Fue un día lluvioso. De alguna manera, era como si el tiempo atmosférico hubiera querido metaforizar sus sentimientos con aquellas frías gotas. Se acordaba perfectamente de que había huido al barrio vecino. En su casa no había segundo en el que no hubiese jaleo. Era una época excepcionalmente dura. Por lo que tampoco sería raro si era acusado por ser una boca más a la que alimentar. Hua Cheng no soportaba ser tratado así. Era por eso mismo que decidió fugarse.
Normalmente, algo así no sería más que una pequeña rabieta que un niño de no más de seis o siete años podría coger. No osbtante, sus planes no eran tan sencillos. Si su familia se comportaba así con él, entonces, la devolvería con intereses. Probablemente no habría más tormento para unos padres que descubrir a su hijo muerto. Y, por supuesto, este suplicio aumentaría sin lugar a duda si ello había sido deliberadamente.
Incluso si su objetivo le arrastraba a llegar a tales extremos, no le importaba. El sufrimiento que evocaría en los corazones de esas personas valía la pena.
Tuvo que recorrer una enorme distancia hasta encontrar una calle en la que transitaran coches. El área en la que vivía era demasiado rural.
Por supuesto, la gente que deambulaba por allí se sorprendía al ver a un niño tan pequeño y harapiento recorriendo la rúa, mas... ¿quién iba a pararse a socorrer a un desconocido? No importaba cuantos ojos pudieran haberle observado, nadie iba a detenerle.
Hua Cheng estaba más dispuesto que nunca a hacerlo. No tenía remordimientos. Tampoco esperanzas o sueños que cumplir. Siquiera conservaba ánimos que le impulsaran a levantarse otro Sol.
No hizo ninguna clase de cuenta atrás. ¿Cuál era el propósito de esto? Meramente se dedicó a avanzar. Avanzar por esa negra y sucia carretera que pronto se teñiría de un color mucho más tétrico. Por un tono especial, uno que solo brotaba cuando algo terrible pasaba. Una gama que terminaría de arruinar ese feo suelo.
Oía tanto pitidos como voces. Todos aquellos sonidos procedentes de falsos y pasivos bienhechores. Esos mismos que si tenían que abogar algo no dirían más que "ah, yo le grité que se detuviera, pero no me hizo caso". Incluso a unos pocos segundos de la muerte, Hua Cheng quería reír. Por una parte, para burlarse de esos charlatanes, y por otra, por esa emoción incontrolable que provocaban las puertas del óbito.
Cuán grande fuera el deseo de concluir la vida era irrelevante. Si su cuerpo no secretara ninguna clase de hormona ante la situación, sería equivalente a decir que estaba roto. Claramente podía sentir el temor. De todas formas, sus piernas no reaccionaban. Ya había pasado la oportunidad de arrepentirse.
Solo le quedaba esperar. "Esperar" si es que podía utilizarse ese término para un par de segundos a lo mucho.
Esta vez, aun si seguía siendo igual o más inútil que antes, sí contó.
"Uno"
Tanto ojos como boca estaban fuertemente cerrados. Probablemente para no dejar escapar ningún vergonzoso sonido.
"Dos"
Ah... Escuchaba el terrible sino en sus oídos. Podía notar la corriente de aire que creaba. Su cabello ondeaba violentamente.
...
En el instante en el que iba a decir "tres", unos brazos le envolvieron con firmeza. Alguien había saltado a por él cuando todo estaba perdido. Hua Cheng abrió sus ojos al instante. No sabía muy bien qué imaginar. No tenía ninguna expectativa. Sin embargo, incluso si la hubiera tenido, esta habría sido superada con diferencia.
ESTÁS LEYENDO
· Heaven School Blessing [HuaLian]
Hayran Kurgu- ¡Por ti infringiría cualquier norma! . . . - ¿Has oído? ¡Esa escoria del instituto parece ser el interés del mandamás de la academia! ----------------------- Fanfic sobre la novela Tian Guan Ci Fu (la cual estoy traduciendo), la historia original...