XII

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Llamé a Agro, sin resultado alguno.

Resignado a tener que empaparme, comencé a movilizar me lo más rápido que mis piernas me permitieron. Era de madrugada, así que solo era cuestión de tiempo para que amaneciera.

Lo único que tenía que hacer era, cruzar el pueblo y el puente para estar en casa.

Otro relámpago cayó, haciendo que la lluvia se intensificará. Farfullé con cansancio, sin ganas de peleando con el agua.

Seguí está vez, despacio. Siento el golpe de cada gota de agua combinada con las brisas. Estaba cansado, y solo quería descansar un poco.

Antes de cruzar el puente, a la lejanía, vi a Dark; cruzado de brazos abajo del árbol. Parecía que llevaba ahí un buen rato.

Respiré profundamente, para acercarme a él. Exprimiendo el agua acumulada de mi sombrero, parte del traje que tenía puesto.

En la oscuridad, puede distinguir su expresión de molestia, sin mucho interés.

— Creí que volvieras como a las once...—Declaró, siguiendo me con la mirada.

Me senté, sin importar me que estuviera mojado, tratando de recuperar algo de energía. Ya estaba en casa, y no tenía fuerzas para nada.

— Me quedé un rato más con Zelda.—Dije, estirando mi cuello para qué el estrés no se impregnará en mí.

No tenía fuerzas para eso.

Casqueó la lengua, manteniéndose de pie.

— Así que, te quedaste un rato, con Zelda —Expresó con sarcasmo—, interesante...

Suspiré, sabiendo a lo que se refería al usar ese tono.

— Dark, no es lo que...

— ¡¿Y qué es lo que pienso?!—Me interrumpió, alzando la voz— ¡Vamos, adelante! ¡Dime qué pienso!

No respondí a su provocación. En cambio, miré al vacío, sintiendo como mis mejillas ardían.

Me levanté, dispuesto a ignorar todas sus palabras, pero Dark no me lo permitió.

Se colocó al enfrente mío, en un intento por retenerme.

— ¡¿Así piensas convencerme?!—Preguntó, trastornado.

Negué con la cabeza, sin ganas.

— Eso no es verdad...—Mutilé sin energías.

— ¿Qué has dicho?—Preguntó, desapareciendo levemente su expresión de irá.

—Ugh...—Me tomó de los hombros, por sorpresa. Pidiendo una vez más, una justificación.

— ¡CÁLLATE!—Exigí, haciendo que me soltará.

Dio un paso atrás, anonadado por mi intervención.

— ¡Mantente lejos de lo que no te incumbe!—Ordené, en un arrebato de cólera— ¡Esté mundo necesita de mí y de Zelda. Tu solo eres un extraño, ¡NO SABES DE LO QUÉ ESTAS HABLANDO!

Lo miré desafiante, no esperando que respondiera. Di un par de pasos, listo para olvidar lo que acababa de hacer, con ayuda del sueño.

Ya en un intento desesperado, me tomó por el cuello del traje. Inmediatamente, hice que me soltará; a lo que respondió golpeándome en el rostro, haciendo me caer al suelo.

Me limpie la suciedad que el golpe traía consigo, y dispuesto a golpearlo, me levanté. Se protegió colocando su antebrazo, golpeándome de nuevo en el rostro.

Lo miré por unos segundos, decidió a ganar está pelea. Estaba harto de su actitud, de él; de todos y de todo, en general.

La fatiga ya no existía en mí, solo existían las ganas de seguir peleando...

Aproveche esos segundos, golpeándolo. Había bajado la guardia. Puede evitar algunas veces sus puños, sin manera de responder por su rapidez.

En algún punto de la pelea, golpeó mi sien. Haciendo que me aturdiera, y teniendo que apoyar me en el árbol, esperando reponerme.

Dark esperaba en posición de ataque, esperando mi respuesta. Mientras yo, solo podía jadear exhausto.

Nunca fui un experto en las peleas de puño libre, pero sabía que no podía perder está.

Por un momento, parecía que el tiempo se había detenido, que solo existíamos solo los dos, nuestra pelea y nuestra voluntad de golpear nos.

Amanecía. Puede apreciar como gracias a la lluvia, todo brillaba de manera cristalina, como...como piezas de porcelana. Con tonos rojizos, anaranjados y amarillentos. Cómo nuestro alrededor, era puro, pacífico... Todo, menos nosotros.

Me miró entusiasmado, con una de sus sonrisas características.

— Así, sigue golpeándome...¡Tan fuerte como puedas!

Me balance sobre él, listo para darle un golpe por sus palabras, o por mi voluntad, dejando caer mi puño en su torso. Dark respondió con otro golpe, directo mi cara.

Tomé su estrategia como ventaja. Y con varios golpes consecutivos en el abdomen, ya la tenía en el suelo.

Observé triunfante su cuerpo, para luego, dejar caer mi cuerpo a la par suya, sintiendo que me quitaba un gran peso de encima.

Su mano se encontró con la mía, la apretó con suavidad y río para sí. Por mi parte, no dije nada. Fruncí el ceño, pensando en... nada. Solo, disfrutando de la calma después de la tormenta.

¿Quién Eres?  [Link x Dark Link]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora