5. Snape

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Era domingo. —Creo que estás listo. —dijo Draco.

Harry tragó con pesar. —Así lo espero. —murmuró. Estaba tan nervioso… incluso sabiendo que había avanzado mucho. Snape se había salteado por completo esa etapa que él había estado practicando durante cinco días.

—¿Tu te sientes preparado? —preguntó Draco levantando la varita.

Harry miró la varita con aprensión. —No. —dijo. Pero igual afirmó con la cabeza.

—Vaciá la mente. —demandó Draco.

Cerró los ojos, apreciaba que Draco le avisara y le diera siquiera un momento para prepararse. Se representó en la cabeza la imagen de un escudo resplandeciente y lo ubicó en la parte delantera de su mente; e imaginó todos sus recuerdos, todas sus emociones, todos sus pensamientos… resguardados detrás de esa defensa. Abrió los ojos y le hizo una breve señal.

—Legilimens. —formuló Draco.

Se concentró en el escudo con todas sus fuerzas pero tras unos pocos segundos lo sintió ceder y Draco pudo colarse.

Malfoy dándole un empujón y estampándolo contra la pared del aula de Pociones… Snape cerniéndose sobre él en su oficina, gritándole… sus ojos llenos de rabia mirando a Dumbledore, un segundo antes de agarrar la pava que oficiaba de traslador… la puerta al final del corredor… el velo en el Departamento de los Misterios… Sirius cayendo…

Empujó al intruso fuera y volvió a la realidad… jadeante. La cabeza le latía resonante y dolorosa. Draco lo observaba con semblante impasible, sin obstaculizarlo… sin prestarle auxilio ninguno.

Hubo un intervalo de dos minutos para que Harry pudiera apuntalar el escudo, volvió a aclarar la mente. Una vez más le indicó a Draco que procediera. Resistió unos pocos segundos, pero Draco logró abrir una brecha.

Los dos libros del Príncipe… trabajando en clase de Pociones… Slughorn y Hagrid bebiendo en la cabaña…

Juntó todas sus fuerzas para rechazarlo. Cayó hacia delante en cuatro patas sobre el suelo. Nuevamente estaba jadeante y con ganas de vomitar, además… tragó con esfuerzo el líquido ácido que le había subido a la garganta.

Draco fue a sentarse en el borde de la cama… por el momento iban a hacer una pausa.

—¿Hay algún tipo de relación entre las imágenes? —le preguntó.

—Sí. —contestó Harry con voz ahogada y lentamente se sentó sobre los talones.

Draco se quedó mirándolo fijamente, siempre con la máscara imperturbable.

—¿Por qué siempre me descompongo tanto? —gimió Harry.

—Porque es invasiva. La mente y el cuerpo tratan de apartar al intruso.

—Supongo que tiene sentido… —dijo Harry.

—De hecho, las repercusiones somáticas son mayores cuanto más intenso es el esfuerzo mental que ejercitás para resistir. Tu cuerpo protesta por la vehemencia defensiva que ponés en juego. —Draco empezaba a sonar como Hermione cuando pontificaba sobre algún punto particularmente intrincado durante las sesiones de estudio.

—Encantador. —dijo Harry con sorna— Significa que cuanto más me enfermo, más éxito he alcanzado.

—Algo por el estilo. —contestó Draco alzando una comisura— No lo hiciste nada mal, pero todavía te hace falta mejorar mucho. Sólo la práctica te va a permitir perfeccionarte… y con la práctica se vuelve más fácil. ¿Estás listo para un nuevo intento?

Secretos DRARRY/HARCODonde viven las historias. Descúbrelo ahora