XVI

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Alena.

Hacía aproximadamente cinco minutos que estaba parada frente a la casa de Ashton sin decidir si tocar o no en la puerta, cuando decidí que ya era demasiada cobardía.

 -“Tú puedes, tú debes, y si fuiste lo suficientemente valiente para empezar, lo harás.” -repetí en voz alta mi frase favorita de Mientras Escribo de King para darme fuerzas, e inhalando con fuerza golpeé la puerta tres veces.

“¡HARRY NO ABRAS LA PUERTA, YO VOY!”, sentí su voz gritar dentro y pensé que quizás había sido una mala idea, que debería ir al encuentro de Brooklyn y volver juntas para en ensayo. Así decidí, y ya bajaba el segundo escalón hacia la acera cuando siento el click de la cerradura.

-¿Alena? -escucho que llama desde el umbral y luego de maldecir para mis adentros volteo y me acerco a donde él se encuentra con su expresión confusa en su rostro manchado de violeta oscuro.

-Hola -saludo simplemente tratando de esbozar una sonrisa mientras trato de tragarme el nudo que se ha formado en mi garganta al ver su mandíbula mallugada.

-Es un poco temprano para el ensayo, aún no ha llegado nadie. -dice tratando de ser gracioso pero su semblante se ha oscurecido.

Aun así no puedo evitar en pensar en lo bien que se veía, en un jersey viejo demasiado holgado en las mangas y con su cabello despeinado y el soy haciendo que sus ojos tuvieran el aspecto de dos charcos de miel.

-Lo sé -respondo nerviosa- quise venir antes para hablar contigo… para disculparme.

-¿Tú quieres disculparte conmigo? -su expresión está llena de incredulidad e ironía.

-Sí. -contesto firmemente y preparo mis emociones para la ardua tarea de mirarlo a los ojos sin perder el hilo del razonamiento-  Yo… yo creo que me comporté como una tonta luego del baile, al bajarme así del auto, quiero decir. En cambio debí haberte agradecido por interferir con Bruce, es sólo que cuando vi cómo te pegaba… -el nudo en la garganta pareció agrandarse, inhalé para recuperar la compostura- Me enojé muchísimo contigo porque podrías haber evitado eso. -señalé su mentón- Y no, no necesitaba que nadie me defendiera, Ash. -termino.

Él suspira y apoyándose en el marco de la puerta me recorre con la mirada por unos segundos. Por más que mis piernas amenazan con temblar, no retiro mis ojos de los suyos.

-Si alguien tiene que disculparse aquí soy yo. -habla al fin- No te comportaste como una tonta, yo no supe respetar tu silencio y te traté terriblemente y realmente lo siento. Pero, Alena, bajo ninguna circunstancia me voy a disculpar por haberle partido la nariz a ese idiota, por mucho que te haya molestado, y lo volvería a hacer. Además, lo de mi mentón no es nada de qué preocuparse. -concluye y ríe un poco.

Aprecio el humor, pero no me contento del todo. No he dicho todo lo que pienso y mi estúpida honestidad está empujando las palabras cada vez más hacia afuera de mi boca.

-No lo entiendes -digo frustrada enredando mis dedos entre mis ondas.

-¿Qué  no es lo que no entiendo? ¿Es un tema de orgullo propio o qué? Explícate. -pide y me doy cuenta de que ya no está junto a la puerta, sino que se ha acercado unos pasos hacia mí.

-No… no me gusta ver como lastiman a la gente que me importa, Ashton y menos si   es por mi culpa. -escupo las palabras y al instante se le escapa una sonrisa que me parece hasta un poco molesta.

Vine hasta aquí, comida por los nervios, repasando mil veces en el camino mis disculpas, solo para que él sea extremadamente razonable y  comprensivo y ni siquiera crea que deba disculparme.

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