Capítulo 29

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Sus labios rozan mi mejilla y me estremezco.

-Creí que estabas dormida. -murmura en mi oído, su voz está ronca y su aliento mentolado me causa cosquillas, por lo que me remuevo en sus brazos.

Levanto mi cabeza solo lo suficiente para ver sus ojos azules y esa media sonrisa que me vuelve loca.

-Buenos días a vos también. -lo molesto.

Su sonrisa crece y resplandece tanto en mi campo visual que siento un calor en el pecho que solo aparece cuando él está presente. De un movimiento rápido y tomándome de sorpresa, me hace girar en la cama hasta que queda encima de mí. Comienza a dame besos en toda la cara y la parte del cuello hasta hacerme reír tanto que mi estómago duele.

-¡Me rindo! ¡Me rindo! -chillo poniendo mis manos en su pecho para apartarlo, aunque es totalmente en vano.

Sin embargo, por alguna razón para y me lleva un par de segundos de más recuperar la respiración. No tengo idea si se trata por la forma en que me ve mientras recupero el aliento o porque el ataque de cosquillas realmente me afectó.

-¿Qué? -pregunto, aunque mi voz sale como un susurro.

Normalmente sería algo incómodo tenerlo sobre mí, viéndome y sonriendo, pero ahora me resulta tierno.

Él se acerca lo suficiente para besarme en la boca, un beso rápido, pero cargado de sentimientos que me deja con ganas de más.

Un beso que quiero repetir por el resto de mi vida.

-Te amo, Emma.

Acaricio su barba apenas crecida con mi dedo índice sin romper el contacto visual antes de separar mi cabeza de la almohada lo suficiente para besarlo.

No hace falta que responda, sé que él lo sabe.

Thomas sabe que también lo amo.


-¿...Emma?

Al abrir los ojos tardo un par de segundos de más en recordar dónde estoy y lo que sucedió.

Claro que, al hacerlo, me arrepiento de no haberme tomado unos minutos de más.

Me levanto de la silla de un salto por más que me duele todo el cuerpo y me habría llevado por encima a Crystal si no fuera porque se movió justo a tiempo.

-¿Dónde está Nick? -pregunto por instinto, lo último que recuerdo es que fue a reconocer el cuerpo y me dormí en el hombro de Crystal.

¿Cuánto pasó de eso? Parecen haber sido horas.

-Aún está dentro. -responde Lía, su voz está ronca por el llanto.

Asiento casi por instinto y mis ojos se clavan en una mesita que tenemos a pocos metros. Bueno, más específicamente, a las cosas encima de la misma. Una bolsa de plástico con lo que parecen ser pertenencias dentro.

Se me corta la respiración.

-¿Por qué no me despertaron? -pregunto casi en un susurro, ni siquiera puedo enojarme.

No siento nada.

-Emma...

No escucho lo que sea que Ben estaba por decirme y camino hacia la pequeña mesita que se encuentra en el medio de la habitación. Me arrodillo frente a la misma y sin perder tiempo alguno, abro la bolsa de plástico para tirar todo su contenido encima de la mesa.

Se me revuelve el estómago y me entran unas terribles ganas de vomitar nada más ver el contenido de la bolsa.

Son sus cosas.

Después de lo que pasóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora