VII

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Al llegar, me dirigí como siempre a la biblioteca. No sin antes explorar un poco el castillo, lo poco que se podía explorar.

Ya que después de retomar el trono, lo primero que ordenó la princesa fue reconstruir el castillo y sus alrededores.

Y para ese entonces, gran parte de esté seguía inhabilitado, por dicha reconstrucción.

Tan solo al entrar a la biblioteca se podía ver la marca de Zelda. Había libros, notas tiradas, su cuaderno de apuntes y la tableta Sheikah. Además de una vela consumida por completo.






Por las Diosas, Zelda...






Cuando me disponía a poner algo de orden, la puerta se abrió con brusquedad. Y cerró de la misma forma.

Era Zelda.

Venía de una reunión con el Consejo Real, lo sabía. Se sentó en la silla, enfrente del escritorio, tomando su cabeza entre sus manos.

Casi sin percatarse de mí presencia.

Las reuniones siempre la alteran. Era normal, pues ahora cumplía dos tipos de labores; las labores de una princesa y las una soberana.

Siempre que salía de una reunión se encerraba en sus aposentos o en la biblioteca.

Y esta vez, no era la excepción.

Tenía, y tengo, la costumbre de colocar mi mano en su hombro. Cómo señal de apoyo.

Una vez más, lo hice. Apretando con suavidad.

Ese gesto hizo que su estrés esfumará con un suspiro largo.

— Me alegra que estés aquí, y saber que estás bien. —Dijo, ya calmada.

La salude como siempre, preguntando que había hecho en mi ausencia.

A lo que respondió con algo de agobio, sobre la venida inminente del Día de las Diosas — la forma en que celebramos el solsticio de verano, y la creación de Hyrule—. Y como el Consejo Real no hacía más que frustrarle.

Sin mencionar el avance nulo sobre la edificación ancestral.

— Solo hemos obtenido algunos datos...—Siguió hablando mientras me ayudaba.

Insistí que continuará.

A lo que con un falso suspiró pensando, y un brillo en los ojos, que casi oculto a la perfección, continúo.

Me dijo que, la edificación está hecha de una piedra similar a la piedra Sheikah y a la de los santuarios, con la diferencia del calor claro que está tiene.

Que cada puerta tiene un lenguaje propio a unas leguas muertas de hace unos 5 o 8 mil años. También que el símbolo de la familia Real era muy recurrente, sobre todo en los pasillos que estaban detrás de la puerta de mármol.

— Estoy esperando un resultado del laboratorio de Akkala. —Siguió, sentándose en la silla y girando se. Ya que, yo seguía cerca del librero— ¡Si mis hipótesis son correctas, entonces...!

Se interrumpió a sí misma.
Sonriendo, a punto de reír. Se aclaró la garganta, volviendo a tener su semblante serio característico.

— Me disculpó, me he puesto hablar sin parar...—Sonrío de lado— No he preguntado cómo has estado tú. ¿Has cumplido tu promesa?—

Lleve mi mano a la parte trasera de mi cabeza. Bajé la mirada, con una sonrisita de incomodidad con un: «Pues...» alargado saliendo de mi boca.

— ¡Link, me lo prometiste! Ser valiente no te hace inmortal, ya te lo he dicho—Sonreí una vez más, al escuchar sus reproches— ¿Te has cuidado, verdad?

¿Quién Eres?  [Link x Dark Link]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora