XVII

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Brooklyn

Hemmings, el apellido más común. Luke, el nombre más ordinario. Sin embargo, juntos, tienen algo especial. Sí, juntos conforman al ser más repulsivo y fascinante que he conocido en toda mi existencia.

Llegando a la acera, luego del incómodo y a la vez divertido ensayo en casa de Ashton, siento pasos a mis espaldas y volteo para comprobar de qué se trata. Resulta entonces que él ha corrido hasta llegar a mí y trae consigo un par de apuntes que he olvidado dentro. ¡Por favor! Como si Brooklyn Samantha Hoover necesitase un idiota que luego de arruinarlo todo decidiese arrastrarse por su perdón. Perdón, querido elfo rubio, deberás intentarlo con demasiada fuerza para que algún día recuperes lo que casi consigues.

-Oye Brook- se acerca y por un segundo mi estúpido corazón se acelera- Dejaste esto allá dentro

-¿Enserio?- suelto con la mayor ironía que puedo- Juro que si tú no lo hubieses traído jamás lo habría notado

-¿De verdad? Wow…-dice sorprendido y quiero golpearlo por no captar una milésima del sarcasmo

-Sí, Luke. Tu capacidad para recuperarle material de estudio a los demás es digna de un héroe- le arrebato las fotocopias y las guardo rápidamente en mi bolso mientras Ally nos observa un tanto incómoda

-Oh…-parece que finalmente ha entendido que no estoy de humor- Creí que…

-No creas nada-corto, con frialdad en la voz- No supongas nada, no intentes convencerte de nada. Lo que te digo es lo que pasa por mi cabeza y ya. Si quieres alguien que se incline a tus pies para agradecerte por estúpidos y mediocres favores, ve a llamar a la puta de tu noviecita; yo ya tengo mis propios asuntos

Antes de que pueda articular algo, antes de que pueda respirar, volteo buscando a Alena con la mirada y me dispongo a continuar nuestro camino hacia el hotel. Un agujero se abre en mi pecho y siento sus ojazos azules sobre mí por unos instantes más, antes de oírlo volviendo a la casa.

“Bien hecho Hemmings, déjame en paz”, me digo a mí misma y comienzo a convencerme de que eso es suficiente, de que su cabello, sus ojos, su voz, él, no me molestarán más por lo que resta del día. Sin embargo, todo el camino de vuelta, no hago otra cosa que imaginarme lo bien que podríamos estar pasando si yo no fuese tan orgullosa y perra y él no fuese un completo imbécil con demasiado intelecto para el estudio y muy poco para la vida en general.

Alena viene con una sonrisa que no había visto en ella en mucho, demasiado tiempo. De seguro algo ha ocurrido y se niega a contármelo. Pues lo lamento, pero tendré que insistir. Ella es la única persona con la que cuento para absolutamente todo y me dolería más que nada que no me confiase sus cosas, por más tontas que le parecieran. Sé perfectamente que la situación entre ella, Mike y el poco seso de Ashton se ha vuelto repentinamente incómoda, pero la solución no está precisamente en cerrarse al mundo y ocultar una aparente e inesperada “felicidad”, así que tarde o temprano deberá abrir la boca.

-Lindo día, ¿eh?- pregunto, dando inicio a la conversación

-Está bastante bien- dice y una risita tonta se escapa de sus labios sin previa advertencia. Noto cómo se esfuerza por ocultarla pero de pronto la risa se ha vuelto carcajada y estamos en medio de la acera con una cabellera rubia sacudiéndose de un lado a otro mientras lucha por controlar la tentación

-Wow, alguien está feliz- asumo y de pronto ella se detiene

-Lo siento, lo siento- murmura, intentando respirar- Tuve un momento de inmadurez

-Tranquila, Señora Perfecta- golpeo suavemente su hombro- Todos podemos tener deslices de vez en cuando

-No te preocupes, no ocurre nada- me asegura con un guiño y no le creo en lo más mínimo así que opto por alejarme con mi mal humor, un montón de recuerdos que “pudieron ser” con el irresistible rubio ñoño y las verdades ocultas de mi casi hermana. Hay un lugar y solo un lugar adonde puedo llevar todo eso y no colapsar mentalmente y es el centro comercial, con la compañía de una buena tarjeta de crédito y antojo por ropa y accesorios a montones.

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