Antes de que haya llegado a terminar de embriagarme con su olor, a obtener suficiente de su calor o al menos, a llegar a procesar que acababa de encontrarme a Henry después de más de tres años, me veo obligada a separarme de él ya que un par de manos lo empujan hacia atrás con fuerza.
-¡¿Qué mierda te pasa, Emma?!
Tardé un par de segundos de más en poder reaccionar.
Mierda.
Con solo ver a Thomas frente a mí, más enojado que nunca, caí en cuentas de que a diferencia de lo que pasaba en mi cabeza en el momento en que besé a Henry, no estábamos solos.
Mi reparación estaba agitada ante el arrebato del momento, aunque no le presté atención y me centré en el hombre que ahora se encontraba a varios pasos de mí, la confusión estaba plasmada en su rostro por solo unos segundos hasta que pareció entender que estaba pasando.
-El famoso Thomas Bale. -soltó Henry con su respiración también agitada, aunque intentaba disimularlo mientras se acercaba a una distancia cautelosa del nombrado, que me veía como si acabara de cometer el peor pelado jamás pensado.
Como sí yo acabara de engañarlo en sus narices.
Ja.
Es gracioso solo de pensarlo.
Karma, amor.
-No me importa quién mierda seas o como carajos sabes mi nombre, pero nos vamos, Emma. -prácticamente me ordeno, fulminándome con la mirada.
Henry soltó una carcajada y no pude evitar sonreír.
Extrañaba esa risa.
-Encantador, tenías razón. -murmuró con sarcasmo sin reprimir la sonrisa en su rostro por más que Thomas prácticamente lo había metido 8 metros bajo tierra con su mirada.
-Me ofende que creas que exagero. -se la seguí divertida.
Thomas parecía más confundido y enojado con cada segundo que pasaba y la verdad, es que me resultaba de lo más gracioso.
Se supone que ya a esta altura debería de haber hecho las presentaciones, pero quería hacerlo sufrir un poco más.
Después de todo, se lo merece.
Centré mis ojos en Henry, que me repasaba con la mirada sin disimulo alguno, lo que hizo que Thomas cierre sus puños con fuerza y su mandíbula se tense.
Sé perfectamente que no le hace gracia alguna y que solo se controla porque este lugar no va a soportar una pelea. Es más, si llega a levantar la voz un poco de más es probable que nunca vayan a dejarlo volver a entrar.
Claro que, al Thomas que solía conocer le importaba una mierda si no lo dejaban entrar a un restaurante.
Supongo que más allá de eso, su preocupación debe de ser la prensa, que parece enterarse hasta si respira de más y lo publica en todas las tapas de los diarios del país.
-¿Qué le hiciste a tu cabello y dónde se fue tu panza? -soltó como si nada Henry, haciendo un paso hacia mí.
Mi sonrisa creció con su pregunta e inconscientemente llevé la mano a mi cabello, que tal como dijo, ahora me llegaba encima de los hombros cuando la última vez que lo vi lo tenía por debajo de la cintura. La verdad es que siempre me gustó mi cabello largo, pero cuando nació Grace apenas tenía tiempo para peinarme o bañarme directamente, por lo que se me hacía difícil teniéndolo tan largo.
Sinceramente, cortarlo me dolió menos de lo que me imaginé y lo llevo así desde entonces, es mucho más cómodo.
-El cabello crece y... -justo cuando estoy por explicar la segunda parte de su pregunta, Grace aparece a mi lado tirando de mis pantalones para que me ponga a su altura y así podía decirme algo, lo que estoy bastante segura tiene que ver con su peluche que no traía en manos.
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Después de lo que pasó
RomanceSecuela de "Pase lo que pase" Ya pasaron 5 años desde que Emma decidió irse de Nueva York, dejando a Thomas y todos atrás. Ambos rehicieron sus vidas desde la última vez que se vieron y aunque Emma prometió nunca volver, gracias a su trabajo debe ha...