25. De La Camara A La Ducha Con Ginny

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Harry no saltaba precisamente de contento cuando llegó al departamento de los mellizos. Narcissa lo había despertado poco antes y había tenido que abandonar los cálidos y confortables brazos de Draco para venir.

Narcissa y Lupin no habían disimulado su preocupación cuando lo vieron salir con la escoba y el Manto de Invisibilidad. Les había tenido que explicar que Ginny no sabía nada de la nueva capa y que era mejor que por el momento no se enterara de su existencia... pero no les confió ningún otro detalle de lo que se proponía hacer ese día.

—Harry, ¿qué te pasa? —le preguntó Ginny.

—Apuesto a que recién se levanta de la cama. —dijo Fred.

—Sin lugar a dudas tiene la cara malhumorada de las mañanas. —lo secundó George— Aunque ya son las diez.

—Es de suponer que Ginny se la conozca muy bien. —agregó Fred con tono inocente.

—Ah, pero esas veces seguramente no se levantaba tan malhumorado. —aclaró George.

Harry y Ginny los miraron muy enojados y ella procedió a recriminárselo a viva voz. Harry ahogó un gruñido, dio gracias de que Draco no estuviera presente, hubiera reaccionado muy mal ante esas insinuaciones. Draco... ¡cómo le hubiese gustado estar entre sus brazos y no ahí!

Después de la reunión con los Lovegood, dos días antes, había regresado a Grimmauld Place y la mayor parte del tiempo la había ocupado entrenando. Habían sido sesiones difíciles con dos profesores atacándolo al mismo tiempo. Draco también había tenido que aguantar lo suyo durante las prácticas para aprender y dominar mejores encantamientos de escudo. Pero por suerte, Remus se había encargado de curarlos al final de las clases. Y le habían dado a cada uno un frasco de ungüento prodigioso que podía curar casi cualquier tipo de lesión. Igual habían quedado exhaustos después de la práctica y justamente por eso a Harry le hubiese gustado mucho más haberse quedado en la cama descansando unas horas más.

Sacudió la cabeza para aclarársela un poco, los gritos de Ginny y las réplicas de los mellizos lo estaban mareando. Pidió silencio y les preguntó a los mellizos cómo se las habían arreglado para convencer a la señora Weasley de que dejara venir a Ginny. Escuchó muy divertido el relato de los dos, al parecer le habían contado un elaborado y largo infundio de que Ginny era la única que podía ayudarlos con un nuevo producto que habían inventado. La confundieron y atormentaron tanto que al final la pobre mujer había terminado dando su permiso con tal de que la dejaran de fastidiar. Pero eso sí, la señora Weasley le había ordenado perentoriamente a su hija que bajo ninguna circunstancia debía abandonar el departamento de sus hermanos.

—Pero no nos vamos a quedar acá, ¿cierto? —preguntó Ginny.

—Depende de ti. —contestó Harry, miró a los mellizos y sonriéndoles con un poco de culpa levantó un encantamiento silenciador alrededor de Ginny y él— Necesito hablar contigo de Riddle y de la Cámara de los Secretos.

—¿Supongo que no estarás considerando volver a bajar? —le preguntó ella alarmada, de repente se había puesto muy pálida.

—Bueno... en algún momento voy a tener que volver a bajar... ya sea que tu me acompañes o no... —admitió Harry— Pero yo tenía esperanzas de que tu aceptaras acompañarme... porque necesito saber más sobre la Cámara.

—Harry... tu sabes tanto o más que yo. —protestó Ginny.

—Quizá... —dijo él dubitativo— Riddle habló conmigo esa vez, pero tu estuviste más tiempo que yo ahí abajo... y lo cierto es que tu hablaste con él durante casi todo ese año.

—Sí... pero más que nada hablábamos sobre ti. Sobre la Cámara o sobre él no hablamos nada. Y casi todos mis recuerdos sobre eso, o se borraron o son muy confusos.

Secretos DRARRY/HARCODonde viven las historias. Descúbrelo ahora