63. Llamando a la Sardina

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Xie Lian tan solo se rió por lo bajo, mostrando la pantalla del teléfono hacia su amigo. — Mi nombre, me tienes añadido entre corazones y estrellitas

Esta vez fue el turno de Hua Cheng para reír con nerviosismo. Ciertamente, fue él el que tendió alegremente su teléfono al de blanco. Era nuevo, así que todavía no le había dado tiempo de colocar ninguna foto sospechosa que no fuera adecuada para que Su Flor descubriera por su galería, siquiera había cambiado el fondo de pantalla. ¡Quién iba a pensar que sería traicionado por la agenda de contactos!

Por su parte, el de blanco había de admitir que se estaba divirtiendo más de lo que debería husmeando por el móvil de su amigo. 

Siempre se había considerado una persona curiosa, pero también alguien que respetaría la privacidad de los demás por encima de todo. Sin embargo, ahora mismo bien podría decirse que se había contagiado por el espíritu travieso del de rojo.

Era extraño, pero por alguna razón su corazón se había animado al descubrir que el único nombre entre corazones era el suyo. Ni siquiera le había colocado alguno a Aguas Negras, quien únicamente tenía colocada una mísera espina de sardina.

Aunque debía admitir que había algo que llamaba poderosamente su atención. El azabache tenía cientos de borradores dirigidos a su nombre.

Se rió discretamente, ¿acaso San Lang también pasaba horas reflexionando acerca de cómo saludarle?

La curiosidad por mirar qué decían aquellos mensajes jamás enviados lo estaba matando, pero al final decidió seguir el camino de la ética por el que siempre anduvo y no caer ante la tentación.

Era mera empatía, ¡¿qué haría si un día se diera el caso contrario?! ¡Podría morirse de vergüenza solo de pensar en Hua Cheng mirando los estúpidos borradores que tenía para él!

Sea como fuere, ya había sido suficiente. Su apuesto amigo le había prestado el móvil para llamar a Aguas Negras y asegurar que no ocurría nada entre ellos, no para fisgonear entre sus asuntos privados. Además, él mismo se había dicho que la única razón por la que había aceptado coger ese móvil era para que Hua Cheng se quedara tranquilo. No negaba con ello que cuestionado su palabra en un principio, pero la realidad era que si era él quien se lo decía no tenía razón por la que dudar. 

Podía sonar extraño puesto que tampoco se conocían; o mejor dicho, porque se reencontraron hace poco más de una semana, mas había algo que le decía que podía confiar en San Lang.

Sin más dilación, pulsó sobre el nombre de He Xuan para cerrar el tema y arreglar las cosas con su preciado amigo.

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> ¿Lluvia Sangrienta? ¿Ya has llegado al hotel? <, aquella pregunta ya tocó la moral del castaño por más que este quisiera ocultarlo, pero lo que terminó de arruinarlo fue lo siguiente, > Como sea, ¿ya has pensado dónde me vas a llevar a cenar? <

...

Ninguno de los dos respondió al hombre al otro lado de la línea, y en su lugar el silencio invadió el ambiente.

Xie Lian miró a Hua Cheng, y Hua Cheng miró a Xie Lian.

Aquella escena se repitió varias veces, y fácilmente podrían haber continuado así toda la tarde de no ser porque el de blanco decidió cesar con ese absurdo silencio de una vez por todas.

Devolvió el móvil a su dueño, y acto seguido se levantó para hacer una reverencia en señal de su próxima acción, la cual, para no faltar a la costumbre, fue escaparse a alguna de las múltiples calles de la ciudad en que vivían.

· Heaven School Blessing [HuaLian]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora