Capítulo 11

181 13 8
                                    

Thomas Bale

(Pequeña nota de autora: la canción cuando vean el #)

Debo de admitir que me impresionó lo mucho que comió Grace para solo tener dos años.

Me recordaba a ella.

Me la recordaba todo el maldito tiempo.

A diferencia de lo que creí, no se quejó ni siquiera una sola vez desde que Emma se fue. Estuvo más que entretenida jugando conmigo o con Beth, o viendo televisión, o dibujando. Siempre encontraba algo nuevo que hacer.

-No deja de sorprenderme.

La voz dulce de Beth me obligó a girarme para verla. Venía caminando desde la cocina y se paró a mi lado, entrelazando su brazo con el mío para luego apoyar su cabeza en mi hombro.

Ambos estábamos presenciando a mi hija jugar con muchos de sus juguetes a su alrededor en el piso de la sala.

-Créeme que estoy igual. -respondí.

Sin perder de vista a la niña, dejé un beso en lo alto de la cabeza de mi prometida.

Es bueno tener la certeza de que aún lo es.

Fueron unas semanas difíciles, unos meses difíciles, pero finalmente Beth decidió perdonarme y vamos a seguir adelante con nuestros planes con la boda.

Sé que va a llevarme mucho tiempo compensárselo, pero estoy más que dispuesto a hacerlo.

Estoy más que dispuesto a pasar todos los días de mi vida haciendo feliz a la mujer de mis sueños.

-Sabes que te amo, ¿verdad?

Beth se separó de mi hombro con cuidado y me miró curiosa.

-¿A qué viene eso?

Me encogí de hombros.

-Solo que te amo, no quiero que lo olvides nunca.

La mujer frente a mí sonrió y dejó un beso cortó en mis labios.

-También te amo, cariño.


-Porque... -comencé a hablar intentando pensar qué se supone que debería decir. -Porque las personas que se quieren se casan.

-¿Me queles? -preguntó Grace confundida, llevándose el sombrero de uno de los peluches a su boca.

Sonreí y acaricié su cabello con delicadeza.

-Por supuesto que te quiero, princesa. Te quiero muchísimo.

-¿Cuánto ed mushisimo?

Inconscientemente miré a Beth, que se encontraba sentada en el sillón a solo unos centímetros de nosotros. Ella se encogió de hombros divertida, me encantaba verla sonreír casi tanto como a mi hija.

-Te quiero de acá a la Luna ida y vuelta.

Grace frunció su pequeño ceño.

-¿Qué musho es?

-Mucho mucho.

-¿Y te vas a cadal conmigo? -preguntó aún más confundida.

No pude contener la carcajada, al igual que mi prometida, que solo llamó la atención de mi niña y la miró, esta vez era uno de sus dedos el que estaba en su boca.

¿Es normal que siempre tenga algo en la boca?

-¿Tenes hambre, princesa? -cuestioné, a lo que sus ojos analizaron mi rostro para finalmente asentir.

Después de lo que pasóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora