XXII

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Ashton

Después de unos veinte intentos, logré conciliar el sueño. Alena y yo estábamos finalmente estableciendo algo como una relación formal y sólida, ya no habían secretos entre nosotros y hasta el propio dolor de mis heridas (las emocionales, no las físicas), parecía hacerse menor cuando estaba a su lado. Sin embargo, cada vez que iba a dar un paso adelante, cada noche que planeaba abrazarla frente a todos y besarla apasionadamente, allí estaba él. Y ni siquiera entiendo por qué me estoy refiriendo a un amigo de forma tan jodidamente despectiva, pero es que sencillamente no puedo dejar de odiarlo, o al menos no quiero dejar de hacerlo por el momento. Esa es mi verdad, mi pura y exacta verdad. Odio a mi mejor amigo, odio a Michael Clifford desde que supe que posó sus ojos en Alena pero más aún lo odio por tener la oportunidad de meterse con ella al closet cuando yo ni siquiera pude besarla frente a él, temiendo herir sus sentimientos. Já, ¿acaso tiene de esos? ¿Sabe lo que es volverse loco por alguien? Porque en toda mi vida lo único que lo vi sentir fue un leve afecto sin demostración alguna por Cal y Luke. Pero, ¿chicas? Ni hablar. A lo que a mi concernía, Mike iba a morir solo.

Eran algo así como las siete de la mañana cuando el sonido del taladro se propagó por toda la casa. No fue un instante ni se trató de mi imaginación. El maldito aparato estaba llenando el espacio de un ruido extremadamente molesto y yo, que había dormido poco y mal, necesitaba en calidad de urgencia meter el taladro en la boca de quien mierda lo estuviese utilizando. Las imágenes de Mike sonriéndole a Ally antes de entrar al closet me produjeron dolor de cabeza y entonces entendí que, ya que no podía lidiar con ellos dos como quería, al menos podía enfrentar al poseedor del taladro y decirle unas cuantas cosas no muy agradables. De este modo me incorporé, restregué mis ojos y estiré mis brazos y piernas para no perder el equilibrio en cuanto me levantase. Una vez fuera caminé sigilosamente por el pasillo y cuando llegué a la cocina descubrí a un hombre canoso, de unos cincuenta tantos, haciendo varios agujeros en la pared.

-¡¿Qué mierda?!- exclamé casi sin querer y el tipo que hasta el momento no había notado mi presencia, se giró a verme

-Oh, buen día. Tú debes ser Ashton- extendió una mano- Soy Clark, estoy aquí para arreglar algunos problemas eléctricos que han estado teniendo, en cualquier caso…

-Déjeme ver si le entendí- corté en seco y el hombre entrecerró los ojos sin comprender mi reacción- Usted ha venido a mi casa un sábado a las siete de la mañana a arreglar un maldito problema que hemos tenido por meses. Pero eso no es todo, usted está utilizando un taladro y rompiéndome los oídos mientras hace pedazos la pared de nuestra cocina. ¿Eso quiere decirme?

El hombre palideció y una pequeña punzada de lástima surcó mi pecho. No era su culpa si mi mamá había tardado todo ese tiempo en llamarlo pero sí era su responsabilidad pensar en que otros seres humanos alrededor podían estar en su pleno descanso y sin necesidad alguna de despertar con el jodido taladro.

-Disculpe joven, yo no sabía que…

-¿Sabe qué? Olvídelo. Ahora no volveré a dormirme y usted tampoco estará dispuesto a venir otro día solo porque se me antoje- negué con la cabeza- Así que adelante, continúe

Lentamente, como pidiéndome perdón, volteó y retomó su trabajo. Tuve que cubrirme los oídos al principio para que la cabeza no me explotara pero luego simplemente tomé un poco de café y me arrojé a la mesa sin ánimos, aguardando para que este no fuese otro día de mierda. Enseguida tomé el teléfono y me propuse llamar a Ally. Después del inesperado giro en los acontecimientos de anoche y con mi pecho ardiendo de celos, me di cuenta de que era hora de marcar territorio. Mike tenía hasta más oportunidades con ella que yo (basándome en el hecho de que él y Brooklyn eran inseparables y que además veía a Ally a diario en la secundaria), pero yo no podía bajar los brazos por ello, y mucho menos descuidar lo que hasta ahora había logrado. Fue entonces que me di cuenta de algo, un detalle demasiado importante que no había notado hasta ahora. Yo no tenía el número telefónico de Alena.

The WEIRD KidsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora