Capítulo 40

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Final 1/2

Thomas Bale

Al final, las almas gemelas se encuentran porque tienen el mismo escondite.

Yo no podía confiar en nadie y ella no podía confiar en sí misma.

Ella se escondía en excusas y yo en mentiras.

Ambos lo teníamos todo, pero a la vez no teníamos nada.

Yo temía al abandono disfrazado de no poder estar solo, mientras que ella pasaba día tras día aterrorizada de caer y no ser capaz de volver a levantarse.

Ella vivía un día a la vez y a mí los días se me pasaban sin sentirlos.

Mi prioridad era yo, pero la de ella eran todos menos ella.

Ella quería vivir, pero no por ella.

Quería vivir por su hermana, cuyo mundo colapsó.

Quería vivir por sus padres, quienes aún intentan sobrellevarlo.

Quería vivir por sus mejores amigos, para que no tuvieran que vagar por el mundo intentando soportar el dolor.

Quería vivir por sus hijas, por quienes estoy seguro que amó más que a nada ni nadie.

Quería vivir por mí, por más que era yo quien quería morir.

Pero eso no pasó.

Ella quería vivir por todos nosotros.

Yo quería morir por ella.

Ella murió, pero yo no.

Entonces seguí adelante por ella.

Me levanto de golpe con el corazón a mil después de haber soñado con ella por millonésima vez, aunque a diferencia del resto, en esta incluso llegue a sentir su olor.

Tardo un par de segundos eternos en recordar que solo fue un sueño, a lo que cuando llego a ubicarme en espacio, me encuentro con un par de ojos negros a mi lado viéndome fijamente.

Sonrío ligeramente y me hago a un lado en la cama, levantando las sábanas. Ella se apresura a acostarse junto a mí mientras que la ayudo a taparse.

-¿Otra vez un sueño feo? –pregunto y ella asiente con su cabeza. -¿Queres contármelo? Así el miedo se te puede pasar.

Mi pequeña niega con su cabeza y procede a abrazarme para estar más cerca de mí, a lo que hago lo mismo como de costumbre.

-Que descanses, cariño. –digo, dejando un beso en su cabeza.

-Papá. –murmura mi hija por lo bajo. –Tengo hambre.

Suelto una carcajada.

-¿No queres seguir durmiendo?

-Nop. –niega con su cabeza asomándose entre las sábanas lo suficiente para que se vea solo su flequillo negro además de sus ojos del mismo color. –Ya sabes que no puedo dormir cuando tengo hambre. Quiero galletitas de chocolate.

Después de lo que pasóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora