Capítulo 33

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Thomas Bale

La puerta se abre y una mujer de unos cuarenta con bata blanca hace un paso hacia adelante. Acomoda sus lentes y revisa los papeles en sus manos antes de hablar.

-¿Damon, Emma? –pregunta levantando sus ojos a la sala de espera y sonríe cuando ambos nos levantamos de nuestros respectivos asientos.

Le doy un vistazo rápido a Emma a mi lado solo para asegurarme que ella también me está viendo. Tomo su mano y le doy un apretón como muestra de confianza y caminamos juntos hacia la sala.

-Buenos días papis. –nos saluda la ginecóloga y si no fuera porque ya estoy lo bastante nervioso, habría rodado mis ojos.

La médica cierra la puerta una vez que ambos entramos e inconscientemente me quedo parado en el medio de la sala con las manos en los bolsillos de mis pantalones incluso después de que tanto Emma como la Dra. Dawson se sentaron.

-Thomas. –murmura Emma por lo bajo llamando mi atención.

Mierda.

-Claro, perdón. –digo al aire sacando mis manos de mis bolsillos y rápidamente echando una silla para atrás para sentarme.

La mujer frente a nosotros sonríe como desde que llegamos y asiente con su cabeza como disculpándome o lo que sea. Ya hasta parece un poco macabro que su sonrisa no flagele.

Una vez que ambos nos acomodamos, la doctora levanta la tapa de su computadora portátil y comienza a hacerle un par de preguntas a Emma que no hacen más que marearme peor.

Finalmente, parece llegar el momento de la ecografía y mis manos empiezan a sudar. Soy una persona que gracias a todo lo que tuve que vivir siempre me muestro duro y frío, incluso antes de conocer a Emma llegue a creer que nunca iba a darme miedo nada, pero justo en este momento no logro descifrar si estoy cagado hasta las patas o emocionado.

O puede que ambas.

La Dra. Dawson le pide a Emma que se saque todos los abrigos quedándose solo con la remera y que se recueste en la camilla. Por mi parte, me indica que me siente en la silla junto a ella mientras que la doctora acomoda un par de cosas de la máquina. Apoyo mis codos en la camilla cerca de su cuerpo y por instinto junto mis manos para dejar caer mi barbilla encima de las mismas sin perder de vista todo lo que la médica hace.

Me toma por sorpresa cuando siento la mano fría de Emma encima de las mías, por lo que rápidamente levanto mi cabeza y tomo su mano entre las mías para calentarla.

-¿No puede subir más la calefacción? –pido o mejor dicho ordeno a la doctora justo en el momento en que parece haber terminado de conectar todo lo que tenía que conectar a la máquina.

Emma me lanza una mirada de advertencia como diciendo que no haga una escena mientras que, otra vez, la doctora sonríe y asiente con su cabeza.

-Por supuesto que sí.

Toma un control en la mesita junto a ella y sube la calefacción, por lo que enseguida el aire caliente empieza a salir más fuerte.

-¿Ya estamos? –pregunta la mujer viéndome más a mí que a Emma.

Supongo que sabe que voy a quejarme más que ella.

-Sí, estamos. –responde por ambos Emma y le doy un apretón en la mano.

Ella me dedica una sonrisa antes de girar su cabeza para ver hacia la pantalla que está en negro.

-Muy bien, Emma. Por lo que dijiste es tu segundo bebé, por lo que supongo que ya tenes idea de esto.

Después de lo que pasóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora