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Apenas habían pisado el Bar y todo había pasado tan rápido. Para buena o mala suerte, los amigos de Bull habían coincidido, aún se veían amenazantes, pero aquél que estaba a cargo de su cuidado le juró que no le pasaría nada.

Colt tomó asiento en medio de Bull y la chica que hace unas semanas lo había amenazado con un bat, que se mostraba desinteresada en su presencia, todo lo contrario al cuervo, que solo lo miraba con una especie de odio o resentimiento.

Fastidiado por el ambiente que se estaba formando, el cuervo alejó a Bull con el pretexto de tener que sacar cuentas de aquel bar que ni siquiera era del pajarraco, encerrándose en la bodega donde Barley guardaba la bebida.

-Ya, ya -dijo manteniéndose tranquilo-, ¿qué ocurre?

-Oh, no lo sé -dijo sarcástico-, dímelo, Bull, ¿qué te ocurre?

-¿Qué? Sólo venimos por un trago.

-No es solo un trago -suspiró-. Te estás involucrando.

Bull soltó la carcajada, negando la supuesta acusación de su amigo

-Amigo, te conozco de toda mi vida, estás desviando todo.

-Yo estoy haciendo mi parte, Crow. ¿Cuál es el problema?

-Tu trabajo es ayudar a que sepa lo necesario -dijo, remarcando las últimas dos palabras.

-Todo va estar bien -dijo, tratando de tranquilizar al ave-, ¿cuándo te he fallado?

El cuervo sólo levantó las cejas, dando a entender que el más alto no era mucho de fiar.

-¿Acaso te quieres morir?

-Nadie va a morir, Crow, vamos a estar bien.

-¿Bien? ¿¡Bien!? -dijo, volviendo a caer en pánico-. Dejamos de estar bien desde que te metiste en toda esta mierda.

-Para empezar, yo no tuve la culpa de que él cayera en mi techo.

-¡Pero sí tienes la culpa de involucrarte demasiado con él! -gritó con su tono tan característico que parecía graznido-. Las cosas no deberían de ser así, Bull.

-¡Y no lo son! -exclamó, algo molesto por la actitud del cuervo-. Mira, sólo estás viendo cosas que no son.

-Espero tengas razón -refunfuñó y metió las manos a sus bolsillos-. Solo... No te involucres más de lo necesario.

Ambos regresaron algo molestos, Crow se fue con Bibi y le echó una mirada de advertencia al de cabello negro, Bull sólo volteó los ojos y asintió, volviendo con Colt.

-¿Todo bien? -preguntó cuando vio llegar al mayor con el ceño fruncido.

-Sí, sí, sólo eran unas cuentas -se encogió de hombros y llamó al robot para que los atendiera.

-¿Listos para ordenar? -preguntó, su voz robótica tenía un toque elegante, había notado Colt.

-Barley, tengo una duda -dijo-, ¿yo puedo beber alcohol?

-¡Claro! -respondió- ¿Por qué no podrías?

-Por lo del golpe -señaló su cabeza sonriendo, pensando que quizá el barman lo habría olvidado-, ¿no me hace mal?

-Por supuesto que no -respondió-, ¿qué le sirvo?

-¿Está bien whisky? -le preguntó Bull-. Es lo que solías tomar.

Colt asintió y Barley les entregó dos vasos -que, aunque algo alargados, estaban pequeños y estrechos- llenos del licor. El pelirrojo lo tomó en sus manos y lo admiró para después olerlo. Hizo una mueca, pues el dolor era algo fuerte y Bull no pudo evitar reírse.

-Si te es difícil, intenta taparte la nariz.

Así lo hizo, llenó su boca de whisky y lo tragó, sintió un ardor desagradable en su garganta y gruñó inevitablemente.

-¿En serio me gustaba esto?

-Te acostumbras después de un rato.

El vaso de Bull ya estaba vacío y Colt no se quiso quedar atrás, así que terminó lo que quedaba en el suyo y pidieron otra ronda y otra y otra. Sus articulaciones habían sido lo primero que notó extraño, sólo ligeramente más débiles. Después se empezó a sentir más suelto en general, su cuerpo era más liviano y también su carácter. Igual notó los efectos del alcohol en su acompañante, ahora se veía más risueño que de costumbre y charlaba más, mucho más.

Colt lo escuchó atentamente hablar de cosas triviales y ambos reían y todo se sentía tan bien. Él se sentía bien. En un momento, sintió los fuertes brazos del contrario rodearle y escuchó su risa escandalosa y contagiosa cerca de su oído y, cuando se separaron; simplemente se sentía embelesado con aquella imagen que tenía frente a sí. Como si el mismísimo aire lo controlara, se dejó llevar hacia adelante y de pronto sus labios estaban sobre los del contrario. Fue algo tan fugaz que le pareció que jamás ocurrió siquiera, sólo un producto de su intoxicada imaginación. Bull ni pareció notarlo, él seguía hablando y riendo a sus anchas, se veía muy cómodo.

Las cosas alrededor de Colt se movían y todo parecía confuso, pero eso no le molestaba. Escuchó la voz de una mujer llamarles a ambos a sus espaldas y se giraron, sólo para ver a la muchacha de cabello morado con el ceño fruncido y su boca torcida por un enojo que, en ese momento, Colt no entendía. Caminó pesadamente hacia Bull y lo encaró.

-¡Se supone que debes cuidarlo! -dijo, casi gritando y Bull rió.

-Pero si no le está pasando nada malo -lo señaló y Colt sonrió ampliamente, saludando a la morena-. Yo diría que se lo está pasando bastante bien.

-Pam está preocupada, pensó que Colt estaría devuelta hace más de una hora -esta vez sí le gritó y sacó unas monedas de su bolsillo, las cuales colocó en el mostrador-. Me lo llevaré a casa -tomó a Colt de la muñeca y lo jaló con ella.

Colt simplemente se dejó llevar por Shelly y, aparentemente demasiado rápido, llegaron a casa del pelirrojo. Vio cómo la chica llamaba a la puerta y su madre abría. Un intercambio de palabras que él no entendió del todo y ya estaba dentro de la casa, sentado en el sillón, riendo. Pam continuó haciendo lo que tenía que hacer, moviéndose de un lado de la casa a otro y, conforme el tiempo pasaba, todo se veía y sentía más normal, más comprensible. Se levantó entonces a la cocina por un vaso con agua y, mientras la bebía, entró Pam y lo miró a los ojos. Colt dejó el vaso en el fregadero y miró hacia otro lado.

-¿Estás molesta?

-Sólo porque no me avisaste que llegarías más tarde -dijo ella, sin darle mucha importancia.

-¿Es en serio? -preguntó, incrédulo, incluso Shelly se veía más molesta que su propia madre.

-Colt, ya eres un adulto -dijo Pam, soltando un suspiro-. No puedo controlar qué haces y qué no, debes de ser consciente ya de las consecuencias. Si quieres embriagarte, hazlo, ¿qué te puedo decir yo? Sólo avísame que llegarás algo más tarde o que no llegarás.

-Perdón por eso -dijo y Pam simplemente asintió.

Le deseó las buenas noches a su madre y subió las escaleras para entrar en su habitación, donde un aire frío le golpeó apenas cruzó la puerta. Miró el cristal roto y refunfuñó, poniéndose la pijama y echándose en la cama, envolviéndose por completo con el edredón.

Mientras tanto, en el bar seguía Bull, las yemas de sus dedos rozándole los labios mientras se preguntaba si aquél beso había sido real o imaginario.

Cegado por una Dalia Negra. [Hiatus] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora