XXVIII

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-¡Colt! ¡Colt! -gritó apenas salió de la cocina, parecía que la gente le gustaba hacerle el trabajo difícil, estorbando entre en su camino.

A lo lejos alcanzó a divisar la cabellera roja del shérif y sintió una opresión en el pecho al darse cuenta de que prefería a aquél sujeto de piel lila por sobre él, un millón de veces quizá. Se dio a la inútil tarea de seguir avanzando entre la gente hasta que escuchó una voz llamarle. Giró su cabeza y se percató de que sólo era un saludo, el cual correspondió para continuar persiguiendo lo inalcanzable, pero cuando devolvió la vista al frente, ya no había nada. Sin saber qué rumbo tomar, ni emocional ni físicamente, decidió volver con Bibi, quizá ella podría arreglar un poco aquella brújula recién descompuesta en su cabeza.

Mientras, el pelirrojo se hallaba sentado en el patio, molesto ante la osadía de Bull de querer siquiera intervenir en lo que le hacía feliz, es decir, ¿qué derecho tenía? No planeaba discutir, sabía que sería inútil, pues ambos terminarían enfadándose y ninguno cambiaría de opinión.

Barley pasó frente a él y le ofreció una bebida que, aseguró, no era jugo de manzana. Colt enarcó una ceja, viendo al robot algo incrédulo hasta que Shelly se acercó y tomó una bebida de la bandeja, bebió un pequeño sorbo e hizo una mueca que indicaba que aquella bebida era claramente más fuerte que el jugo de manzana. Colt abrió ambos ojos ampliamente debido a la sorpresa y tomó un vaso igualmente, agradeciéndole al camarero.

La joven de cabello morado se sentó al lado de su amigo y exclamó un "salud", levantando ligeramente su vaso, a lo que él respondió de la misma forma.

-¿Por qué tan apartado? -preguntó ella, dándole una palmada en el hombro al pelirrojo- Quiero decir, hay una fiesta a tu alrededor.

-Es... -dio un suspiro y procedió a beber un trago de aquella bebida-... Es Bull, ¿sabes? No se lleva bien con Mortis y ya por eso cree que yo no debería estar con él.

-¿Bull ya lo sabe?

-Se lo dijo Mortis -se encogió de hombros-. Quería ser yo quien lo hiciera, pero supongo que de alguna manera se tendría que enterar.

-¿Qué te dijo exactamente? -inquirió Shelly, inclinándose hacia el frente para escucharle mejor.

-Que me alejara de él -suspiró-, me dijo que era malo, que no debía de caer en sus mentiras, etcétera, etcétera-hizo un ademán con las manos para dar a entender que el de cabello negro había dicho aun más-. Siempre es lo mismo, todos lo juzgan sin realmente haber tratado con él. Quizá se vea malo, pero no lo es, Shelly, realmente no lo es.

-Bull solo está consternado -dijo la de cabello morado intentando consolarle-. Entiéndelo, es tu amigo, obviamente se preocupa si te ve con alguien en que no conoce -rodeó al contrario con un brazo alrededor de su cintura y lo acercó hacia ella, recargando su cabeza en el hombro de su amigo-. Ponte un poco en su lugar, teme que te haga daño. ¿No sería eso lo que más querrías evitar?

-Supongo -le dio otro sorbo a su bebida a la par que la chica-, pero primero me daría a la tarea de conocer a la otra persona -frunció el ceño.

-Tú y yo sabemos que Bull no reaccionaría así-respondió-. Supongo que yo tampoco querría estar cerca de alguien que mete sus narices donde no le corresponde -bromeó, soltando una risa.

El pelirrojo rió por la ocurrencia de la chica y ambos permanecieron sentados en silencio bebiendo hasta que Piper les interrumpió, pidiendo la presencia de Shelly no sin antes disculparse con Colt.

Se quedó solo, terminando lo que restaba de su bebida mientras veía cómo cada vez el cielo se volvía más oscuro. El alcohol le puso ligeramente mareado y quizá un poco desconectado de todo el ajetreo que ocurría frente a él; al menos hasta que escuchó aquél acento nuevamente, esta vez tras de sí. Se levantó, girándose para encararle.

Cegado por una Dalia Negra. [Hiatus] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora