XXXII

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Luke.

*Suspiro y me sostengo las rodillas un momento intentando detener su furioso temblor. Una gota sudor helado corre por mi espalda mientras empiezo a repasar los últimos eventos del día…*

 -Eso no cambia el hecho de que lo hiciste, colaboraste con ello -dije.

Ella aminoró el paso hasta casi dejar de caminar y yo la imité, vi el grupo adelantarse un poco pero no me preocupé, pensé que mientras los viéramos podríamos seguirles el rastro.

Por la mirada en sus ojos imaginé que aquel intercambio de palabras terminaría como todos los que nos tenían a nosotros dos como protagonistas: mal. Brook y sus ojos oscuros estaban prontos para una batalla más, pero esa vez yo también lo estaba.

El hecho de que ella hubiera formado parte de aquella broma había terminado de romper algo en mi. Normalmente no me hubiera importado que mis amigos hubieran elegido como víctima de una de sus jugarretas, es más, estaba esperándolo… siempre lo hacían, pero ver a Brooklyn allí parada jactándose de mi humillación y sin mover un pelo para ayudarme, mierda, eso había dolido.

Así que allí estaba, ella a punto de dispararme palabras probablemente tan frías como balas de hielo, pero yo estaba esperándolas con un escudo de fuego. Decepcionado, roto, dolido, sin nada que perder… iba a enfrentarme a la fiera.

-¿Por qué te lo tomas tan personal, noño? ¿No tienes sentido del humor? -inquirió ella alzando una ceja y noté que su tono no era tan ofensivo como solía ser.

¿Qué era eso que había en su voz? ¿Estaba esforzándose para ser una perra conmigo?

-Mi nombre es Luke, Brooklyn, y ya te dije que me gustaría que me llamaras por él. -contesté con una tremenda seriedad que surgió de mi pecho y tiñó toda mi compostura más naturalmente de lo que había esperado- Ah -continué- y disculpa si me lo tomo como algo personal, pero a diferencia del resto del campamento… tal vez a excepción de Alena, no me pareció para nada divertida la bromita. ¿Nunca se pusieron a pensar que hubiera pasado si hubiera caído al agua dormido, si me hubiera enredado en las sábanas? Apuesto a que eso sí sería algo divertido de ver.

Su rostro pareció contraerse y palidecer por un segundo antes de recuperar la compostura y apoyar todo su peso en una de sus piernas y colocar ambas manos en su cintura.

-¿Qué tomaste, Luke? -preguntó haciendo énfasis en mi nombre- ¿Píldoras de coraje? Yo que tu hubiera tomado algo para relajarte un poco, después de todo estás vivo ¿no?

Y por primera vez no me creí para nada su personaje, por primera vez empecé a ver lo que mi amiga tanto se había esforzado porque comprendiera. La máscara de Brooklyn parecía derretirse lentamente delante de mi.

-¿Qué hubieras sentido de no ser así? -espeté.

-No sé de que hablas -intentó evadirme pero yo ya sabía qué decir a continuación.

-Si me hubieran encontrado flotando en la orilla, azul y helado. ¿Habrías sentido algo además de culpa y miedo por lo que habrías hecho? ¿Te habría importado siquiera? -insistí.

-No voy a responder eso, estás siendo increíblemente estúpido. -gruñó y comenzó a alejarse de mi.

Me apresuré a tomarle la muñeca y a traerla hacia mi con firmeza, pero sin fuera.

-¿Quién te dijo que podías ser la única que hace las preguntas, la única que demanda aquí? Quiero que me respondas, demando que me respondas, Brooklyn.  -dije, mi voz sonando firme y grave.

Su pecho subía y bajaba despacio y tuve que recordarme en que en un momento como ese no podía dejarme llevar por lo hermosa que lucía bajo el resplandor del Sol, del halo de luz que este creaba a su alrededor al reflejarse en su cabello. Una tenue aurora roja enmarcaba su rostro como si estuviera en llamas. Hielo y fuego, como el acero.

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