XXII

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Me desperté, sin fuerzas para abrir los ojos. Solo quería seguir durmiendo, no quería enfrentarme a la incomodidad tan desgastante del día anterior.Un escalofrió me recorrió la espalda, erizando mi piel.  

La habitación se llenó de un frio anormal.

Recorrí la cama con la mano en busca de la sabana, no obstante, no la encontré. Supuse que se había caído y con esa idea, hice el esfuerzo de levantarme para buscarla. Revise de bajo de la cama, encontrando la sabana manchada de un líquido negro, junto a un moribundo Dark que ocupara parte de esta, para presionar sobre su pecho.

Me acerque estremecido por la imagen, tratando de revisar su vitalidad, sintiendo como se iba la mía a cada paso que daba. Ni siquiera encontraba palabras para intentar hacerlo reaccionar.

En sus labios tenía una sonrisa oscura, melancólica y con una cara alargada, su piel parecía casi transparente dejando ver cada vena de su cuerpo.

Sin pensarlo demasiado, lo tumbe en la cama como puede. Su cuerpo reacciono de la peor manera, aquella herida volvió a sangrar, llenando mis manos de esa sangre espesa y negra.

— Dark, ¿p-puedes oírme?—Pregunté, viendo que sus manos se temblaban en busca de ser útiles— ¡Asiente si es así!

Asintió, retorciéndose.

Tome el resto a la sabana con frenesí, colocándola en su pecho que no hacía más manchar el colchón de ramas y hojas. Sus ojos comenzaron a entrecerrase, y él no hacia un intento por evitarlo.

— ¡Hey, hey, hey! Mírame—Tome su cara con una mano, y con la otra seguía con el trabajo de parar la hemorragia. Sus ojos no se enfocaban nada, solo paseaban por la habitación y eso no era buena señal—. No cierres los ojos, ¡mírame!

Una de sus manos, aunque con dificultad, se colocó sobre la mía, la que estaba en su pecho. Quite la mía, para colocarle la otra almohada, haciendo que quedara sentado.

— Ya regresó, necesito mi alforja y-y...—Mi voz comenzó a temblar, algo en mi cerebro se apagó y volvió a encenderse de manera diferente al verlo tan vulnerable, el ritmo de mi corazón fue suavizándose paulatinamente— Ya regresó, por favor... R-resiste.

Tras esas tortuosas palabras, salí de la cueva, soltando el aire que iba contenido.

— Buenos días, joven. —Saludo el Árbol Deku— ¿Qué lo alterado tan temprano?

Iba pasar mis dedos por mi cabello, pero me detuve al ver mis manos llenas de ese líquido negro que por inercia, llamaba sangre.

— Dark. —Fue lo único que agregue.

Seguí con mi camino, recorrí todo el bosque hasta llegar cerca de la entrada, encontrando a Agro junto al yegua de Dark. Tome mi alforja, regresando de donde vine.

— ¡Estoy aquí!—Exclamé, demasiado alto y angustiado para mi gusto.

Me respondió con una sonrisa menos bisara que la última, casi imperceptible.

Quite la sabana, que obstruía la vista. Tome mi cantimplora, limpiando la herida, que, por fin, iba parado de sangrar; desinfecté la herida para colocarle vendajes, estos fueron improvisados con ropas vieja y desatada.

— Listo—Suspiré, sintiendo que me quedaba sin engerías para más—, es todo lo que puedo hacer.

Trago saliva, intentando vocalizar.

— No te esfuerces.

Y tras esas palabras, salí de ahí.

Me lave las manos, en un pequeño estanque, y mi desayuno ese día fue una fruta cualquiera. Me quede afuera durante más tiempo sin hacer algo en particular, no quería entrar, no quería estar con él. No quería que le recuerdo que había obtenido me atormentara.

¿Quién Eres?  [Link x Dark Link]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora