitía un solo sonido desde que comenzaron a hablar. Al instante asentí con mi cabeza para no preocuparla.

—Tengo sueño amor. —mentí, en realidad esa no era la única razón por lo cual estaba tan desatento. Me senté bien en mi lugar y ladeé mi cabeza para atrás con mis ojos cerrados. Sentí un pequeño beso en mi frente y no pude evitar sonreír.

—Pero no estés en el piso, andá a mi cama. —aconsejó recostando su cabeza en mi hombro a la vez que dejaba pequeñas caricias en mi rodilla.

—¿Vamos? —propuse esta vez abriendo mis ojos, ella asintió con su cabeza.

—Re cualquiera, ustedes en la cama y nosotros acá en un silloncito re chiquito. —se quejó Valentín fingiendo estar ofendido, largué un chasquido con mi lengua y ambos nos levantamos del piso ignorándolo por completo.

—Vengan si quieren. —avisó sin problema la castaña, llevándome hacia su pieza agarrado de su muñeca.

—No gracias, no quiero ver como crean a mi sobrino. —respondió con disgusto, provocando una fuerte carcajada en la castaña.

—Chupala, gato. —respondí sacándole el dedo del medio en modo de burla. Mientras Key seguía riendo por la situación, nos dirigimos hacia su pieza a pasos lentos, los dos tenemos la misma fiaca como para andar a las corridas.

Entramos a su habitación y ella cerró la puerta mientras yo me sentaba en su cama con la espalda sobre el respaldo de ésta. Cerré mis ojos para tratar de descansar mientras ella se sentó en el borde de la cama para acompañarme, aunque yo trataba de no abrir mis ojos para esquivar su vista lo mejor posible.

Ayer después de todo lo que pasó me quedé pensando toda la noche, por eso hoy no logré dormir lo suficiente. La cabeza me iba a mil pensando en todo lo sucedido con Key, saber que prácticamente la estoy lastimando como Luciano hizo con ella me hace sentir muchísima culpa. Aunque de verdad le tengo un gran aprecio y realmente es de las personas más importantes que tengo, así como Luciano la buscó con la intensión de jugar con ella me di cuenta que yo estoy siendo la misma mierda. Me siento un hipócrita por protegerla del castaño cuando al fin y al cabo me acerqué a ella por un simple objetivo de mierda que me propuse, si se llegara a enterar de esto podría herirla igual o peor que lo hizo su ex novio.

objetivo; truenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora