XXVI

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Ashton

La situación habría sido perfecta de no ser por la mirada acusadora de mi amigo a nuestras espaldas. Sé que Luke no lo hacía con intención pero en cuanto yo me fijaba en el retrovisor para intentar algún acercamiento a Alena, lo descubría con esa mirada de cachorro perdido que solo quería decir “Estoy hecho pedazos, por favor conténganse”. Así que me quedé quieto y mis manos hicieron el mayor de sus intentos por alejarse de Alena.

Nunca había deseado a una chica tanto como a aquella preciosa rubia que tenía a mi lado. Claro que no era ningún virgen y que ya había tenido más de una experiencia pero por algún extraño motivo me di cuenta de que esto sería especial y distinto a todo lo que había experimentado. ¿Por qué? Porque ella era especial, ella era única, ella era LA única.

Aparqué en la entrada de la casa de Luke y él susurró algo como un “Gracias, chicos”, antes de salir del auto y desaparecer en la entrada. Tras esto miré a Alena y le di una sonrisa confiada, sabía lo mucho que ella se había encariñado con el rubio y ahora que él no valía ni cincuenta centavos, era hora de subirles a ambos el ánimo.

-Oye- me estiré un poco y acaricié suavemente sus nudillos- Estará bien, ya lo verás

-Si tan solo Brook no fuera tan terca- negó ella y puse en marcha el auto antes de que esta noche especial se volviera repentinamente sobre su lunática mejor amiga y el constante rechazo de esta hacia Luke

Llegamos al hotel con una cierta tensión dentro del coche y en cuanto mi mirada se dirigió a la suya, supe que algo en su interior había cambiado. No parecía insegura, desprotegida ni calmada. Sus ojos me estaban abrasando con un fuego increíble y sus manos en lugar de temblar, parecían seguras y determinadas, como si supieran exactamente qué hacer.

-¿Subes?- inquirió con la voz algo ronca y algo dentro mío estalló en felicidad

-Claro que sí- asentí con cierto nerviosismo. Dios, ¿qué me ocurría con esta chica? ¿Qué hacía ella con el Sr. Ashton Todo Seguro?

Abrió la puerta del coche y no pude evitar abrir mis ojos frente a la sacudida de su trasero cuando saltó hacia la acera. Esas calzas negras ajustadas habían logrado su propósito y mi mente comenzaba a volar.
Subimos juntos y en completo silencio las escaleras del hotel y en cuanto llegamos a la puerta, la tomé de la mano, la hice girar sobre sus talones y una vez frente a ella la besé.

“Quiero esto contigo, Alena. Quiero millones de otros disfraces ridículos y otras miles de bromas privadas. Quiero los pequeños y los grandes momentos y que sin hablarte puedas saber lo que pienso”, era todo lo que mi boca transmitía sobre la suya hasta que ella se apartó un instante.

-Dios…-murmuró y comenzó a reír al instante, era algo extraño oír a Alena profanando el nombre de Dios cuando prácticamente despreciaba todo lo relacionado a la religión y más específicamente al catolicismo

-Reynolds, no sé si pueda contenerme- susurré en su oído y sentí su respiración acelerada. Santísima mierda, esto se nos estaba yendo de las manos

-Vamos, pasa- invitó ella y juntos nos colamos en el interior del pent-house

Cualquier otro tipo que quisiera a esta chica para una aventura pasajera se habría detenido a apreciar con atención cada exacto detalle del enorme lugar en cada oportunidad que ingresase pero yo estaba muy por encima de eso. Quería centrar mi atención en ella, quería que notara que se había vuelto mi centro, quería tenerla…

-Ally, no tenemos que hacer nada que tú no quieras- le sonreí confiado y ella se detuvo un instante y negó con la cabeza

-Ese es el punto, Ash- habló con seriedad- Yo QUIERO esto, lo quiero ahora y lo quiero contigo

The WEIRD KidsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora