capítulo cuarenta y tres.

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Makeyra.

Salimos del colegio con Mateo y entrelazamos nuestras manos para caminar juntos hacia su casa mientras oía con atención las cosas que él me hablaba. Una vez que llegamos a la esquina, se frenó confuso al ver a su progenitora en la puerta hablando con su papá, yo al darme cuenta de la situación que estaba observando lo miré de reojo algo preocupada.

Fingiendo desinterés me apretó con fuerza la mano para aferrarse y seguimos nuestro camino hasta llegar a la puerta, su intensión era llegar antes de que la mayor se retire, pero no logramos alcanzarla ya que en el momento en el que empezamos a caminar a pasos acelerados, ya se estaba yendo en un remis.

—¿Qué pasó? —preguntó con el ceño fruncido a su progenitor, él rápidamente negó con su cabeza y sin decir palabra alguna se metió para adentro, dándonos espacio a ambos para que entráramos y así él poder cerrar la puerta. Mateo chasqueó su lengua ante dicho acto de negación y una vez que entramos, se frenó frente a Pedro para esperar una respuesta mientras yo me acomodaba en un rinconcito con tal de no meterme en la situación— ¿Qué quería, Pedro? —repitió él esta vez elevando apenas la voz, el mayor suspiró rendido.

—Nada Mateo, vino a ver como estaba Emi. —respondió sin importancia, él posó sus manos en los costados de su cintura y rió sarcástico.

—Yo bien, gracias decile. —respondió con una sarcástica sonrisa a boca cerrada, su papá refregó su cara con ambas manos cansado.

—También vino por vos hijo, no digas eso. —dijo con calma, pero el morocho no le creía absolutamente nada, hasta yo podía notar que se lo decía para que no se ponga mal, como él si fuese un niño iluso.

—¿Si?¿Y por qué vino cuando sabe que yo estoy en el colegio? —preguntó con el ceño fruncido tratando de sacarle la mentirosa careta al mayor, éste se quedó sin respuesta alguna— Ya está boludo, me chupa un huevo. —dijo fingiendo desinterés, pero el silencio de su progenitor al darse cuenta de que su madre no tenía un solo interés en verlo, causaba que sus ojos se cristalicen.

—Se va a ver a tu abuela porque se ve que está enferma, igual no es nada grave solamente que quiere aprovechar y quedarse unos meses allá. —contó Pedro en un tono de voz bastante bajo, el morocho alzó sus hombros indiferente al oír lo que su padre le contaba, no le interesaba en lo absoluto. Agarró mi mano y luego de esbozar una leve sonrisa a boca cerrada para fingir conmigo que todo estaba bien, me guió hacia su habitación para alejarme de la situación incómoda en la que yo estaba metida y para dar por terminada la conversación con su papá, pero eso fue imposible al oír nuevamente a Pedro hablar por detrás de su espalda— Por eso les dejó plata. —dijo logrando que el morocho frenara mordiendo fuerte su labio inferior con bronca mientras esbozaba una sarcástica sonrisa.

—Su plata de mierda no me interesa, quedatela vos o dásela toda a Emilio para que se compre juguetes. —respondió girando su cabeza para mirar de reojo a su padre, pero para decir la siguiente oración, giró su cuerpo entero antes de seguir su camino— Y no entiendo como después de todo lo que me hizo esa mina la seguís dejando venir como si nada, sos un careta de mierda. —largó con bronca, abrí grande mis ojos al oír aquél término y el mayor frunció el ceño enojado. Nunca los había visto discutir, no quiero que hoy sea la primera vez.

—¡Es tu mamá boludo, si quiere venir a ver a los hijos yo no se lo puedo prohibir! —gritó a la defensiva su padre, ambos se estaban enojando más de lo normal.

—Si fuese mi mamá no me hubiese echado de casa y no me hubiese basureado toda mi vida, te juro que esa no es mi mamá ni en pedo, bastante grande le queda el título. —respondió él mientras su voz comenzaba a sonar un poquito quebrada, su padre negaba con su cabeza apenado— Y lo único que me demuestra esto es que a vos también te importo un carajo, sino ni en pedo la dejas pisar esta casa como si nada sabiendo que no sabés como me puede afectar a mí. —dijo por última vez mientras que su voz comenzaba a sonar un poco quebrada. Dejándolo con la palabra en la boca a su papá, siguió su camino hacia la habitación.

objetivo; truenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora