¿Quién Eres? [Link x Dark Link]

III

No recuerdo mucho de aquel sueño, aunque no sé si debería llamar lo: «Sueño».

Solo eran voces, una sobre la otra, susurrando frases sin contexto. Y una luz, muy parecida a la que vi cuando despertado.

La última frase, gritada por un muchacho.

— ¡Véncete a ti mismo, Link!—Era una voz gruesa con un timbre suave.

En ese momento, me desperté.

Estaba sudando, mi respiración y mi corazón estaban acostumbrados. La cabeza me dolía otra vez, era más fuerte que la última ocasión.

Me levanté del suelo, me había caído por aquel sueño.

Cuando por fin puede poner me pie me percaté de algo, tenía hambre. No había desde la mañana.

Decidí bajar y buscar algo que comer, no me importa si estuviera frío. Una manzana, carne, sopa... ¡Lo que sea me hubiera saciado!

Rápidamente ignoré aquello, al sentir una brisa suave. La piel se me erizo, un escalofrío recorrió mi cuerpo.

Sabía que todo estaba cerrado. Era imposible que algo podía entrar.

De repente, el hambre se me había pasado.

Respiré hondo, relajado mi cuerpo. Apretando los puños, preparado me lo peor.

— ¿Se puede saber qué hace aquí?—Dejé ver que estaba tranquilo.

Escuchar como el sujeto, soltaba un suspiro.

— L-lo siento—Era un chico—. Vengo de parte de la princesa Zelda.

Era...el chico de la voz gruesa.

Sentí que se me hacía un nudo en el estómago.

Debe de ser importante, para que venga a esta hora.

Quizás otro Cataclismo...

Este muchacho...debe ser importante en esto.

—Es importante, venga conmigo lo antes posible...—Volvió a hablar, esperando mi respuesta.

¡Por eso tuve esa premonición!

— ...En el piso de arriba tengo una túnica, ¿podría traérmela, por favor?—

Me avergonzaba estar en ese estado tan dependiente. Pero si yo hubiera subido por ella, hubiéramos tomando más tiempo.

Escuché como subió y bajo las escaleras. Esperaba que me entregará la túnica en las manos, pero hizo algo diferente. Él mismo me colocó y ajustó la túnica.

El simple roce de sus dedos, me incómodo. Pero no expresé de ninguna manera.

— Ha caballo será más rápido—Se escuchó el crujido de la puerta—. Tengo el mío afuera.

«Caballo» esa palabra me hizo recordar que había dejado mi yegua en algún lugar.

Preferí no pedir ayuda, el asunto de la princesa era más importante.

Podría encargar me de eso después de mi recuperación. Y sino, podía conseguir otra yegua.

Me ayudó a subir a la montura, seguido de esto él también subió. Le ordenó al caballo comenzar a correr.

Sabía que era de noche por el silencio, que solo era roto por el cantó nocturno.

Un rato después, detuvo su caballo. Bajó y me ayudó a hacer lo mismo.