17. De Víboras Y De Interés Sentimental

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Draco entró en lo del apotecario junto a Harry y ambos flaqueados por los mellizos. Harry agarró una canasta y sacó la lista del bolsillo. Fred y George hablaban entre ellos en voz alta y entre risas acompañándolos en todo momento mientras iban recorriendo los pasillos y seleccionando lo anotado. Ocasionalmente un ingrediente flotaba disimuladamente y se adicionaba al contenido de la canasta.

Cuando Harry murmuró que le parecía que ya tenían todo. Draco le tironeó un codo, lo condujo hasta un estante del fondo y agregó algunas cosas más. Fred y George los cubrieron en todo momento de las miradas suspicaces del dueño y de los pocos clientes que había en ese momento en el negocio. Finalmente Draco le indicó con un breve apretón de hombro que no hacía falta nada más. Fueron hasta el mostrador, pagaron y salieron con lo comprado.

—Detesto este lugar. —dijo Harry cuando estuvieron afuera.

—Tu te ofreciste como voluntario para la tarea. —le recordó Fred con buen humor.

—No me hagas acordar. —gruñó Harry.

Cuando llegaron a la esquina sintió un fuerte tirón en un brazo. Interrumpió de repente a George que era el que estaba hablando en ese momento. —Oigan, quiero entrar en este negocio. —dijo. Aunque no sabía de qué negocio se trataba. Entró seguido por los mellizos. Era una tienda de mascotas mágicas.

—¿Viste algo interesante? —preguntó George. Harry sintió otro fuerte tirón en dirección al escaparate. Dos hombres cruzaban en ese momento por la vereda delante de la vidriera en dirección contraria a la que ellos traían momentos antes.

—Parece que sí... que estoy interesado en algo que venden acá.

Fred y George fueron al mostrador para distraer a la dueña. Harry se preguntaba quiénes serían los hombres que Draco evidentemente había reconocido, se le ocurrió además que ya que estaban ahí quizá pudiera aprovechar para comprar alimento para Hedwig y Fawkes.

Un nuevo tirón, ya empezaban a fastidiarlo. Se dejó conducir y terminó frente a un tanque pecera con serpientes. Revoleó los ojos, al parecer habían atraído la atención del Slytherin, lo cual no era de extrañar. Sintió un pellizco en el brazo.

—¡Maldición! —masculló.

—¿Algún inconveniente, Harry? —preguntó inocentemente Fred desde el mostrador.

—¡Sí! —contestó irritado— Eh... no, en realidad... parece que estoy interesado en las serpientes.

Fred soltó una risita y Harry lo taladró con una mirada negra.

—¿Qué tienen de tan interesantes? —preguntó George con curiosidad acercándosele.

Harry las miró con atención por primera vez y se adelantó un paso hacia el tanque.

—¡Merlín, Harry! ¡Qué serpientes más coloridas! —exclamó George con genuino asombro.

—De los colores de Hogwarts. —señaló Harry. Recorrió rápidamente el negocio con los ojos. Ellos eran los únicos clientes. La dueña estaba distraída acomodando artículos en los estantes. El ambiente era muy ruidoso con tantos animales. Harry les dirigió una mirada interrogadora a los mellizos. Fred se encogió de hombros. George asintió brevemente.

Harry se volvió hacia las serpientes. Sintiéndose un poco ridículo saludó en pársel. —Hola.

Las cuatro serpientes en el tanque levantaron la cabeza y se volvieron para mirarlo.

—¿Tú hablas? —siseó una de ellas.

—Sí. —contestó Harry encogiendo los hombros. Se sintió más estúpido aun. Probablemente las serpientes no entendían el lenguaje corporal humano. —Me llamaron la atención vuestros hermosos colores.

Secretos DRARRY/HARCODonde viven las historias. Descúbrelo ahora