Capítulo 1

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Un ruido de una caída seca me obligó a abrir mis ojos sin entender nada, interrumpiendo un sueño increíble el cual oh, ya lo había olvidado.

Aunque claro, eso no fue lo más raro. Despertarme con unos ojos celestes mirándome si lo era.

-¿Nunca te dijeron que es raro que mires a las personas dormir? -salió más que un murmuro que otra cosa.

¿Cuánto tiempo dormí?

Me revolví en mi asiento con toda la tranquilidad del mundo ya que estaba terriblemente incómoda, ¿alguna vez mencioné que odio los aviones?

-Roncas. Mucho.

-Claro que no ronco. -solté ofendida.

Toqué la pantalla que tenía frente a mí solo para comprobar que aun quedaban dos horas de viaje, dos eternas horas.

-Si lo haces. -volvió a hablar. -La azafata vino a pedirme que te despierte unas diez veces.

-¿Y por qué no lo hiciste?

-Si lo hice. -se encogió de hombros.

-No lo recuerdo. -dije irritada.

Acababa de despertarme y ya estaba de mal humor, ¿qué esperaba para el resto de mi día?

-Te desperté hace unas horas, me dijiste que si volvía a tocarte iba a hacer papeleo hasta que Gracie termine el secundario.

Intenté no soltar una risa ante su comentario, pero no pude evitarlo. Suena mucho a mí, más de lo que quisiera.

-¿Qué estás haciendo acá de todas formas?

Me refregué la cara con una mano, pero aun así podía ver perfectamente a mi aprendiz, que estaba a un asiento de distancia.

-Katia me pidió cambiar apenas te dormiste.

-¿Qué...?

Apenas revisé el lugar en donde Joseph o John o como se llame estaba sentado, no hizo falta preguntar por qué se cambió. Mi amiga estaba sentada al lado de un rubio que estaba de muerte, sinceramente la envidio.

-Me arrepentí apenas soltaste el primer ronquido, pero ya era tarde. -volvió a encogerse de hombros divertido.

-No ronco. -me excusé.

-¿Queres que llame a la azafata? -preguntó levantando apenas la voz a modo de broma.

Golpeé su hombro como reflejo obligándolo a callarse mientras llevaba mi mirada a la niña que estaba en el medio de nosotros, que, por suerte, seguía teniendo sus ojos cerrados.

-Estoy muy cansada, Gracie estuvo con fiebre la semana pasada. Casi no dormí. -ya como una costumbre me llevé una de mis manos a mi cabello para acomodarlo.

Debo verme terrible.

-Al menos sabes que lo haces.

-¿Queres hacer papeleo hasta que ella tenga 18? -intenté parecer lo más convincente posible, mientras señalaba ligeramente a mi bebé con la cabeza.

-En realidad quiero ir al baño.

Rodé mis ojos a modo de respuesta y aproveché para acomodar mi almohada nuevamente en la ventanilla para intentar dormir. Pude escuchar cómo desabrochaba su cinturón, pero me giré hacia él en menos de un segundo cuando escuché un murmuro de parte de Grace.

-Si te moves un centímetro más, te vas de vuelta para San Francisco en el próximo vuelo. -susurré para que solo él pudiera escucharlo.

A medio camino de levantarse, como sea que se llame me miró con pánico, pero no hizo falta darle explicaciones cuando vio una pequeña cabeza rubia apoyada en su pierna.

Después de lo que pasóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora