Capítulo 37

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Ya habían pasado unas semanas desde que los invitados habían llegado de improviso, a pesar de que el refugio era pequeño, todos se las arreglaban, lo único que Fleur no toleraba era al duende, esa criatura antipática, engreída, que creía que la bruja era su sirvienta, menos mal que Bill sabía tratar con él, porque sino ya le hubiera arrancado la cabeza.
Los chicos ya se veían mejor, Luna, Dean y Hermione se estaban recuperando de cualquier signo de tortura, Harry se veía más descansado a diferencia de como llegó, pero Ron se veía…, diferente, físicamente estaba sano, pero sus ojos reflejaban tristeza, igual que cuando llegó a casa en diciembre, pero aveces adquirían un brillo especial.
Ella decidió observarlo, ya que se sentía preocupada por él, porque ese brillo solo se obtenía cuando se estaba enamorado de alguien.
Y en unos días ya había llegado a la conclusión de que Ron sí estaba enamorado, pero sinceramente no le sorprendía de quien.
—Estás enamorado de Haggui—, dijo la francesa, no era una pregunta sino una afirmación.
Ron que estaba tomando agua, la escupió inmediatamente, y la miró como si estuviera loca.
—¿Por qué demonios dices eso?—, dijo nervioso, limpiando el reguero que había hecho.
—Te he visto observaglo—, dijo la francesa en un tono explicativo—, tus ojos paguecen iluminagse cuando lo vez.
—No sé de que hablas.
—No me mientas.
Ron soltó un suspiro exasperado.
—¿Qué importa si lo estoy?, si se te olvida, Harry tiene novia y la novia es mi hermana, y sin olvidar el pequeñito detalle de que es más recto que un palo de escoba.
—¿Y si le dices la vegdad?
—¿Para qué?
—Así te quitas un peso de encima.
—Y hecho a la borda una amistad de 7 años de amistad, súper bien, no Fleur, no le pienso hacer, no pienso decirle nada a Harry.
—¿Decirme que?
Ambos chicos saltaron de la impresión.
Harry estaba parado en la puerta con una ceja levantada.
—¿Y bien?, ¿Qué me querían decir?
Fleur miró a su cuñado que parecía querer vomitar.
—Está bien Gon, si no le dices tú, se lo digo yo.
—No Fleur no lo hagas por favor—, le dijo con súplica el pelirrojo.
—Lo que Gon no te quería decir es que…
—¿Qué?
—Se comió la togta de melaza que hice para ti—, finalizó la francesa con un tono molesto, agradecía el acordarse que la señora Weasley le había dicho que esa torta era la favorita del chico de lentes.
—Ohhh ¿Es enserio Ron?, ¿No me ocultas otra cosa?—, preguntó con curiosidad Harry.
—No, es eso Harry, tenía mucha hambre, ahí estaba la torta y me la comí, lo siento mucho—, dijo Ron siguiéndole la corriente a la chica.
—¿Creías que me iba a enojar por eso compañero?—, dijo en tono de burla.
—Pues sí.
—No seas tonto Ron, yo nunca me enojaría contigo amigo.
A la rubia no se le pasó por alto la mueca que hizo Ron por escuchar la palabra amigo.
—Ven dame un abrazo Ron.
Y sin esperar respuesta, Harry lo envolvió en sus brazos de forma cariñosa.
Ron pareció relajarse y dejarse llevar por el abrazo, cuando se separaron a Ron los ojos parecían estrellas en una noche oscura.
—Estaba mandándole una carta a Ginny—, dijo Harry.
Inmediatamente los ojos de Ron perdieron todo tipo de brillo.
—Me alegra mucho saberlo Harry—, dijo Ron con una sonrisa forzada.
Fleur no podía creer lo ciego que una persona puede llegar ser, bien decía el dicho, no hay peor ciego que el que no quiere ver, eran tan obvias las señales que cualquiera podía darse cuenta, pero por lo visto el-niño-que-vivió ni enterado se daba de las cosas.
—Yo voy al patio a contarle a Hermione—, le dijo con entusiasmo Harry y salió de la cocina.
Un silencio intenso se hizo presente en la cocina, Fleur abrazó a su cuñado para darle consuelo.
Lo sintió sollozando, ella no sabía como aliviar ese dolor.
—Cuando abandoné a los chicos, tuve una pelea con Harry, él se preocupó por Ginny, y eso me molestó, éramos nosotros quien pasábamos penurias con él no ella, y ese día exploté, los celos sacaron mi peor parte por eso me fui—, dijo entre sollozos.
—¿Pog qué no se lo dijiste a Bill?
—Porque tenía miedo que se molestara, él siempre ha querido mucho a Ginny, ¿Cómo crees que se hubiera tomado la noticia de qué estoy babeando por el novio de nuestra hermana?
—¿Así qué decidiste mentigle?
—No le mentí, sólo omití esa parte.
Fleur soltó una pequeña risa.
—Insisto debeguias hablar con él.
—Debería no existir un tirano que mate a diestra y a siniestra, debería todos los mortifagos estar detenidos, mi familia debería no esconderse, se debería hacer un montón de cosas que deberían ser y no lo son, no siempre tenemos lo que queremos—, dijo el pelirrojo con una sonrisa triste y salió de la cocina.
La muchacha suspiró, agradecía que ella tenía la suerte de estar con alguien que amaba y la amaba, cosa que no sucedía muy seguido, dichosos aquellos que se quieren y se tienen, pensaba ella, lo único que podía hacer por Ron era apoyarlo, pero lo primero en su lista, era salir vivos de la guerra.

Nunca digas nunca: Bill y FleurDonde viven las historias. Descúbrelo ahora