Capítulo 32

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Thomas Bale

Me apoyo en el borde de mi escritorio viendo hacia la gran ventana que da a las impresionantes vistas de Nueva York y saco el paquete de cigarrillos del bolsillo de mi traje.

No debería fumar dentro de la oficina, pero teniendo en cuenta que es mía y puedo hacer lo que tenga ganas, saco un cigarrillo del paquete y lo prendo.

Lo llevo a mis labios para dar una profunda primera calada y voy soltando el aire de a poco mientras observo el cigarrillo entre mis dedos.

Extrañaba fumar.

No lo dejé por completo, estoy intentándolo, pero teniendo en cuenta que pasé de terminarme una caja en medio día a fumar solo dos por día, es un cambio radical.

Bueno, eran dos por día.

Porque este cigarrillo será el quinto que me fumo en el lapso de la mañana.

A la mierda mi intento de dejar de fumar.

Vuelvo a llevar el cigarrillo a mis labios y doy una calada cuando escucho que llaman a mi puerta. Ni siquiera me inmuto.

-Pase. –grito desde mi lugar con el cigarrillo entre los labios.

Escucho que la puerta se abre a mis espaldas y sea quien sea, está tardando mucho en hablar.

-Tiene visitas. –informa mi secretaria, que por suerte habla antes de que la mande a la mierda.

Suspiro exasperado y tomo el cigarrillo de mis labios antes de girarme hacia Hannah. Sus ojos se abren al ver que estoy fumando.

-Está prohibido fumar adentro. –me informa y suelto una carcajada.

-Está prohibido lo que yo diga que está prohibido.

Su rostro pálido se pone rojo de la vergüenza en cuestión de segundos y desvía su mirada avergonzada, supongo que no debe haber pensado antes de hablar.

-¿Quién es? –pregunto.

Levanta su cabeza y su ceño se frunce.

-¿Quién es quién?

Papeado confuso dando una calada.

-Dijiste que tenía visitas. –le recuerdo y ella asiente rápidamente.

-Claro, sí. –murmura y se recompone enseguida. –La señorita Stevens pidió hablar con usted.

Asiento con mi cabeza intentando ocultar mi ligera desilusión. Es patético decirlo, pero en serio esperaba que fuera Emma después de como quedaron las cosas entre nosotros anoche antes de que me duerma. Haber estado jugando con niños pequeños todo el día más la discusión con Emma me dejó exhausto y me dormí solo un par de minutos después de que nuestra competencia de gritos termine.

Y no voy a admitirlo en voz alta, pero esta mañana me fui más temprano que de costumbre para no toparme con ella despierta. Supongo que necesito repasar todo lo que hablamos por la noche antes de otra discusión que probablemente tampoco vaya a entender.

-¿Dijo qué necesitaba? –pregunto, recordando fugazmente que hace unas horas Lía había intentado llamarme dos veces, pero no escuché mi teléfono.

Tampoco estaba de humor para aguantar sus dramas, por eso tampoco insistí. Pensaba devolverle la llamada después de almorzar o por la tarde.

Hannah niega con su cabeza, dejando caer un par de risos rubios perfectamente acomodados en su cabeza sobre su rostro.

Después de lo que pasóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora