VIII

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—Me quiere... No me quiere... Me quiere... —decía Colt cada vez que arrancaba una hoja seca de una rama que encontró en el camino, negándose a tocar sus camelias.

Extrañaba a Mortis, sintiéndose patético ya que no tenía ni una hora de que se había ido. Y es que el tiempo pasaba tan rápido cuando estaba a su lado, sentía cómo Mortis pausaba todo el miedo que sentía y lo cambiaba por besos y caricias en su rostro, se sentía tan bien ser correspondido por primera vez, que era como un cuento, como una hermosa fantasía donde no había robots o cactus o cosas tan extrañas a su alredor.

Sintió cómo alguien lo llamaba, cómo alguien trataba de despertarlo de su sueño donde aquél vampiro seguía a su lado, no pasó mucho hasta que despertó y vio a la que podía llamar amiga enfrente suyo.

—Maldita sea, Colt, ¿dónde estabas? —preguntó Shelly con un tono preocupado y medianamente indignado.

—Estaba paseando por allí —mintió, esperando que la muchacha creyera su fachada.

—Claro —ella arqueó las cejas con incredulidad— y supongo que encontraste esas flores en el desierto —Colt miró las flores y luego la miró a ella, sonriendo nervioso—. Bull me preguntó por ti, le dije que estabas en la comisaría.

—Gracias.

—No me agradezcas —le mostró una media sonrisa—. Me pidió que te dijera que estaría en el bar de Barley.

—Yo preferiría no verlo aún —tiró la ramita que había estado sosteniendo—, no me gustó su actitud de ayer.

—Ya veo —dijo ella, asintiendo—. Entonces más nos vale irnos ya —le hizo una seña con los dedos para que la siguiera—, vamos a la comisaría.

Así lo hizo Colt y caminaron con un silencio incómodo durante unos minutos. Él se preguntaba si debía confiar o no en Shelly, pues el día anterior había reaccionado mucho mejor que Bull a su pregunta, además de que lo había cubierto hoy, pero el no recordarla aún le hacía difícil la situación. Por un lado, estaba tan emocionado que quería decírselo a alguien, pero por el otro, era un campo minado, no sabía qué resultaría.

—Shelly —preguntó algo dudoso—, ¿por qué me encubriste?

—No es asunto mío ni de Bull a dónde decidas ir —se encogió de hombros—, eres libre de “pasearte por ahí” —giró su cabeza levemente para verlo y le sonrió.

Colt le devolvió el gesto y ambos apresuraron el paso hasta llegar a la comisaría, donde Rico estaba esperándolos aparentemente.

—Mira, él es Rico —señaló al robot—, igual es un shérif, puede enseñarte una que otra cosa básica, ya sabes, para que estés listo para volver cuanto antes.

El pelirrojo asintió y ambos se saludaron. Rico le dio un paseo por la comisaría, demostrándole cuál solía ser su lugar y explicándole qué procedimiento se debía tomar con distintos casos. Una vez que Colt había asimilado la información después de unas cuantas repeticiones de Rico, el pelirrojo les invitó a su casa; el robot se negó, con la excusa de tener un compromiso, pero Shelly accedió gustosa.

Ambos caminaron por el pueblo, el cielo ya estaba tomando esa tonalidad anaranjada del atardecer.

—Hey, Colt —ella interrumpió el silencio—, sé que dije antes que no era de mi incumbencia lo que hicieras, pero... ¿qué estabas haciendo? —preguntó, seguido de una corta risa.

—Yo... Pues —miró las flores, preguntándose si debía.

—Tampoco te obligaré a decirme —dijo más como una advertencia que como un consuelo—, sólo me dio curiosidad.

Continuaron caminando en silencio, el pelirrojo no paraba de preguntarse si debería de decirle. Una vez que estaban próximos al hogar de Colt, éste se detuvo y Shelly, extrañada, hizo lo mismo.

—No sé si debería decirte esto —dijo, una pizca de emoción se podía notar en su voz—, pero estaba por el cementerio.

—¿Estabas allanando tumbas? —preguntó divertida.

—No —miró a los lados, como queriendo asegurarse de que no había nadie más que les pudiese escuchar—. Estaba en una cita —dijo, visiblemente feliz.

Shelly sonrió enternecida al verle tan contento, pero le fue inevitable cuestionar quién había salido con su amigo.

—¿Jamás te conté de alguna pareja antes de que perdiera la memoria? —ante la respuesta afirmativa de su interlocutora, replanteó su pregunta—. Quiero decir, ¿te hablé acerca de algún chico?

—Bueno, Colt —después de ponderar sobre si debía decirle acerca de eso, decidió que ella no era la indicada—, no lo hiciste.

—Ya —él miró sus flores y sintió su corazón acelerarse nuevamente—. ¡A la mierda! Estaba con Mortis —admitió finalmente.

—¿Mortis? —la de cabello morado abrió los ojos ampliamente y arqueó las cejas, sorprendida—. Pero, ¿cómo ocurrió? —ella colocó sus puños sobre su cadera y le miró, curiosa.

—Bueno, él fue a visitarme la noche que perdí la memoria —dijo—. Me contó que solíamos tener una relación secreta, ya sabes, un amor prohibido, por eso nadie lo sabía —sonrió para sí mismo—. Ayer quise tantear el terreno y, viendo la actitud de Bull, no me sorprende que haya sido así.

Shelly se molestó al recordar la actitud del de cabello negro y sintió un vuelco en el estómago al escuchar cómo le había afectado la reacción de Bull.

—Por favor —la miró, sus ojos le rogaban—, no le digas a nadie.

—Hey, tranquilo —Shelly intentó calmarlo—, no podría ni aunque quisiera hacerlo —le sonrió cariñosamente.

Colt la miró, visiblemente contento y la abrazó con afán. La muchacha pudo notar que él ahora parecía haberse quitado un peso de los hombros. Finalmente, caminaron hasta la casa del pelirrojo y llamaron a la puerta, donde Pam les recibió llena de júbilo.

Weon, que rápido llegamos a las 300 lecturas, muchas gracias por el apoyo💕

Cegado por una Dalia Negra. [Hiatus] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora