14. R.A.B

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Se despertó a la mañana siguiente con algo revoloteándole en la cabeza. —¡Sal, Pig! —gruñó escondiéndose debajo de la almohada. Sacó una mano y lo agarró a ciegas.

Abrió los ojos somnolientos y se dio cuenta de que tenía audiencia. Estiró la mano libre, ubicó al tanteo los anteojos en la mesita y se los calzó. Draco estaba acostado a su lado, mirando malhumorado a la lechuza, evidentemente también lo había despertado a él. Narcissa estaba con Victoria sobre su regazo y los observaba divertida.

Harry parpadeó varias veces tratando de no pensar en lo extraño de la situación y liberó a Pig de la carta. La abrió y sonrió ampliamente al leerla.

—¿Buenas noticias, Harry? —preguntó Narcissa con voz cálida y amable.

Harry amplió aun más la sonrisa —Sí, aunque en realidad era algo que ya sabía. Ron me escribe contándome la milagrosa recuperación de Bill.

—Quiero saber cómo aprendiste ese encantamiento. —demandó Draco— Yo creía que te lo había enseñado Pomfrey... pero es claro que no fue ella, dado que no pudo curar a Weasley.

El buen humor de Harry disminuyó de inmediato, giró la cabeza y lo miró con hostilidad —¿Por qué insistes con eso? Déjame disfrutar de este buen momento. Aprendí el encantamiento de un libro de Snape. Snape lo usó el día del duelo en el baño para curarte. Después me exigió que le devolviera el libro pero yo me negué y lo escondí. La otra noche cuando fui a Hogwarts fui a recuperarlo del escondite, ahí encontré el encantamiento. —explicó. No era del todo cierto, tampoco del todo mentira— Con Hermione hemos estado peleando por ese libro desde que se enteró a quién pertenecía, no quiero que nadie sepa que usé un encantamiento de un libro de Snape. ¿Estás conforme ahora? —preguntó sarcástico.

—En realidad... no. —replicó Draco con una mirada igualmente hostil— Ahora tengo más preguntas.

—Es una lástima... porque no pienso contestártelas. —le dijo Harry con brusquedad.

—Quiero saber por qué usaste esa maldición. —le recriminó Draco— ¡Podrías haberme matado!

—¡Yo no quería matarte! —exclamó Harry— ¡Tu estabas por lanzar un Crucio, yo me defendí! Yo había leído el hechizo en el libro pero no tenía idea de qué era lo que hacía. Lo único que sabía era que era para los enemigos. ¡Y alguien que te ataca con un Crucio entra perfectamente en esa categoría!

—¡Chicos! —intervino Narcissa— ¡Ya basta!

Draco acató la orden pero Harry se volvió hacia ella mirándola con mala cara. No obstante, no dijo nada. Se bajó de la cama y salió hacia el baño.

Cuando regresó minutos después, fue el turno de Draco de salir. Harry se dejó caer pesadamente sobre la cama. —Perdón. —le dijo a Narcissa.

Ella sonrió apenas. —Es una situación difícil —dijo— Y teniendo en cuenta todo... diría que la estás llevando bastante bien.

Harry se recostó. —Ojalá yo pudiera decir lo mismo— Todavía no alcanzo a entender cómo llegamos a esto. —dijo haciendo un gesto con la mano.

Draco volvió, se agachó al lado de la cama y sacó su baúl. Antes de abrirlo, levantó la cabeza. —Te traje algo. —dijo— Pero no quiero que te enojes otra vez. En cierto modo es... una forma de disculparme... y también una manera de demostrarte que puedes confiar en mí... aunque sigamos peleándonos.

Harry lo miró receloso. Draco suspiró, abrió el baúl, sacó una pequeña caja y se la tendió. Harry la tomó con cautela. Desvió los ojos hacia Narcissa, ella le hizo un breve gesto de asentimiento. Abrió la caja... y lanzó un grito de júbilo que sobresaltó a todos.

Secretos DRARRY/HARCODonde viven las historias. Descúbrelo ahora