XXXIV

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Alena.

 Despierto a causa de un sonido bastante familiar que nunca antes se me había hecho tan molesto. Al principio creo que todo se debe a algún tipo de ensoñamiento, luego imagino que alguien debe haber tomado mi teléfono y comenzado a jugar a aquel legendario videojuego, hasta que tomo conciencia de dónde estoy y junto a quién me encuentro.

Estoy en la enfermería, Mike está a unos metros de mi, sentado en una camilla, totalmente concentrado en su teléfono al que sostiene de forma horizontal mientras emite aquella estruendosa música. No lleva camisa y su piel es de un color rojo oscuro, casi llegando al burdeos. Pude imaginar el dolor sobre mi propia piel de sólo verlo.

-Me alegra no ser la única que tiene Pokémon Verde Hoja en su celular -digo incorporándome.

Recién en ese instante caigo en la cuenta de lo hinchada que se siente mi garganta y lo pesada que está mi cabeza. Malditos pinos blancos y maldita alergia, debían haberme bombardeado a antialérgicos y ahora mi cuerpo sufre las consecuencias.

Un malestar me sobrecoge y me dejo caer sobre la camilla otra vez dando un resoplido, cierro los ojos.

-¿Así es como te alegras? Con razón llevas esa cara de amargada todo el tiempo -bromea Mike, su voz se siente más cercana de lo que debería así que abro los ojos y lo encuentro a mi lado luciendo demasiado sombrío para alguien que acaba de hacer una broma. -¿Estás bien? -pregunta.

-Sí, solo me he levantado demasiado rápido. -contesto despreocupadamente y me aparto las sábanas echándome un rápido vistazo a mi misma, todavía llevo puesta la ropa del día anterior. Que asco, pienso y comienzo a buscar mis zapatillas a la vez que Mike vuelve a sentarse en su camilla- ¿Qué tal tu? ¿Te han dado algo para las quemaduras?

-La enfermera a traído una tonta crema que huele a rosas, pero no creo que esté ayudando. Cada vez que la uso mi piel parece arder diez veces más, y créeme, eso es demasiado. -responde casi indignado.

-Probablemente sea porque una crema perfumada es lo último que debes usar cuando te quemas. -hablé anudando mis agujetas, podría haber levantado mi rostro para verlo, pero por alguna razón quería evitar el contacto visual con él lo más posible.

-Es lo mismo que Luke me dijo anoche, pero es lo único que tengo, así que... -deja las palabras colgando y vuelve la vista a su celular, por lo visto, él tampoco está interesado en hacer contacto visual conmigo.

Absurdamente aquello me hiere un poco, me duele que nos hayamos distanciado de a poco desde aquel día en el armario. Ese estúpido juego, esa estúpida noche.

Debo contenerme a mi misma para que mis pensamientos no vayan en aquella dirección, no es justo para Mike ni para Ashton. Que esté sumamente dolida y enojada con él no significa que encuentre consuelo recordando aquel momento de pseudo intimidad que tuve con su amigo.

-¿Luke estuvo aquí en la noche? -me fuerzo a preguntar dejando un montón de preguntas repicando en mi mente: ¿Por qué? ¿Quién más había estado aquí? ¿Ashton habría venido? ¿Se había preocupado por mi siquiera?

No me sorprendería si había estado demasiado ocupado como para darse una vuelta por la enfermería, tenía muy poco tiempo ahora que debía ocuparse de su amiguita. Los había visto coqueteando fuera de la cabaña de los chicos, Marcie hablándole y moviéndose de una forma sumamente seductora que yo nunca podría llegar a imitar.No estaba celosa, era completamente compresible si Ashton la prefería antes que a mí. ¿Un proyecto a conejita PlayBoy vs una Alena Blackburn? Vamos, todo el mundo sabía quién ganaría esa batalla.

-Sí, para cuidar de Brook -habla como si fuera la cosa más obvia del mundo, aún sin despegar sus ojos del teléfono.

"Para cuidar de Brook", sus palabras resuenan en mi mente y siento que cada uno de mis músculos se tensionan y una gota de sudor frío recorre mi espalda. De inmediato recorro la enfermería con la mirada: nada, solo Mike y yo, el resto de las cama estaban vacías y perfectamente tendidas.

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