Capítulo 2

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Para obtener libertad hay que hacer ciertos sacrificios, y para Fleur su sacrificio fue dejar su patria y lo que esta tenía, comodidades, lujos, su familia, entre otras cosas y todo para obtener un poco de libertad en otro país, claro que a sus padres no les hizo gracia, que su linda princesa estuviera lejos de ella, viviendo una vida todo lo contrario a lo que tenían pre—destinado para su dulce niña, pero era por su bien, ampliar su horizonte no está mal, y si para eso hay que sacrificarse pues no hay de otra, ya se estaba preparando para su primer día en el banco mágico de Londres, en el cual iba a trabajar como asistente.
~Vamos Fleur ¿Qué puede salir mal?~ se dijo para darse ánimos.
Y como contestación a su pregunta TODO PUEDE SALIR MAL, como por ejemplo, perderte en plena ciudad, no encontrar un callejón donde aparecerte, no tomar en cuenta que en los días anteriores llovió y que pase un carro muggle y te moje, y si no fuera poco llegar hora y media tarde, y para empeorar el día entrar corriendo a la oficina donde tiene que estar el jefe y resbalar, cayendo de una manera poco femenina en frente de los que estaban reunidos, a estas alturas Fleur ya creía que Morgana, Merlín, Circe y todos los magos se estaban riendo de ella y disfrutando de sus tragedias como nunca lo habían hecho.
~Señorita Delacour veo que la puntualidad no es su fuerte~ le recriminó el jefe del banco.
~Yo sinceramente lo lamento~ le dijo un tanto apenada Fleur.
~ Teníamos más de hora y media esperándola~ continuó el duende ignorando lo que antes le había dicho la joven~ porque haya participado en el torneo de los 3 magos no significa que nos haga perder el tiempo.
~Yo....~ trató de defenderse la rubia pero una voz la interrumpió.
~Espero que conmigo no se le haga costumbre llegar tarde, yo no permito malcriadeses de nadie señorita Delacour~ cuando ella volteó a ver quién era el dueño de esa voz, no daba crédito a lo que sus ojos veían, sinceramente esa era la cereza del pastel, para completar su asqueroso día, era la misma persona que meses atrás había chocado con ella el día de su partida de Howgarts y no le había pedido ni unas miseras disculpas~ porque a partir de hoy voy a ser su jefe, tenga la amabilidad de acompañarme a donde va a ser su nuevo sitio de trabajo.
Y así lo hizo, como pudo se levantó del suelo, ya que nadie tuvo la amabilidad de ayudarla, y siguió a su nuevo y odioso jefe, claro antes se despidió del jefe del banco y compañía, cabe destacar que ninguno le hizo caso.
~Mi nombre es William Wesley, jefe de seguridad, mi trabajo es cuidar y comprobar la seguridad de las bóvedas y renovar los hechizos que las protegen~ empezó a explicar~ ¿Sabe sobre hechizos protectores o más nada tiene su varita de adorno?, haga el favor de secarse porque anda mojando el suelo.
Fleur no sabía si su sonrojo era por la vergüenza de que le dijeran algo que tenía que haber hecho o de la rabia por tomarla por idiota, cuando iba a contestar él siguió hablando.
~Esta es la oficina, en ese rincón está su escritorio, te encargarás de las solicitudes y aprobación de nuevos hechizos y bajarás conmigo para realizarlos, ¿Preguntas?.
~Ninguna~ dijo la muchacha.
~Entonces aquí está lo que tienes que hacer~ dijo el hombre tomando un montón de pergaminos.
Y antes de decir algo la joven él ya se había ido.
~Menudo imbécil vino a seg mi jefe~ suspiró~ a tgabajag al mal pasó dagle pgisa.
Largo día iba a ser para ella, pero para la libertad hay que hacer sacrificios y si para eso tenía que aguantarse un jefe tan gruñón entonces lo iba a hacer.

Nunca digas nunca: Bill y FleurDonde viven las historias. Descúbrelo ahora