II

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Brooklyn.

Bajo del taxi a toda velocidad y descubro, como esperaba, que Ally se encuentra en la entrada del aeropuerto, esperándome con apenas una maleta y un bolso color crema como equipaje. Enseguida da un breve recorrido por mi figura y sonríe aplaudiendo mi estilo, nunca ha entendido cómo demonios puedo ser tan descarada para combinar prendas.

-Luces fantástica- felicita

-Tú igual nena, ¿vamos?

-Sí, llegaste tarde- me guiña un ojo- Nada que no previese pero antes debo preguntarte- se detiene un instante y me toma del brazo- ¿Trajiste alguna chaqueta gruesa o tapado?

-Tengo varios en una de las maletas, ¿por qué?- continúa el camino mientras va negando con la cabeza y a punto de soltarme un regaño

-Brooklyn- se toma su tiempo inhalando y exhalando como si fuese a hacer el comentario más relevante de su existencia- Australia está en el hemisferio opuesto al nuestro. ¿Qué quiero decir con esto? Si llegas allá con tus lindos tacones, tu vestido de quince centímetros de falda y sin mangas vas a morir de hipotermia apenas bajemos del avión

De pronto algo hace click en mi cabeza y por mucho que me cueste, debo darle la razón. Hasta mi cerebro se congelará si no trato de abrigarme un poco. Con pesadumbre acabo cubriendo completamente mi perfecto atuendo con una chaqueta negra muy formal que mi abuela me ha regalado especialmente para la ocasión.

Ingresamos al aeropuerto y entonces corro directamente hacia la zona de venta de regalos y recordatorios. Alena va detrás de mí, sosteniendo su bolso e intentando contenerme antes de que efectúe lo que ella llamaría un “gasto innecesario” pero sin dudas no me detiene. Soy muy obstinada y terca cuando una idea se me mete en la cabeza y esta no será la excepción.

-Oye- se ubica a mi lado y me observa mientras saco la tarjeta de crédito ilimitado que me han regalado- ¿Vas a empezar ya?

-Tengo que comprarte tu último regalo oriundo de Portland, al menos por los siguientes seis meses- justifico

-¿Y no puede ser una barra de chocolate con nueces?

-No seas tan básica Ally, enserio- sonrío y señalo un brazalete con corazones de plata y otro igual pero en oro- Deme esos dos

Después de un sermón sobre administrar bien el dinero y no perder de vista que todo aquello que gaste irá a parar directamente al bolsillo de mis familiares que han sacrificado todo por ese viaje finalmente Ally se decide a distenderse un poco y comenzar a hablar sobre sus expectativas de lo que Australia pueda ser.

-No sé si encontraré mi lugar en el mundo ahí- comenta con algo de esperanza- Pero salir de aquí, vivir una experiencia diferente… Eso es lo que realmente importa, ¿no crees?

-No lo sé- niego con la cabeza y me preparo mentalmente para uno de mis comentarios tontos y algo pervertidos- Yo solo voy para pasar el rato con cuanto australiano quede en pie por esos alrededores

-¡Brooklyn!- golpea mi brazo con algo de sutileza y enseguida suelta la carcajada- ¿Qué harás si la gente de allá no acepta tu humor verde?

-Simple- le guiño un ojo- Haré que se adapten a él hasta llegar a amarlo

El altoparlante se enciende y de pronto se oye la voz del anunciante.

“Vuelo 121 con destino a Australia, pasajeros por favor dirigirse a la puerta 5 para el próximo aborde y posterior despegue. Muchas gracias”

Algo en mi interior comienza a temblar de pronto y no sé qué pueda ser pero está sacudiendo cada uno de mis sentidos. Inicia siendo una sensación de cosquilleo en la nuca pero luego se extiende por todo mi cuerpo. De pronto siento una paz inmensa, una tranquilidad que no había experimentado en años, y todo por el viaje. Pero esperen, ¿será el famoso viaje o algo que me espera del otro lado del océano? Imposible. La vieja Brooklyn estaría con las piernas temblorosas imaginándose un príncipe azul que la rescatase al bajar del avión pero esta nueva versión, esa que muestro a todo el que conozco, esa no se intimida frente a nada ni nadie. Y es esa la que actuará una vez que pise suelo extranjero.

Tomo el brazo de mi inseparable mejor amiga y juntas nos dirigimos a la entrada con nuestros boletos en mano. Puedo notar cómo su piel se torna un poco más pálida a medida que nos dirigimos hacia el avión y una vez que estamos sentadas, una al lado de la otra, como ha sido toda nuestra vida, simplemente tengo la necesidad de arrancarle eso que ella jamás me admitirá por sí sola.

-¿Estuviste llorando antes de venir?

Apenas asiente.

-Me aseguré de que no se notara mediante un fugaz maquillaje en medio del taxi- asegura- Creí que no se veía nada en mi rostro

-No se ve- afirmo- Pero eso no quiere decir que yo no pueda notar que estuvo ahí- sonrío y dejo caer mi cabeza sobre su hombro- Tu papá siempre dijo que extendieras tus alas y volaras tan lejos como pudieses sin importar cuán atrás los dejaras en tema de distancias

-Pero ellos me necesitan, Brook- solloza- Me siento una mierda estando feliz mientras ellos se quedan encerrados en ese mundo de mierda que han soportado por décadas

-Es su elección cariño- le acaricio el rostro- No podemos hacer nada por los demás pero sí por nosotros mismos y si estamos aquí hoy en lugar de los otros trescientos que compitieron por lo mismo es porque seguramente Australia nos tiene algo muy bien preparado del otro lado

Limpia su rostro suavemente y me mira con sus ojos verdes llenos de esperanza.

-¿Tú crees?

-Estoy segura de ello- vuelvo a guiñarle- Por eso mismo he traído condones de todo tipo y…

-¡Brooklyn! ¡No empieces!- grita sin poder evitar reírse- ¡Dios! ¿Qué carajos voy a hacer contigo allá?

Miramos un par de películas juntas y luego nos apartamos unas horas para leer nuestras respectivas lecturas en completo silencio. Dentro de las pocas cosas en las que la barbie rubia y yo coincidimos se encuentra la pasión y debilidad por las novelas de todo tipo. Podemos estar horas y horas hablando de diferentes libros que hemos leído y muchos de los que se compra una, terminan siendo propiedad de ambas. Actualmente ella está en plena mitad de “En llamas” de Suzanne Collins mientras que yo no paro de llorar con el final de “Bajo la misma estrella” de John Green. Siempre dije que evitaría a toda costa los libros relativos a enfermos de cáncer o cualquier otra enfermedad terminal pero este fue superior a mí, demasiado adictivo y mortal en todo sentido.

Mis ojos comienzan a cerrarse lentamente y termino cayendo dormida sobre mi fiel almohada, sobre mi hermana del alma, mi mejor amiga. Y no es que sigamos juntas porque yo la obligue a hacerlo, de hecho le he advertido cientos de veces que se merece alguien mucho mejor a su lado, que se merezca realmente ese manantial de luz que emana de ella cada vez que sonríe o habla pero siempre que lo insinúo se enoja como si estuviese insultándola o algo peor. Odia que me sienta inferior o poca cosa porque, según ella, no hay mejor complemento en su vida que yo.

Despierto con un rayo de sol fuerte que penetra por la ventana y escucho al piloto anunciar la próxima llegada al aeropuerto de Sydney. Sacudo con todas mis fuerzas el cuerpo de mi amiga y la veo restregarse los ojos varias veces antes de abrirlos. Sé que no es por la pereza ni el sueño, sé que se trata de una preparación personal para ver ese nuevo día como algo realmente NUEVO en su vida.

Ambas volteamos hacia la ventana y de pronto siento nuevamente la extraña sensación recorriendo mi cuerpo. No sé qué sea pero ahora parece más intensa aún que en la partida. Miro a Ally, le sonrío y vuelvo mi mirada hacia el exterior donde un par de nubes se disipan para permitirnos la vista más perfecta y espléndida de lo que sin dudas será el mejor semestre de nuestra existencia.

-Welcome to Australia- susurro y dejo escapar una sonrisa

The WEIRD KidsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora