capítulo ocho.

10.2K 368 80
                                    

Makeyra.

—¿Querés venir a casa después del colegio? —invité al morocho mientras abría el paquete de Twistos que me compré hace algunos minutos en el kiosco.
Él asintió con su cabeza sin darme ninguna respuesta oral, está concentrado en la pantalla de su celular y se lo ve bastante serio.

Metí una de mis manos en el paquete de snacks y llevé uno de ellos a mi boca, mirando concentrada a mi compañero.
Su expresión de a poco va cambiando; frunció el ceño y largó un chasquido con su lengua, ni siquiera sé con quien habla pero se lo nota algo enojado— ¿Pasa algo? —consulté, él levantó su vista para mirarme.

—Mirá. —respondió mostrándome la pantalla de celular, está la conversación abierta con su mamá, donde ésta se mostraba bastante enojada. Solo llegué a leer puros insultos y mensajes de muchísimo desprecio hacia Mateo, me duele que sea tan hiriente con él, haya lo que haya echo no se merece que lo trate de esa forma.

—¿Por qué te trata así?¿Qué hiciste?—interrogué preocupada, él bufó y guardó su celular en el bolsillo de su campera. Cerró la cremallera de ésta y se puso la capucha.

—Se levanta con el culo dado vuelta y se la agarra conmigo. —respondió con el ceño fruncido, sin mirarme a los ojos debido a que los tenía un poco llorosos— Me olvidé de lavar los platos y antes de venir dejé tirado un pantalón ¿Tanto se va a enojar por eso? Es un pantalón de mierda Key, tengo toda mi pieza ordenada y todas las noches le lavo los platos y trato de mantener el orden en la casa con tal de que no se enoje, aún así me trata para el orto. —explicó con la voz un poco quebrada, me cuesta creer como una madre puede tratar así a su propio hijo o puede herirlo tanto con palabras, debe ser porque mi mamá nunca fue así conmigo.

Me acerqué a su cuerpo y rodeé mis brazos sobre su cintura para darle un abrazo, él largó un suspiro pesado y apoyó su cabeza sobre mi hombro.

—¿Pudiste hablar con ella? —pregunté sin separarme de él, sentí como sacudió su cabeza negándome aquélla pregunta— Bueno, quedate tranquilo chiquito, ya te vas a animar y cuando ella se de cuenta de las cosas te prometo que se va a terminar todo ese trato horrible.

—Me quiero ir a la mierda de esa casa, no aguanto más. —largó bajito, su voz se escucha un poco mocosa y quebrada; está llorando. Lo abracé con más fuerza al escuchar esa última oración, me parte en mil verlo tan mal por el mismo tema de siempre.

—¿Y si venís a casa? —propuse separándome de su cuerpo para mirarlo a la cara, él frunció el ceño confundido.

—¿Querés que viva en tu casa? —preguntó abriendo grande sus ojos, yo largué una pequeña carcajada por lo que acaba de asumir.

—No, pero no sé, durante el día podes venir a casa así tratas de esquivar a tu mamá. —alzé mis hombros sin problema, él rió mordiendo su labio. Dejó un beso en mi frente y me volvió a abrazar, esta vez rodeando mi cuello con sus brazos.

—Sos hermosa, gracias. —sonrió para luego volver a pararse frente a mí— Pero tampoco quiero ser un pesado de mierda Key. —se negó con firmeza, yo fruncí el ceño confusa— Es el último año que nos queda, cuando termine el colegio empezaré un laburo y me voy.

—¿Cuanto falta para eso? Un montón de tiempo boludo, dejame ayudarte. Algunos días podes quedarte a dormir, no te estoy ofreciendo mucho pero es al menos para que no te banques tanto el trato de mierda que te dan en tu casa. —traté de convencerlo con algo de vergüenza, no quería parecer una pesada pero de verdad quiero ayudarlo y sacarlo de todo ese ambiente horrible que la madre le da.

objetivo; truenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora